Capítulo Treinta y ocho

Me tomó tiempo percatarme que la tira que salía de su nariz y su boca no hacía parte del listón de la venda para los ojos, era sangre, ya casi estaba seca, lo que indicaba que el golpe había sucedido hace ya cierto tiempo.

Más o menos el tiempo en el que había visto salir a Williams del edificio o un poco más. Apreté los puños para no dejarme llevar de la ira. Podría salir corriendo en ese mismo instante a buscar a ese infeliz.

Le solté las ataduras y traté de masajear con cuidado sus extremidades, veía el dolor reflejado en su cara, aunque no llorara, ni se quejara.

Entre los gustos de Williams estaban los amarres, lo había visto hacerlo un par de ocasiones, era muy metódico, sabía lo que hacía, conocía muy bien los límites y estos los había hecho con la intensión de lastimarla, pero porqué dejarla así e irse sin más ni más ¿Qué sucedió acá? ¿Warren en donde encaja en todo esto? ¿Seguirá siendo una simple casualidad haberlo visto salir de aquí? Rogaba porque fuese as
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