Capítulo Treinta y siete

El dolor que sentía en mi alma parecía irse junto con la sangre, abrí los ojos y empecé a alucinar, me parecía ver a Ryan, sus ojos negros e intensos, esos ojos en los que me había perdido entre orgasmos y caricias, solo me observaba, me observaba con tristeza. El tiempo se había detenido en este eterno instante, solo veía sus ojos, sentí la pesadez en mis párpados y aunque en ese momento me hubiese gustado prolongar mi estadía en la mirada de él. Ya había perdido el control sobre mi cuerpo.

Narración especial Ryan Wine.

Yo la había traído a este mundo de caprichos, sexo y complacencia. Había insistido tanto para que firmara ese estúpido contrato, me había saltado mis propias reglas teniendo sexo con ella, pero era la única forma de traerla a mi vida, de tenerla conmigo, la deseaba, la necesitaba, la quería desde que la vi sentada en la sala de espera, taciturna de su vida, insatisfecha sexual y emocionalmente. Justo en ese momento me entreg
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