__No soy feliz, ya no.AtentamenteElena Park__Después de otras cuantas, muchas copas de vino decidí enviarle un mail con mi respuesta.__Gracias por tu sinceridad, Elena.AtentamenteDoctor, Ryan Wine__Recibí su respuesta inmediatamente.
Me fui a la cama un poco más aliviada, ebria, cansada y aún con olor a él y a su sexo.(…)Una sensación horrible me invadió, sentí nauseas, la cabeza me daba vueltas, intenté abrir los ojos, pero la luz del día me cegaba y me hacía doler más la cabeza.¡Oh, Dios! ¡Te mereces esto, Elena! Me reproché.– Buenos días, señora Park –una voz dulce y delicada me asustó, abrí los ojos de par en par y busqué con la mirada nublosa de quien provenía la voz.– ¿Quién eres? ¿Cómo entraste? –pregunté asustada cuando vi a una señora de edad en mi habitación.– Cálmese, señora PObra con copyright © prohibida la distribución por fuera de esta plataforma.
El mar esa mañana estaba más picado, el sol era más intenso, el verano estaba empezando a pegar con más fuerza.Llevé a Santi a ver los peces y animales marinos, y luego a la playa a jugar un rato.– Bip –Bip –__Cuando duermas a Santiago, llegará la señora Caitlin. Estará pendiente de tu hijo por si se despierta. Ryan.__Mi corazón se detuvo por completo, ¿Sería esta misma noche el encuentro? O me vería con él. De igual manera sonaba a que tendría que salir lejos de casa. Llamé a Warren sobre todo para saber cuándo y a qué hora llegaría exactamente al día siguiente. __Mi esposo llega mañana a las 7:00 am, tengo que estar en casa a esa hora, sola, únicamente con Santiago. Elena.__– Bip –Bip –__Estarás en casa mucho más antes para que puedas descansar para ver a tu esposo. No te preocupes. Ryan.__Contestó de inmediato.En
Íbamos hablando amenamente, era la primera vez que se abría de esa manera conmigo, también la charla más larga que habíamos tenido. Sin echarnos encima el uno al otro, tres de cuatro encuentros que había tenido con él habían terminado en sexo, con este iba a ser cinco. – Llegamos –dijo Ryan.Lo miré detenidamente, los nervios volvían a mi cuerpo como una oleada fuerte. – Habitación 312– Me pasó la llave con el numero marcado en una placa dorada.– Bien… – No necesitas anunciarte, solo entras, subes hasta el tercer piso y buscas la habitación.– Bien… – dije en un hilo de voz. – Que tengas una noche placentera, Elena.– Gracias, Ryan.Se bajó del coche, me abrió la puerta y me ayudó a salir. – Ven aquí, nena –se lanzó hacía mí, me dio un apasionado y largo beso, la humedad inmediatamente la sentí en mi ropa interior.Nos separamos jadeando. – ¡Anda! –me dio un azote fuerte en el culo
Toda esa sensación era nueva para mí, me había corrido sin que me tocaran y sin que yo me tocara. Bajó su mano y retiró el huevo de mi vagina. Acomodó mis bragas en su lugar. – Mm –me hizo estremecer. Sacó un pañuelo de su abrigo y limpió el huevo, lo puso con cuidado de nuevo en la caja y la cerró.– ¿Quieres que te desnude o prefieres quedarte así?– Desnúdame.Me ofreció la mano para ayudarme a levantar de la cama. Pasó sus dedos por el escote en mi espalda, fue bajando la mano lentamente. Con delicadeza fue bajando los tirantes del vestido, hasta que el pecho quedó descubierto. Me lanzó una mirada esperando la aprobación. Asentí con la cabeza. Llevó su boca a mis senos, los succionó con fuerza, su lengua se movía sobre mis pezones, antes de apartarse les dio un sutil mordisco. – Ah –me hizo gemir.Desabrochó los botones que daban justo sobre mi trasero. Las leves caricias me hacían erizar los vellos de mi cuerpo. – Voy
Cuando salí Ryan estaba recargado en la puerta del coche mirando al cielo, tenía un cigarro en la mano. Parecía distraído por sus pensamientos. Me fui acercando despacio a él. Estaba completamente agotada, mi cabello húmedo caía sobre mis hombros y mojaba mi espalda. Volteó a verme y su mirada era neutra, no podía distinguir ni un solo pensamiento en sus gestos. – Elena… – susurró. Quizá era porque ya no me veía tan espectacular como unas cuantas horas atrás. Ya no llevaba una sola gota de maquillaje en mi rostro. Mi caminar era torpe y desgastado. Solo quería llegar a casa a dormir. Apagó el cigarro, se dio vuelta al coche y me ayudó a subir. Se quitó su abrigo y lo puso sobre mi pecho. Me ayudó a poner el cinturón. – Descansa, nena –me dio una tierna caricia en el mentón.Se subió al coche y arrancó camino a casa, cerré mis ojos y me dejé llevar por el cansancio escuchando en la radio alguna canción de Nina Simone. Cuando abrí l
– Me gustaría ir de compras un rato. Hace mucho que no lo hago –le dije a Warren mientras terminábamos de desayunar. – ¿No podrías ir entre semana? – El domingo nos devolvemos a casa, quería hacer unas compras aquí –insistí.– No quiero ir de compras.– Yo tampoco, mami –apoyó la noción.– Entonces quédense los dos en la playa.– La verdad no sé si eso sea una buena idea, Elena.–Esta bien, iré otro día –me rendí decepcionada. Estaba cuidando a mi hijo y ahora debía cuidar a mi esposo. Terminamos de desayunar y alistamos nuestras cosas para salir a la playa. – ¿A qué playas has ido? – Fuimos a Cala del Guesso y Casseta Civinini, son mis preferidas –le hice una pequeña sonrisa para parecer amable, aún me sentía molesta. – Si quieres vamos a Casseta Civinini un rato y luego a Cala Violina –intentaba contentarme. – Como tú prefieras.– Bien… Fuimos direct
– Bip –Bip – Sonó uno de mis teléfonos. __Ven a mi departamento. 9:30amRyan.__Me fui a dormir después de ver el mensaje. Había pasado ya una semana completa sin saber nada e Ryan. –Bip –Bip –sonó justo a las 9:30 am__Te estoy esperando.Ryan__– Bip –Bip – __ Elena, te estuve esperando por tres horas, puedes tener al menos la decencia de responder las llamadas o los mensajes.Ryan.__Pasé el día ignorando las llamadas de Ryan. Ya había pasado una semana desde que habíamos regresado de Italia. Ryan, no se había comunicado conmigo hasta entonces. Yo tampoco había hecho el mínimo esfuerzo. Aun no estaba segura de firmar el contrato. Pero no podía negar que mi cuerpo me pedía otra experiencia como esas, en ocasiones me pillaba pensando en Ryan o en Adriano. Mi cuerpo y mi sexo reaccionaban de inmediato, la humedad en mis bragas no me dejaba mentir. Lo ex
Caminamos por el estacionamiento hasta el ascensor. Subimos hasta el décimo piso. Entramos a una especie de bar, pero no se veían las mesas con sus respectivas sillas. El mesero que esperaba en la puerta nos guio hasta una pequeña habitación. Allí si había una pequeña y elegante mesa para dos. Todo el lugar era extraño, una combinación estética entre asiática y película de mafias italianas. – ¿Qué es este lugar? –Le pregunté a Ryan, mientras me corría la silla para que me sentara. – Un lugar privado, para tomar algo.– ¿Privado? Y si mejor me llevabas a un bunker.– ¿Prefieres que te lleve a un PUB? – Sería menos extraño –observé que el mesero aun nos acompañaba en silencio, esperando alguna orden.– ¿Extraño? –preguntó Ryan.– Siento que hacen reuniones “clandestinas” en este lugar –susurré para que el mesero no me escuchara.Ryan, se carcajeo fuerte. – “Clandestinas” –hizo la misma seña con los
Ryan apareció con dos copas de vino blanco en las manos. Yo, intentaba respirar para controlar la excitación. También estaba perdiendo la cordura y la decencia. ¿Sexo? ¿En este lugar? Quién sabe cuántas personas estarían allí afuera, muy cerca de nosotros, escucharían todo. Sin mencionar al mesero que nos atendió. Primero en el consultorio médico, luego aquí. Cuando antes no salía de una habitación y si lo hacía en cualquier otro lugar de la casa, me sentía fatal. – ¿No es algo temprano para beber licor? –le pregunté.– Es tan solo una copa, no te vas a embriagar.Me pasó la copa de una manera muy elegante, ahora que lo pensaba bien, sus movimientos eran metódicos, elegantes, muy bien pensados y aprendidos. Como si hubiese tomado clases de etiqueta o algo similar.Tomé un sorbo.– Quiero saber más de ti.Su mirada se tornó confusa, quizá ya había analizado su siguiente movimiento de mi petición anterior.– ¿Qué quieres