– ¡Mamí! – esa única simple, sencilla pero poderosa palabra removió cada fibra, cada célula del cuerpo de Elena. A ella volvía su mundo, su alma su ser, solo una madre que recupera su hijo podrá entenderlo.
Había soñado con ese momento una y otra vez, y aún así no se había podido preparar para sentirse embriagada de tanto sentimiento, sabía que su pequeño estaba bien en las manos de la señora Caitlen, ella procuraba enviarle fotos de su hijo a escondidas de Warren, pero cuando lo vio correr a lo lejos sintió que había pasado una eternidad lejos de él, había crecido en su ausencia, se había perdido de grandes momentos a su lado, jamás los iba a recuperar, pero las cosas de ahora en adelante mejorarían para ambos. O eso creía.Lo vio soltarse de la mano de la señora Caitlen y correr hac– ¿¡Qué!? ¿Estás loco? ¿De verdad crees que después de todo lo que me hiciste puedes pedirme tal cosa? – empezó Elena a alterarse a caminar de un lado al otro olvidando donde se encontraban y que la gente la empezaba a observar. – Déjame terminar de enseñarte este mundo, déjame culminar tu aprendizaje – le suplicó Joseph, esta era tal vez su última oportunidad de salvar a Elena de ese mundo, sí él la guiaba y le enseñaba lo terrible que podía ser, ella se iría para siempre y si en el camino lograba conquistarla sería una ganancia extra, aunque eso implicara quebrarle un poco su inocencia de este mundo. Esa inocencia que Ryan había logrado mantenerle. Joseph ese día en que la salvó de las garras de Warren en ese evento social quedó flechado, por la inocencia, dulzura y timidez de
Todos creen que ser una ama o una sumisa implica estrictamente en la humillación física o mental, que el dolor hace parte de esto, pero no es así necesariamente, ni siquiera el sexo hace parte de esto, esa es tu decisión. Se trata de una liberación, es quitarse una carga mental por ciertos instantes y dejar que sea alguien más quien tome esas decisiones por ti. Cuando tu poder es grande, cuando tus responsabilidades son aún más grandes, necesitas un descanso en donde no te permitas pensar más allá de obedecer. Y cuando eres una persona tímida e introvertida esa partición de tu personalidad queda anulada cuando te conviertes en un amo o ama, y rompes ese esquema y lideras, sientes el poder en tus palabras y en los actos de la otra persona. Eso era lo que Joseph intentaba explicarle a Elena con sus propias palabras.– Podemos empezar con conceptos sencillos que desees que h
– ¿Qué haces aquí? – Solo vine de vacaciones – Elena mezcló la bebida que sostenía en las manos para después darle un gran sorbo. – ¿¡Quién te dejó entrar!? – gritó Reina, se sentía ofendida, se jactaba de que la seguridad de su casa, de su personal, de todos en los hombres que ella creía le eran fieles y ahora encontraba a Elena recostada en uno de sus sillones con una bebida en las manos y descansando como si fuese la dueña de casa. – No hagas un berrinche, Reina. Tú sabes muy bien que fueron tus mismos hombres quienes me dejaron entrar. – ¿Qué demonios haces aquí?– Solo vine a visitarlos.Reina frunce el ceño, desconcertada preocupada, con el corazón latiendo a mil por hora, algo presiente que sucederá, algo no muy buen
– No puedes destruir todo – sentenció Reina mientras veía los hombres entrar, destruyendo su casa y gritando como si fuese una terrorista – Alguien tiene que quedar a cargo, alguien tiene que cargar con todo para que algunas cosas sigan funcionando. Es un equilibrio. De eso no tenía idea Elena, ella había formado su plan perfecto para que eso no funcionará más así, pero estaba tan equivocada. Ella solo había logrado derrumbar una ficha en medio de un gran campo de juego. Mientras tanto, Ryan que había salido a cumplir una de las citas de Reina, nunca había llegado a su destino, así como la mente de Elena lo pensó, así había sido, detrás de Reina había alguien más fuerte, más poderoso en todo esto. Alguien que no estaba dispuesto a perder todo lo que con mucho enfuerzo le había logrado construir.La policía tomó a Reina y la hizo tirarse al piso con tanta violencia que Elena intentó apartarlos, ella también fue empujada a un lado, mientras le hacían lectura de
– ¿Elena Park? – preguntó un hombre alto del otro lado del pasillo. Sacándome de mis pensamientos.– ¿Sí? Soy yo – contesté distraída. El lugar olía a desinfectante y medicamentos por todos lados. – Siga, por favor – a simple vista era un hombre intenso, llamativo, había logrado llamar la atención de varias mujeres en el lugar, incluidas las del personal médico.Me levanté deprisa de mi silla y caminé directo a él. Cuando entré al consultorio él ya se encontraba en su silla detrás del escritorio. – Cierra la puerta, por favor.– Buenos días – me giré y cerré la puerta con seguro. – Buenos días, Elena –sus ojos brillaban oscuros e intensos.Le sonreí amablemente.– Bien, detrás encontrarás una bata, quítate la falda y la ropa interior y te acuestas en la camilla, en un momento voy – dijo señalando el biombo que separaba el espacio en la habitación. Pasé detrás de él que le daba la espalda a la camilla. Detrás
– ¿Elena?... – me tocó el brazo que reposaba en la mesa del comedor. – Ah – dije volviendo a la realidad.– ¿Escuchaste lo que dije? Estaba escuchando su conversación y de un momento a otro mi mente voló, desde aquel día no había podido dejar de pensar en ese hombre.– Que mis padres vendrán el fin de semana, te aviso con anticipación para que vayas pensando que vas a preparar.– Sí cariño – le di una mueca por sonrisa.– Estaba delicioso, como siempre – me dio un tierno beso en la cabeza y se levantó de la mesa.– Discúlpame, tengo cosas pendientes del trabajo.– Esta bien – respondí en automático, de nuevo mi mente repetía ese suceso. – ¡Mamáaa, no quiero más! –me trajo de un golpe el grito de Santiago.– Termina de comer, por favor.– Sí mamá – volvió su pequeña carita al plato y siguió dándole vuelta a los guisantes. Respiré profundo y me levanté de la mesa, recogí el plato de Warren, el mí
– ¿Estás lista? – preguntó al escuchar la camilla chirriar por el movimiento.– Sí – dije ahogándome en mi propia respiración. Se levantó de su silla y caminó unos pasos hacía mí. Se detuvo antes de llegar y me observó por un instante. – Hermosa – repitió.Se hizo en la parte de abajo, tomó mis pies y los puso de nuevo en las taconeras. Esta vez no llevaba los guantes puestos, sus manos eran suaves, delicadas y grandes. Las subió suavemente desde mis tobillos hasta la parte interna de mis muslos, me abrió las piernas.Sonrió de medió lado. – Definitivamente hermosa – repitió de nuevo sin dejar de verme el sexo. – ¿Qué vas a hacerme?– Nada que tú no quieras Elena –Tenía toda la m*****a razón, lo deseaba desde el momento en que me tocó en la anterior consulta. Pasó sus dedos por mi vulva, tan suave como una pluma. Me removí de inmediato. Introdujo un dedo en mi vagina, con más fuerza que la anterior vez. De inmed
––Cita programada mañana 9:30 am. Consultorio de ginecología.AtentamenteDoctor, Ryan Wine––Vi en mi celular mientras cenábamos en familia, sentí como la sangre abandonó mi rostro. – ¿Quién es? – preguntó Warren.– Recordatorio de una cita médica – pude pronunciar con mucha dificultad. Le mostré la pantalla del teléfono celular. Me miró un poco extrañado – De rutina – le aclaré y asintió aliviado. Mi corazón palpitaba fuertemente. Lo que había sucedido hacia dos días en el consultorio de ese hombre me había trastocado. ¿Cómo una mujer como yo había sido capaz de hacer aquello? Esa noche no pude dormir, la vergüenza me invadía y de tan solo ver a Warren a mi lado me hacía sentir como el peor ser humano. Lo que me hacía sentir peor es que mi mente repasaba continuamente las imágenes de aquel suceso y mi cuerpo me traicionaba, la humedad se acumulaba en mi ropa interior. El primer dí