– ¿Estás lista? – preguntó al escuchar la camilla chirriar por el movimiento.
– Sí – dije ahogándome en mi propia respiración.Se levantó de su silla y caminó unos pasos hacía mí. Se detuvo antes de llegar y me observó por un instante.– Hermosa – repitió.Se hizo en la parte de abajo, tomó mis pies y los puso de nuevo en las taconeras.Esta vez no llevaba los guantes puestos, sus manos eran suaves, delicadas y grandes. Las subió suavemente desde mis tobillos hasta la parte interna de mis muslos, me abrió las piernas.Sonrió de medió lado.– Definitivamente hermosa – repitió de nuevo sin dejar de verme el sexo.– ¿Qué vas a hacerme?– Nada que tú no quieras Elena –Tenía toda la m*****a razón, lo deseaba desde el momento en que me tocó en la anterior consulta.Pasó sus dedos por mi vulva, tan suave como una pluma. Me removí de inmediato. Introdujo un dedo en mi vagina, con más fuerza que la anterior vez. De inmedObra con copyright © prohibida la distribución por fuera de esta plataforma.
––Cita programada mañana 9:30 am. Consultorio de ginecología.AtentamenteDoctor, Ryan Wine––Vi en mi celular mientras cenábamos en familia, sentí como la sangre abandonó mi rostro. – ¿Quién es? – preguntó Warren.– Recordatorio de una cita médica – pude pronunciar con mucha dificultad. Le mostré la pantalla del teléfono celular. Me miró un poco extrañado – De rutina – le aclaré y asintió aliviado. Mi corazón palpitaba fuertemente. Lo que había sucedido hacia dos días en el consultorio de ese hombre me había trastocado. ¿Cómo una mujer como yo había sido capaz de hacer aquello? Esa noche no pude dormir, la vergüenza me invadía y de tan solo ver a Warren a mi lado me hacía sentir como el peor ser humano. Lo que me hacía sentir peor es que mi mente repasaba continuamente las imágenes de aquel suceso y mi cuerpo me traicionaba, la humedad se acumulaba en mi ropa interior. El primer dí
No sabía si esa palabra la había dicho yo o estaba teniendo algún problema de personalidad múltiple.– Fóllame, Ryan… – repetí.Me alzó en sus dos brazos y rodeé sus caderas con mis piernas. Su boca cubrió la mía con deseo, su lengua entraba y salía de mi boca. Sus manos acariciaban con fervor mi espalda. Me puso con cuidado sobre el brazo del sofá.De un solo movimiento metió sus manos por debajo de mi buzo y lo sacó por encima. Sus movimientos eran rápidos, decididos pero delicados. Colocó sus manos sobre mis senos, acariciaba la suave tela de encaje color blanco. Mi respiración se iba acelerando con cada caricia. Desabrochó el sostén por delante y empezó a besarme los pezones. – ¿Aquí sí puedo hacer ruido? – jadeé cerca de su oído. – Todo el que quieras – gruñó. – ¡Ah! – liberé un gemido al sentir un mordisco sutil en mi pezón derecho. Su cuerpo reaccionó de inmediato, juntó más su pelvis a la mí
– ¡Mierda Elena, despierta!... Tienes que ir por tu hijo.Me levanté de un solo golpe. – ¿Qué … qué hora es? –tartamudeé nerviosa. Buscando sobré la manta mi teléfono celular. – 12:30pm – salió corriendo desnudo de la habitación, recogió mi ropa y la trajo.– Aún tengo 1 hora – le tranquilicé. – ¿Ah sí? – Sí – le sonreí y pasé mi mano por mi cabello tomando aire. Su mirada cambió, destelló.– No te había visto sonreír.– ¿Qué? – Que no te había visto sonreír, eres muy hermosa.Me sonrojé de inmediato.– Gracias – susurré mirando mis manos. Caminó hacía mí.– No seas tímida, Elena, siéntete orgullosa de lo que eres.Levantó mi rostro con su mano y me besó suave, podría decirse que con amor. – Creo que te alcanzas a dar una ducha antes de salir – dijo suavemente. – Gracias – tomé mi ropa y me dirigí al baño, tomé una rápida ducha, iba a empezar a
– Te ves agotada – dijo Leonor la madre de Warren al verme – ¿Estás embarazada? –me abrazó en un cálido saludo. – Es un gusto verte Leonor – contesté con una tímida sonrisa. – No debiste operarte, debiste tener más hijos, mira no más Santiago ya tiene 6 años –dijo señalándolo con algo de nostalgia. Le sonreí amablemente para no decirle nada. Los invité a pasar directamente al comedor para la cena. Warren escuchaba a sus padres atento, sus animosas historias de sus vacaciones por Europa y los días que pasaron en la casa de verano en Italia. – Deben volver pronto a Italia, es maravilloso.– Trataremos de ir a final de año madre, sabes que tengo mucho trabajo.– Entonces deberías ir tú y mi querido nieto, no entiendo por qué les gusta tanto Londres, es tan frío… – dio un trago largo a su copa – … Y aburrido.Imágenes de Ryan pasaron por mi mente. ¿Aburrido? ¡No! ¿Loco? ¡Definitivamente!Mi mente me traicionó y esbocé una p
– Mamá, mamá, mamá.– Mm – contesté entre sueños. Santiago brincaba en la cama y me movía para despertarme.– Mamá, ¿Vamos a la playa? – Seguía brincando. – Es temprano aún – me negaba a abrir mis ojos, por fin había podido tener una noche medianamente tranquila, llevábamos dos días completos en la playa, jugando todo el día en la arena y las olas bajas en la orilla del mar. Abrí mis ojos y le hice un mohín de tristeza por despertarme.– Quiero dormir.– ¡Anda! Mamá.– Así me haces tú cuando no quieres ir a la escuela – me dio una sonrisa inocente y juguetona, ya estaba muy despierto y con mucha… mucha energía. – Ve a vestirte, voy a preparar el desayuno.– ¡Sí! –salió corriendo de la habitación. Miré mi teléfono celular, sin mensajes. Sin llamadas. Sin correos electrónicos. Di un fuerte suspiro, no sé ni que espero, dijo que si no aceptaba saldría de mi vida. Cerré mis ojos para ver los su
– ¿Qué carajos haces aquí? ¿Cómo sabes de esta casa? –me acerqué en dos pasos fuertes y decididos a Ryan. – Cálmate, Elena, por favor –estiro sus palmas al frente en señal de rendición.– Contéstame, imbécil –me lanzó una mirada de advertencia a mi lenguaje.– Contéstame – dije tratando de respirar para calmarme.– Conozco muchas cosas de ti porque te he investigado, lo hice para saber quién eras antes de hacerte la propuesta.– ¿Qué más sabes sobre mí? – Lo sé todo, Elena –salió lentamente del coche.– ¿Quién demonios eres para hacer esto? – Es mi trabajo, pero toda esa información está a salvo conmigo –Ahora me tocaba mirar hacia arriba para hablarle, era un hombre alto. – No te creo – crucé mis brazos y me planté firme frente a él.Dio un largo suspiro.– Elena… – dio un paso lento para acercarse.– Hemos tenido dos placenteros momentos, si quisiera arruinarte de alguna manera, ya lo hubiese hecho
– Eso quería escuchar– se abalanzó sobre mí y me alzó, me cubrió mi boca con la suya y me besó presuroso. – ¿Hay alguna habitación en la que podamos estar? –peguntó agitado.– Sí.Me bajó, le tomé la mano y lo llevé hasta una habitación de invitados de la primera planta. – ¿Aquí puedes hacer ruido? – Am –hice un gesto con las manos que indicaba más o menos. Se carcajeo. – Ven aquí, Elena –se mordió el labio inferior, me halo de la mano hasta tenerme en sus brazos. Me besó suavemente y al final antes de separarse, tomó mi labio y le dio un pequeño mordisco. –Ah –gemí.Tomó el vestido y lo fue bajando hasta caer a los pies, no llevaba puesto sostén, solo me quedaban las bragas rotas. – Prometo reponerlas –sonrió victorioso. – No hace falta –le tranquilicé.– Acuéstate, por favor.Le obedecí. Delicadamente me acosté boca arriba en la cama, nuestros ojos no se separaban. Se f
__No soy feliz, ya no.AtentamenteElena Park__Después de otras cuantas, muchas copas de vino decidí enviarle un mail con mi respuesta. __Gracias por tu sinceridad, Elena.AtentamenteDoctor, Ryan Wine__Recibí su respuesta inmediatamente. Me fui a la cama un poco más aliviada, ebria, cansada y aún con olor a él y a su sexo. (…)Una sensación horrible me invadió, sentí nauseas, la cabeza me daba vueltas, intenté abrir los ojos, pero la luz del día me cegaba y me hacía doler más la cabeza. ¡Oh, Dios! ¡Te mereces esto, Elena! Me reproché. – Buenos días, señora Park –una voz dulce y delicada me asustó, abrí los ojos de par en par y busqué con la mirada nublosa de quien provenía la voz. – ¿Quién eres? ¿Cómo entraste? –pregunté asustada cuando vi a una señora de edad en mi habitación.– Cálmese, señora P