Treinta y ocho

Aiden

E: Ya me voy a dormir, Aiden, espero que descanses bien. Te quiero.

Leí el mensaje de Emma sintiendo un pinchazo de culpa en el medio de pecho.

Era deshonesto. Todo lo que hacía era deshonesto. Mi mente seguía repitiendo que lo que hacía era por mi familia, pero ahora ya ni eso era lo suficientemente fuerte como para seguir manteniéndome con la mente algo tranquila, porque a pesar de no tener malas intenciones, eso no cambiaba el hecho de que vender drogas estaba mal.

Era viernes por la noche, iba caminando rumbo al callejón de siempre y un mal presentimiento caminaba de la mano conmigo. Algo malo iba a pasar, algo malo iba a pasarme hoy. Tenía que dejar de hacer estas cosas, tenía que hacerlo por mi salud mental, por mi bienestar físico y por mi relación con Emma. Llevábamos apenas cuatro semanas y media de noviazgo y ya la estaba cagando. Bueno, en realid

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