Se levantó suave, con temor a despertarla, tomo papel y pluma. Era hora de escribir su despedida. Iba a salir de su vida como un cobarde, sin decirle a la cara, solo con una nota de un amor eterno que jamás podría volver a profesarle. Con deseos, esperanzas y sueños rotos de un futuro con ella.
Es hora de decir adiós… Pero qué decirle para que acepte su adiós, qué decirle para que lo deje ir sin que lo busque, sin que le vaya a pedir que vuelve con ella.Ya estaba hecho, se iría dejándola ahí dormida, tranquila, sin saber que ocurre en ese momento, un dolor atravesó su pecho y subió hasta su garganta, hasta convertirse en una pequeña lágrima que salió por su ojo. Tomó su maleta y salió de la habitación sintiendo que moría a cada paso que se alejaba de ella, hubiese preferido que Elena lo rechazara, que ella decidieQuiero que entiendas que esto ha sido lo más difícil que he hecho en mi vida, pero no podía seguir ocultándolo, no después de escuchar a esas mujeres en la corte y ver cómo vivieron en una irrealidad con Warren, no puedo seguir haciéndote eso, no puedo darte una realidad que no existe, al menos no existe para mí, solo puedo dejar que construyas tu propio camino al lado de tu pequeño hijo Santiago y lo veas crecer, te enamores de nuevo, y que seas feliz. Soy tan culpable como él, he hecho cosas terribles, Elena, de las que sí, me arrepiento y sobre todo por eso he decidido irme de tu lado. Sin embargo, las hice en su momento, estuve consiente de cada paso que he dado en mi camino y por eso soy tan culpable como cualquier otro. Todo empezó cuando ingresé a la universidad, era todavía un adolescente y no lo digo como excusa, te lo digo porque quiero que entiendas qu
– ¡Mamí! – esa única simple, sencilla pero poderosa palabra removió cada fibra, cada célula del cuerpo de Elena. A ella volvía su mundo, su alma su ser, solo una madre que recupera su hijo podrá entenderlo.Había soñado con ese momento una y otra vez, y aún así no se había podido preparar para sentirse embriagada de tanto sentimiento, sabía que su pequeño estaba bien en las manos de la señora Caitlen, ella procuraba enviarle fotos de su hijo a escondidas de Warren, pero cuando lo vio correr a lo lejos sintió que había pasado una eternidad lejos de él, había crecido en su ausencia, se había perdido de grandes momentos a su lado, jamás los iba a recuperar, pero las cosas de ahora en adelante mejorarían para ambos. O eso creía. Lo vio soltarse de la mano de la señora Caitlen y correr hac
– ¿¡Qué!? ¿Estás loco? ¿De verdad crees que después de todo lo que me hiciste puedes pedirme tal cosa? – empezó Elena a alterarse a caminar de un lado al otro olvidando donde se encontraban y que la gente la empezaba a observar. – Déjame terminar de enseñarte este mundo, déjame culminar tu aprendizaje – le suplicó Joseph, esta era tal vez su última oportunidad de salvar a Elena de ese mundo, sí él la guiaba y le enseñaba lo terrible que podía ser, ella se iría para siempre y si en el camino lograba conquistarla sería una ganancia extra, aunque eso implicara quebrarle un poco su inocencia de este mundo. Esa inocencia que Ryan había logrado mantenerle. Joseph ese día en que la salvó de las garras de Warren en ese evento social quedó flechado, por la inocencia, dulzura y timidez de
Todos creen que ser una ama o una sumisa implica estrictamente en la humillación física o mental, que el dolor hace parte de esto, pero no es así necesariamente, ni siquiera el sexo hace parte de esto, esa es tu decisión. Se trata de una liberación, es quitarse una carga mental por ciertos instantes y dejar que sea alguien más quien tome esas decisiones por ti. Cuando tu poder es grande, cuando tus responsabilidades son aún más grandes, necesitas un descanso en donde no te permitas pensar más allá de obedecer. Y cuando eres una persona tímida e introvertida esa partición de tu personalidad queda anulada cuando te conviertes en un amo o ama, y rompes ese esquema y lideras, sientes el poder en tus palabras y en los actos de la otra persona. Eso era lo que Joseph intentaba explicarle a Elena con sus propias palabras.– Podemos empezar con conceptos sencillos que desees que h
– ¿Qué haces aquí? – Solo vine de vacaciones – Elena mezcló la bebida que sostenía en las manos para después darle un gran sorbo. – ¿¡Quién te dejó entrar!? – gritó Reina, se sentía ofendida, se jactaba de que la seguridad de su casa, de su personal, de todos en los hombres que ella creía le eran fieles y ahora encontraba a Elena recostada en uno de sus sillones con una bebida en las manos y descansando como si fuese la dueña de casa. – No hagas un berrinche, Reina. Tú sabes muy bien que fueron tus mismos hombres quienes me dejaron entrar. – ¿Qué demonios haces aquí?– Solo vine a visitarlos.Reina frunce el ceño, desconcertada preocupada, con el corazón latiendo a mil por hora, algo presiente que sucederá, algo no muy buen
– No puedes destruir todo – sentenció Reina mientras veía los hombres entrar, destruyendo su casa y gritando como si fuese una terrorista – Alguien tiene que quedar a cargo, alguien tiene que cargar con todo para que algunas cosas sigan funcionando. Es un equilibrio. De eso no tenía idea Elena, ella había formado su plan perfecto para que eso no funcionará más así, pero estaba tan equivocada. Ella solo había logrado derrumbar una ficha en medio de un gran campo de juego. Mientras tanto, Ryan que había salido a cumplir una de las citas de Reina, nunca había llegado a su destino, así como la mente de Elena lo pensó, así había sido, detrás de Reina había alguien más fuerte, más poderoso en todo esto. Alguien que no estaba dispuesto a perder todo lo que con mucho enfuerzo le había logrado construir.La policía tomó a Reina y la hizo tirarse al piso con tanta violencia que Elena intentó apartarlos, ella también fue empujada a un lado, mientras le hacían lectura de
– ¿Elena Park? – preguntó un hombre alto del otro lado del pasillo. Sacándome de mis pensamientos.– ¿Sí? Soy yo – contesté distraída. El lugar olía a desinfectante y medicamentos por todos lados. – Siga, por favor – a simple vista era un hombre intenso, llamativo, había logrado llamar la atención de varias mujeres en el lugar, incluidas las del personal médico.Me levanté deprisa de mi silla y caminé directo a él. Cuando entré al consultorio él ya se encontraba en su silla detrás del escritorio. – Cierra la puerta, por favor.– Buenos días – me giré y cerré la puerta con seguro. – Buenos días, Elena –sus ojos brillaban oscuros e intensos.Le sonreí amablemente.– Bien, detrás encontrarás una bata, quítate la falda y la ropa interior y te acuestas en la camilla, en un momento voy – dijo señalando el biombo que separaba el espacio en la habitación. Pasé detrás de él que le daba la espalda a la camilla. Detrás
– ¿Elena?... – me tocó el brazo que reposaba en la mesa del comedor. – Ah – dije volviendo a la realidad.– ¿Escuchaste lo que dije? Estaba escuchando su conversación y de un momento a otro mi mente voló, desde aquel día no había podido dejar de pensar en ese hombre.– Que mis padres vendrán el fin de semana, te aviso con anticipación para que vayas pensando que vas a preparar.– Sí cariño – le di una mueca por sonrisa.– Estaba delicioso, como siempre – me dio un tierno beso en la cabeza y se levantó de la mesa.– Discúlpame, tengo cosas pendientes del trabajo.– Esta bien – respondí en automático, de nuevo mi mente repetía ese suceso. – ¡Mamáaa, no quiero más! –me trajo de un golpe el grito de Santiago.– Termina de comer, por favor.– Sí mamá – volvió su pequeña carita al plato y siguió dándole vuelta a los guisantes. Respiré profundo y me levanté de la mesa, recogí el plato de Warren, el mí