– Mamá, mamá, mamá.
– Mm – contesté entre sueños. Santiago brincaba en la cama y me movía para despertarme. – Mamá, ¿Vamos a la playa? – Seguía brincando.– Es temprano aún – me negaba a abrir mis ojos, por fin había podido tener una noche medianamente tranquila, llevábamos dos días completos en la playa, jugando todo el día en la arena y las olas bajas en la orilla del mar.Abrí mis ojos y le hice un mohín de tristeza por despertarme.– Quiero dormir.– ¡Anda! Mamá. – Así me haces tú cuando no quieres ir a la escuela – me dio una sonrisa inocente y juguetona, ya estaba muy despierto y con mucha… mucha energía.– Ve a vestirte, voy a preparar el desayuno.– ¡Sí! –salió corriendo de la habitación.Miré mi teléfono celular, sin mensajes. Sin llamadas. Sin correos electrónicos.Di un fuerte suspiro, no sé ni que espero, dijo que si no aceptaba saldría de mi vida.Cerré mis ojos para ver los suObra con copyright © prohibida la distribución por fuera de esta plataforma.
– ¿Qué carajos haces aquí? ¿Cómo sabes de esta casa? –me acerqué en dos pasos fuertes y decididos a Ryan. – Cálmate, Elena, por favor –estiro sus palmas al frente en señal de rendición.– Contéstame, imbécil –me lanzó una mirada de advertencia a mi lenguaje.– Contéstame – dije tratando de respirar para calmarme.– Conozco muchas cosas de ti porque te he investigado, lo hice para saber quién eras antes de hacerte la propuesta.– ¿Qué más sabes sobre mí? – Lo sé todo, Elena –salió lentamente del coche.– ¿Quién demonios eres para hacer esto? – Es mi trabajo, pero toda esa información está a salvo conmigo –Ahora me tocaba mirar hacia arriba para hablarle, era un hombre alto. – No te creo – crucé mis brazos y me planté firme frente a él.Dio un largo suspiro.– Elena… – dio un paso lento para acercarse.– Hemos tenido dos placenteros momentos, si quisiera arruinarte de alguna manera, ya lo hubiese hecho
– Eso quería escuchar– se abalanzó sobre mí y me alzó, me cubrió mi boca con la suya y me besó presuroso. – ¿Hay alguna habitación en la que podamos estar? –peguntó agitado.– Sí.Me bajó, le tomé la mano y lo llevé hasta una habitación de invitados de la primera planta. – ¿Aquí puedes hacer ruido? – Am –hice un gesto con las manos que indicaba más o menos. Se carcajeo. – Ven aquí, Elena –se mordió el labio inferior, me halo de la mano hasta tenerme en sus brazos. Me besó suavemente y al final antes de separarse, tomó mi labio y le dio un pequeño mordisco. –Ah –gemí.Tomó el vestido y lo fue bajando hasta caer a los pies, no llevaba puesto sostén, solo me quedaban las bragas rotas. – Prometo reponerlas –sonrió victorioso. – No hace falta –le tranquilicé.– Acuéstate, por favor.Le obedecí. Delicadamente me acosté boca arriba en la cama, nuestros ojos no se separaban. Se f
__No soy feliz, ya no.AtentamenteElena Park__Después de otras cuantas, muchas copas de vino decidí enviarle un mail con mi respuesta. __Gracias por tu sinceridad, Elena.AtentamenteDoctor, Ryan Wine__Recibí su respuesta inmediatamente. Me fui a la cama un poco más aliviada, ebria, cansada y aún con olor a él y a su sexo. (…)Una sensación horrible me invadió, sentí nauseas, la cabeza me daba vueltas, intenté abrir los ojos, pero la luz del día me cegaba y me hacía doler más la cabeza. ¡Oh, Dios! ¡Te mereces esto, Elena! Me reproché. – Buenos días, señora Park –una voz dulce y delicada me asustó, abrí los ojos de par en par y busqué con la mirada nublosa de quien provenía la voz. – ¿Quién eres? ¿Cómo entraste? –pregunté asustada cuando vi a una señora de edad en mi habitación.– Cálmese, señora P
El mar esa mañana estaba más picado, el sol era más intenso, el verano estaba empezando a pegar con más fuerza.Llevé a Santi a ver los peces y animales marinos, y luego a la playa a jugar un rato.– Bip –Bip –__Cuando duermas a Santiago, llegará la señora Caitlin. Estará pendiente de tu hijo por si se despierta. Ryan.__Mi corazón se detuvo por completo, ¿Sería esta misma noche el encuentro? O me vería con él. De igual manera sonaba a que tendría que salir lejos de casa. Llamé a Warren sobre todo para saber cuándo y a qué hora llegaría exactamente al día siguiente. __Mi esposo llega mañana a las 7:00 am, tengo que estar en casa a esa hora, sola, únicamente con Santiago. Elena.__– Bip –Bip –__Estarás en casa mucho más antes para que puedas descansar para ver a tu esposo. No te preocupes. Ryan.__Contestó de inmediato.En
Íbamos hablando amenamente, era la primera vez que se abría de esa manera conmigo, también la charla más larga que habíamos tenido. Sin echarnos encima el uno al otro, tres de cuatro encuentros que había tenido con él habían terminado en sexo, con este iba a ser cinco. – Llegamos –dijo Ryan.Lo miré detenidamente, los nervios volvían a mi cuerpo como una oleada fuerte. – Habitación 312– Me pasó la llave con el numero marcado en una placa dorada.– Bien… – No necesitas anunciarte, solo entras, subes hasta el tercer piso y buscas la habitación.– Bien… – dije en un hilo de voz. – Que tengas una noche placentera, Elena.– Gracias, Ryan.Se bajó del coche, me abrió la puerta y me ayudó a salir. – Ven aquí, nena –se lanzó hacía mí, me dio un apasionado y largo beso, la humedad inmediatamente la sentí en mi ropa interior.Nos separamos jadeando. – ¡Anda! –me dio un azote fuerte en el culo
Toda esa sensación era nueva para mí, me había corrido sin que me tocaran y sin que yo me tocara. Bajó su mano y retiró el huevo de mi vagina. Acomodó mis bragas en su lugar. – Mm –me hizo estremecer. Sacó un pañuelo de su abrigo y limpió el huevo, lo puso con cuidado de nuevo en la caja y la cerró.– ¿Quieres que te desnude o prefieres quedarte así?– Desnúdame.Me ofreció la mano para ayudarme a levantar de la cama. Pasó sus dedos por el escote en mi espalda, fue bajando la mano lentamente. Con delicadeza fue bajando los tirantes del vestido, hasta que el pecho quedó descubierto. Me lanzó una mirada esperando la aprobación. Asentí con la cabeza. Llevó su boca a mis senos, los succionó con fuerza, su lengua se movía sobre mis pezones, antes de apartarse les dio un sutil mordisco. – Ah –me hizo gemir.Desabrochó los botones que daban justo sobre mi trasero. Las leves caricias me hacían erizar los vellos de mi cuerpo. – Voy
Cuando salí Ryan estaba recargado en la puerta del coche mirando al cielo, tenía un cigarro en la mano. Parecía distraído por sus pensamientos. Me fui acercando despacio a él. Estaba completamente agotada, mi cabello húmedo caía sobre mis hombros y mojaba mi espalda. Volteó a verme y su mirada era neutra, no podía distinguir ni un solo pensamiento en sus gestos. – Elena… – susurró. Quizá era porque ya no me veía tan espectacular como unas cuantas horas atrás. Ya no llevaba una sola gota de maquillaje en mi rostro. Mi caminar era torpe y desgastado. Solo quería llegar a casa a dormir. Apagó el cigarro, se dio vuelta al coche y me ayudó a subir. Se quitó su abrigo y lo puso sobre mi pecho. Me ayudó a poner el cinturón. – Descansa, nena –me dio una tierna caricia en el mentón.Se subió al coche y arrancó camino a casa, cerré mis ojos y me dejé llevar por el cansancio escuchando en la radio alguna canción de Nina Simone. Cuando abrí l
– Me gustaría ir de compras un rato. Hace mucho que no lo hago –le dije a Warren mientras terminábamos de desayunar. – ¿No podrías ir entre semana? – El domingo nos devolvemos a casa, quería hacer unas compras aquí –insistí.– No quiero ir de compras.– Yo tampoco, mami –apoyó la noción.– Entonces quédense los dos en la playa.– La verdad no sé si eso sea una buena idea, Elena.–Esta bien, iré otro día –me rendí decepcionada. Estaba cuidando a mi hijo y ahora debía cuidar a mi esposo. Terminamos de desayunar y alistamos nuestras cosas para salir a la playa. – ¿A qué playas has ido? – Fuimos a Cala del Guesso y Casseta Civinini, son mis preferidas –le hice una pequeña sonrisa para parecer amable, aún me sentía molesta. – Si quieres vamos a Casseta Civinini un rato y luego a Cala Violina –intentaba contentarme. – Como tú prefieras.– Bien… Fuimos direct