Toda esa sensación era nueva para mí, me había corrido sin que me tocaran y sin que yo me tocara.
Bajó su mano y retiró el huevo de mi vagina. Acomodó mis bragas en su lugar.– Mm –me hizo estremecer. Sacó un pañuelo de su abrigo y limpió el huevo, lo puso con cuidado de nuevo en la caja y la cerró.– ¿Quieres que te desnude o prefieres quedarte así?– Desnúdame.Me ofreció la mano para ayudarme a levantar de la cama. Pasó sus dedos por el escote en mi espalda, fue bajando la mano lentamente. Con delicadeza fue bajando los tirantes del vestido, hasta que el pecho quedó descubierto. Me lanzó una mirada esperando la aprobación. Asentí con la cabeza. Llevó su boca a mis senos, los succionó con fuerza, su lengua se movía sobre mis pezones, antes de apartarse les dio un sutil mordisco.– Ah –me hizo gemir.Desabrochó los botones que daban justo sobre mi trasero. Las leves caricias me hacían erizar los vellos de mi cuerpo.– VoyObra con copyright © prohibida la distribución por fuera de esta plataforma.
Cuando salí Ryan estaba recargado en la puerta del coche mirando al cielo, tenía un cigarro en la mano. Parecía distraído por sus pensamientos. Me fui acercando despacio a él. Estaba completamente agotada, mi cabello húmedo caía sobre mis hombros y mojaba mi espalda. Volteó a verme y su mirada era neutra, no podía distinguir ni un solo pensamiento en sus gestos. – Elena… – susurró. Quizá era porque ya no me veía tan espectacular como unas cuantas horas atrás. Ya no llevaba una sola gota de maquillaje en mi rostro. Mi caminar era torpe y desgastado. Solo quería llegar a casa a dormir. Apagó el cigarro, se dio vuelta al coche y me ayudó a subir. Se quitó su abrigo y lo puso sobre mi pecho. Me ayudó a poner el cinturón. – Descansa, nena –me dio una tierna caricia en el mentón.Se subió al coche y arrancó camino a casa, cerré mis ojos y me dejé llevar por el cansancio escuchando en la radio alguna canción de Nina Simone. Cuando abrí l
– Me gustaría ir de compras un rato. Hace mucho que no lo hago –le dije a Warren mientras terminábamos de desayunar. – ¿No podrías ir entre semana? – El domingo nos devolvemos a casa, quería hacer unas compras aquí –insistí.– No quiero ir de compras.– Yo tampoco, mami –apoyó la noción.– Entonces quédense los dos en la playa.– La verdad no sé si eso sea una buena idea, Elena.–Esta bien, iré otro día –me rendí decepcionada. Estaba cuidando a mi hijo y ahora debía cuidar a mi esposo. Terminamos de desayunar y alistamos nuestras cosas para salir a la playa. – ¿A qué playas has ido? – Fuimos a Cala del Guesso y Casseta Civinini, son mis preferidas –le hice una pequeña sonrisa para parecer amable, aún me sentía molesta. – Si quieres vamos a Casseta Civinini un rato y luego a Cala Violina –intentaba contentarme. – Como tú prefieras.– Bien… Fuimos direct
– Bip –Bip – Sonó uno de mis teléfonos. __Ven a mi departamento. 9:30amRyan.__Me fui a dormir después de ver el mensaje. Había pasado ya una semana completa sin saber nada e Ryan. –Bip –Bip –sonó justo a las 9:30 am__Te estoy esperando.Ryan__– Bip –Bip – __ Elena, te estuve esperando por tres horas, puedes tener al menos la decencia de responder las llamadas o los mensajes.Ryan.__Pasé el día ignorando las llamadas de Ryan. Ya había pasado una semana desde que habíamos regresado de Italia. Ryan, no se había comunicado conmigo hasta entonces. Yo tampoco había hecho el mínimo esfuerzo. Aun no estaba segura de firmar el contrato. Pero no podía negar que mi cuerpo me pedía otra experiencia como esas, en ocasiones me pillaba pensando en Ryan o en Adriano. Mi cuerpo y mi sexo reaccionaban de inmediato, la humedad en mis bragas no me dejaba mentir. Lo ex
Caminamos por el estacionamiento hasta el ascensor. Subimos hasta el décimo piso. Entramos a una especie de bar, pero no se veían las mesas con sus respectivas sillas. El mesero que esperaba en la puerta nos guio hasta una pequeña habitación. Allí si había una pequeña y elegante mesa para dos. Todo el lugar era extraño, una combinación estética entre asiática y película de mafias italianas. – ¿Qué es este lugar? –Le pregunté a Ryan, mientras me corría la silla para que me sentara. – Un lugar privado, para tomar algo.– ¿Privado? Y si mejor me llevabas a un bunker.– ¿Prefieres que te lleve a un PUB? – Sería menos extraño –observé que el mesero aun nos acompañaba en silencio, esperando alguna orden.– ¿Extraño? –preguntó Ryan.– Siento que hacen reuniones “clandestinas” en este lugar –susurré para que el mesero no me escuchara.Ryan, se carcajeo fuerte. – “Clandestinas” –hizo la misma seña con los
Ryan apareció con dos copas de vino blanco en las manos. Yo, intentaba respirar para controlar la excitación. También estaba perdiendo la cordura y la decencia. ¿Sexo? ¿En este lugar? Quién sabe cuántas personas estarían allí afuera, muy cerca de nosotros, escucharían todo. Sin mencionar al mesero que nos atendió. Primero en el consultorio médico, luego aquí. Cuando antes no salía de una habitación y si lo hacía en cualquier otro lugar de la casa, me sentía fatal. – ¿No es algo temprano para beber licor? –le pregunté.– Es tan solo una copa, no te vas a embriagar.Me pasó la copa de una manera muy elegante, ahora que lo pensaba bien, sus movimientos eran metódicos, elegantes, muy bien pensados y aprendidos. Como si hubiese tomado clases de etiqueta o algo similar.Tomé un sorbo.– Quiero saber más de ti.Su mirada se tornó confusa, quizá ya había analizado su siguiente movimiento de mi petición anterior.– ¿Qué quieres
– Señora Elena –se apresuró a decir él. – Director Jones –el frio saludo lo hizo sentir decepcionado y modifico una amplia sonrisa por un gesto más amable. – ¿Dónde está? –me apresuré a preguntar antes de que empezaran con sus historias, excusas y relatos de lo que había sucedido. – Por aquí.Seguí con detenimiento a la maestra. Recorrimos varios pasillos, todos iguales, parecía un laberinto, nunca antes se me había hecho tan grande este lugar. Golpeó una puerta roja y seguido la abrió una mujer de más edad. Me apresuré a entrar sin ser invitada. – ¡Mami! –gritó mi pequeño al verme, tenía su carita cubierta de lágrimas, un enorme trozo de gasa cubría la mitad de su frente. De un solo salto, me acerqué a él y lo abracé. – ¿Qué pasó? –aniquilé con la mirada a las dos mujeres que estaban frente a mí. Y al parecer a director, que nos había seguido silencioso, observando con detenimiento mi reacción.– Se… se cayó del
Me quedé unos minutos más tratando de dejar mi mente en blanco, me levanté para preparar algo ligero para el almuerzo de ambos. – Come rápido, debemos ir al médico –le dije a Santi que jugueteaba con la comida, aún estaba algo adormilado. Puso cara de no aprobar este y el siguiente plan, él solo quería dormir. Traté de hacerlo comer lo que más pude y emprendimos el viaje al centro médico, donde siempre lo atendían a él. Apenas llegamos, solicité una revisión sin cita previa, como no era tan urgente, se tardarían en atendernos. Nos sentamos resignados a la larga espera. Jugamos un rato con las manos para tratar de mantenerlo distraído, al siguiente rato se sintió algo caprichoso y quería que lo alzara y le acariciara. Lo puse sobre mis piernas, se trepó a mi cuello, y empecé a acariciarle la espalda con suavidad, para que se relajara. De reojo vi cruzar por el pasillo a un hombre alto, de cabellos oscuros y bata larga. Mi corazón se paró de un brinco, él i
––¿Cómo siguió tu hijo? ¿Cómo estás tú?Un beso, preciosa. Espero verte pronto, Elena. Ryan.–––El mismo mensaje en las mañanas durante estos tres días. Ryan había estado muy pendiente de ambos, o quizá estaba tan desesperado como yo de vernos pronto, pero Warren había decidido no enviarlo esta semana completa a la escuela, intenté persuadirle de lo contrario, ya había perdido una semana cuando estuvimos en Italia y ahora esto, cuando regresara se iba a sentir perdido. Y él, por supuesto había ganado. ––Santiago mejor que ayer, estoy bien ¿Y tú?Elena.–––La misma respuesta, para las mismas preguntas, sin embargo, él dejaba la conversación allí, no contestaba mi pregunta hacía si él estaba bien o no. O era un hombre muy ocupado, o no le gustaba hacer mucha conversación. Estuve tentada a llamarle un par de ocasiones, solo para escuchar su voz, y allí me di cuenta de que ese hombre no solo me había removido