Sentí como sus manos empezaron a rozarme los pezones, poniéndolos aún más duros de lo que ya estaban. Los retorcía y los halaba, haciéndome gritar de placer.
– Azucena… – repetía él, cada vez que mi cuerpo se estremecía en sus manos.Sentía sus pesados pasos alrededor, rozándome de vez en cuando con alguna tela o así se sentía. La sola idea de que me volviera a tocar me volvía loca, toda la expectativa de qué será lo que sigue, cómo se mueve a mi alrededor era inquietante y de cierto modo excitante. Por un momento sentí como sus pasos se alejaron, quizá un minuto después volvió. Pero para mí, el esperar allí en esa posición, me alteraba, realmente el juego de la venda no me estaba gustando para nada, había perdido todo el control de la situación. Me recordaba muchos de los instantes con Warren, sin poder decidir, solo dejándome llevar, pero al menos con él, tenía la opción de mirar. Ve el camino y las decisiones que toma por mí. Con Williams ciertamente mLa oscuridad no solo invadió mi vista, si no todo el resto de mis sentidos, caí al suelo, desvanecida, atada, más que sometida, como una esclava que no tiene opción de elegir, no puede decir que no, ni siquiera sentí el golpe de mi cuerpo contra el suelo en ese momento. No supe cuánto tiempo paso para que reaccionara de nuevo. El único pensamiento que tuve y quizá por pura supervivencia fue Santiago, esperaba que la burbuja en el que él se encontraba lo mantuviera lo suficientemente alejado de sus terribles padres. Ciertamente había lastimado a Warren, lo había herido, lo que había hecho no tenía ninguna posibilidad de perdón, pero eso no justificaba de ninguna manera, lo que estaba por hacerme. Escuché como crujió la tela en sus manos al rasgarse, aún podía sentir el movimiento de ambos hombres dentro de la habitación. Me despojó de toda mi ropa interior, ahora me sentía mucho más expuesta, sus manos empezaron a recorrer mi cuerpo con rudeza. Alguno de los d
Minutos después de que Warren saliera del departamento llegó Ryan con su rostro inescrutable, ni siquiera h**o una sola palabra, entró dando pasos largos y presurosos en la habitación, yo me encontraba en la misma posición que me había dejado Warren torturada, violada y completamente fracturada. Primero rompió las ataduras de mis muñecas, seguido la de mis tobillos, estiró mis extremidades y las masajeó para que volviera a circular la sangre con normalidad. Estaba tan adolorida que no podía mover mi cuerpo de esa cama, lo único que pensaba era en salir corriendo de ese lugar, del lado de Ryan ¿Cómo pudo hacerme eso? ¿Cómo tiene el descaro de venir a atenderme después de eso?Me tomó la mano y con sus dedos me cogió de la muñeca, alzó su mano izquierda para ver su reloj. Me tomó el pulso y luego de esto, sacó su teléfono de la parte interna de su abrigo. – Envía una ambulancia a Grenfell Tower en North Kensington. Cuando vaya en camino te hablo para que la
La tensión crecía entre nosotros, lo odiaba por todo, por haberlo conocido, me arrepentía de cada acto que tuviera que ver con él. Y él notó esa rabia en mi mirada. Agachó la cabeza al final, no pudo aguantar mi rechazo y pude ver un destello de tristeza en sus ojos. ¿Por qué es tan difícil ver lo que piensa?Tomó su teléfono celular y tecleo algo, minutos después llegamos al hospital de Saint Thomas. Cuando me bajaron de la ambulancia él simplemente se perdió entre las enfermeras y el resto de gente, me ingresaron a un cubículo de emergencia mientras me hacían un chequeo general. Vi a un hombre caminar hacia mí, me era familiar algo en él, pero mi vista estaba nublada, cuando entró al cubículo lo vi con más claridad, cómo olvidar esos ojos, su presencia seguía siendo pulcra aun con la bata blanca encima. Le tomó unos minutos reconocerme, el golpe en la cara se había inflamado a tal punto que perfectamente me podía hacer pasar por otra persona.
El taxi aparcó frente a la casa y de inmediato me fijé que algo andaba mal, estaban dos hombres vestidos con traje oscuro parados en la puerta de la entrada. – Espere acá, por favor –. Le indiqué al conductor, no llevaba nada conmigo, tenía la esperanza de llegar y pagarle aquí en casa. Todas mis cosas habían quedado en el departamento, lo había meditado por mucho tiempo, me negaba a volver a ese lugar. Bajé del coche y me acerqué a la puerta, intentando parecer segura de lo que estaba haciendo. Apenas di el último paso en el escalón los hombres se movieron para cerrarme el paso. – ¿¡Qué demonios creen que están haciendo!?– Lo siento señora Parck, el señor Caruso nos dejó indicaciones exactas –. Dijo con un tono de importarle poco, ciertamente yo no era un desafío para ese hombre. Era una exageración poner a dos. – ¿El señor Caruso está en casa? –. Le pregunté con sarcasmo, aunque era la última persona que quería ver en este momento, necesit
Ya llevaba un par de horas caminando por la ciudad en búsqueda de un hotel económico, el día se volvía más frio a medida que anochecía, después de gritar y golpearle a Ryan en un estúpido fracaso, salí corriendo del lugar, no había obtenido respuestas de sus actos, pero al menos le había dejado claro que no lo quería volver a ver jamás.Entré a un pequeño y escondido hostal, no necesitaba nada más en el momento, una ducha caliente, era la esperanza de un consuelo, el trueque de un abrazo.La cama era pequeña, algo vieja pero más cómoda que la camilla del hospital. El lugar estaba inundado con un olor a antigüedades, recuerdos y remedios de anciano, seguramente del señor que me atendió al entrar.En el baño no había tina, solo una pequeña ducha. – ¡De eso a nada! – retorcí la comisura de mis labios en conformismo. Tomé mi teléfono, pensaba en mi pequeño y la imposibilidad de verlo, seguramente Warren no me permitirá hablar con él. Así que como última opción l
El dolor que sentía en mi alma parecía irse junto con la sangre, abrí los ojos y empecé a alucinar, me parecía ver a Ryan, sus ojos negros e intensos, esos ojos en los que me había perdido entre orgasmos y caricias, solo me observaba, me observaba con tristeza. El tiempo se había detenido en este eterno instante, solo veía sus ojos, sentí la pesadez en mis párpados y aunque en ese momento me hubiese gustado prolongar mi estadía en la mirada de él. Ya había perdido el control sobre mi cuerpo. Narración especial Ryan Wine. Yo la había traído a este mundo de caprichos, sexo y complacencia. Había insistido tanto para que firmara ese estúpido contrato, me había saltado mis propias reglas teniendo sexo con ella, pero era la única forma de traerla a mi vida, de tenerla conmigo, la deseaba, la necesitaba, la quería desde que la vi sentada en la sala de espera, taciturna de su vida, insatisfecha sexual y emocionalmente. Justo en ese momento me entreg
Me tomó tiempo percatarme que la tira que salía de su nariz y su boca no hacía parte del listón de la venda para los ojos, era sangre, ya casi estaba seca, lo que indicaba que el golpe había sucedido hace ya cierto tiempo. Más o menos el tiempo en el que había visto salir a Williams del edificio o un poco más. Apreté los puños para no dejarme llevar de la ira. Podría salir corriendo en ese mismo instante a buscar a ese infeliz.Le solté las ataduras y traté de masajear con cuidado sus extremidades, veía el dolor reflejado en su cara, aunque no llorara, ni se quejara. Entre los gustos de Williams estaban los amarres, lo había visto hacerlo un par de ocasiones, era muy metódico, sabía lo que hacía, conocía muy bien los límites y estos los había hecho con la intensión de lastimarla, pero porqué dejarla así e irse sin más ni más ¿Qué sucedió acá? ¿Warren en donde encaja en todo esto? ¿Seguirá siendo una simple casualidad haberlo visto salir de aquí? Rogaba porque fuese as
La estuve siguiendo por un largo tiempo, ella si quiera prestaba atención al camino, dio vueltas por varias manzanas y cruzó la calle en varias ocasiones sin ver a los lados. No sabía muy bien en busca de qué o quién iba, hasta que se paró justo en frente de un pequeño hostal. No intenté acércame a ella durante la caminata por la ciudad, quería que se calmara, pensará con más claridad, y quizá más tarde podría hacerlo.Vi que se registró y entró en la pequeña casa adoquinada, me di media vuelta era claro que ella no saldría de allí, fui en busca de comida, seguramente ella no habría comido nada en todo el día y aun llevaba la misma ropa que le puse para llevarla al hospital, así que también fui por algo cómodo para que se cambiara, más que preocuparme por ella esperaba que recibiera mi ofrenda y me permitiese al menos hablar. Necesitaba cinco minutos, tan solo cinco para que me escuchase. Cuando regresé me escabullí al anciano que se había dormido frente a la televisi