Me tomó tiempo percatarme que la tira que salía de su nariz y su boca no hacía parte del listón de la venda para los ojos, era sangre, ya casi estaba seca, lo que indicaba que el golpe había sucedido hace ya cierto tiempo.
Más o menos el tiempo en el que había visto salir a Williams del edificio o un poco más. Apreté los puños para no dejarme llevar de la ira. Podría salir corriendo en ese mismo instante a buscar a ese infeliz.Le solté las ataduras y traté de masajear con cuidado sus extremidades, veía el dolor reflejado en su cara, aunque no llorara, ni se quejara.Entre los gustos de Williams estaban los amarres, lo había visto hacerlo un par de ocasiones, era muy metódico, sabía lo que hacía, conocía muy bien los límites y estos los había hecho con la intensión de lastimarla, pero porqué dejarla así e irse sin más ni más ¿Qué sucedió acá? ¿Warren en donde encaja en todo esto? ¿Seguirá siendo una simple casualidad haberlo visto salir de aquí? Rogaba porque fuese asLa estuve siguiendo por un largo tiempo, ella si quiera prestaba atención al camino, dio vueltas por varias manzanas y cruzó la calle en varias ocasiones sin ver a los lados. No sabía muy bien en busca de qué o quién iba, hasta que se paró justo en frente de un pequeño hostal. No intenté acércame a ella durante la caminata por la ciudad, quería que se calmara, pensará con más claridad, y quizá más tarde podría hacerlo.Vi que se registró y entró en la pequeña casa adoquinada, me di media vuelta era claro que ella no saldría de allí, fui en busca de comida, seguramente ella no habría comido nada en todo el día y aun llevaba la misma ropa que le puse para llevarla al hospital, así que también fui por algo cómodo para que se cambiara, más que preocuparme por ella esperaba que recibiera mi ofrenda y me permitiese al menos hablar. Necesitaba cinco minutos, tan solo cinco para que me escuchase. Cuando regresé me escabullí al anciano que se había dormido frente a la televisi
Abrí los ojos con pesadez, todo daba vueltas a mi alrededor, lo primero que vi fueron sus largas y oscuras pestañas, su rostro se veía diferente, calmado, tranquilo, viviendo en un mundo ajeno, con sueños y esperanzas. Alejado de toda realidad.Recorrí todo su rostro tratando de grabarme cada línea de su perfecto perfil, sus cejas oscuras que enmarcan su hipnotizante mirada, esa mirada con la que me desnuda el alma. De apoco fueron llegando todos los recuerdos y pensamientos que me invadían antes de…Los últimos recuerdos que tenía era esa misma mirada, bajo ese mismo rostro antes de…Mi corazón se fue acelerando, cada segundo me costaba más respirar, un dolor invadió mi pecho, mi alma y todo mi ser.Antes de… atentar contra mi vida, las imágenes fueron llegando en orden, Williams y Warren abusando de mí, Ryan… ¡Por Dios! Ryan traicionando mi confianza. El abandono de mi familia y sobre todo y lo más importante, Santiago, mi pequeño y en el hecho de jamás vol
– El día… – aclaró su garganta –Ese día yo estaba en el aparcamiento, como en todas las otras sesiones, esperando a verte salir, cansada, satisfecha y con una sonrisa en el rostro. Miró mi reacción.– Vi salir a Williams y de ahí todo empezó en picada, no siguió el protocolo, salí del edificio consolándome con la idea que solo estaba paranoico por mis celos…Esta vez me miró como quien mete la pata, como quien cuenta un secreto. – Estaba hablando con James cuando vi salir… A Warren –Pronunció su nombre entre dientes. – Allí me asusté y fui por ti, mi corazón me indicaba algo que no podía comprender y ahora sí, tu estabas en peligro, de alguna manera lo sabía, pero no supe interpretarlo con anticipación, no la suficiente para haberte salvado.Parpadeó con fuerza y apretó sus puños ¿Acaso Ryan también necesitaba de algo de dolor para centrarse?– Encontrarte allí fue… – Su voz se quebró, su mirada se nubló, podía ver mi dolor y su dolor refl
En la mañana cuando desperté Ryan ya no estaba acostado a mi lado, tampoco estaba en la diminuta habitación, llegué a pensar que todo había sido un sueño cuando entró por la puerta. Traía café caliente y un par de magdalenas frescas, también trajo ropa limpia para que me cambiara. Me removí bajo las mantas y sentí el dolor en mis muñecas, sí, esto era real. El baño estaba limpio, no había rastro alguno de todo lo que había sucedido la noche anterior en ese estrecho lugar. Solo las vendas sobre mis muñecas. – Vamos a mi departamento –ordenó. – No –moví la cabeza apoyando mi negativa. – ¿Te sientes incomoda allá?El solo hecho de pensar que tendría que cruzar de nuevo esas puertas me agobiaba. – No… no quiero volver a ese lugar –tartamudeé. – De acuerdo, solo quiero que nos vayamos de aquí –Entornó los ojos, seguramente ninguno de los dos había tenido que pasar en un lugar así en toda su vida, sobre todo él. – Te l
– Metete conmigo –le ordené. – No creo que sea lo más prudente, Elena. Ryan me restregaba el cuerpo con la esponja en la bañera, él estaba aún vestido, se negaba a tomar el baño conmigo. Aunque sus ojos me decían que se moría por el roce de nuestros cuerpos mojados y no precisamente por el agua. – Es una orden –lo miré divertida. En su rostro se veía la lucha interna de sus voluntades y razones. – Por favor, Ryan –le supliqué, necesitaba de su tacto ahora más que nunca. No solo el de la esponja. Se empezó a desvestir despacio, como de costumbre, no me quitaba la mirada de encima, ni yo a él. Cuando terminó de desvestirse me fijé que no solo yo sentía la tensión, algo lo delataba a él y ese algo me encantaba. Agaché la cabeza y sonreí por lo bajo, mis mejillas ardieron. – Me encanta verte sonreír – dijo mientras se metía en la bañera, detrás de mí. El agua se rebosó p
Había despertado la bestia sexual de Ryan y me había dejado agotada como siempre, después de la más que placentera y satisfecha sesión de sexo escandaloso caímos rendidos uno al lado del otro. Después de horas y horas besándonos y acariciándonos. El sueño se fue apoderando de nosotros. Era la primera vez que pasábamos todo el día juntos y era maravilloso. Antes de dormir la señora Caitlin nos envió más fotos de Santiago, de nuevo en la playa y comiendo, el corazón se me arrugó, deseaba estar con él en esa playa, jugando y disfrutando de su inocencia. Y cada vez me parecía más absurda y vergonzosa la idea de querer quitarme la vida. – Lo siento… – le susurré a Ryan entre dormida. Él también tenía sus ojos cerrados, no contestó nada, pero sabía muy bien que me escuchaba. –No sé qué me pasó– le aclaré. – No te estoy juzgando, Elena. Todos tenemos momentos de debilidad…– abrió sus petróleos ojos y los clavó en los míos –Solo hay que aprender a afrontarlos…– Había
– ¿Qué fue lo que te dijo él? ¿Te amenazó? Elena… por favor, tienes que decirme – me insistió con firmeza. Yo solo apretaba mis puños bajo la cobija, me estaba enterrando las uñas sobre las palmas de nuevo, lo necesitaba, necesitaba aferrarme a algo para no explotar. Su mirada me escaneó de arriba abajo.– Ven aquí –me ayudó a incorporarme y quedar sentada a su altura –Tus manos –Estiró las suyas para poner las mías sobre las sus palmas.Acarició las marcas de las uñas con su dedo, su roce era electrificante, más efectivo que el dolor para centrarme. – Él es un hombre poderoso, con muchas amistades, activos y por supuesto mucho, mucho dinero, Ryan. No podremos contra él –le confesé.–Puedo no tener una empresa o un imperio completo, pero tengo mis recursos, Elena.– No tantos como él –seguía en negación –Si algo resulta mal, no volveré a ver… – la voz chocó contra el nudo, me quebré de nuevo por dentro. No quería vivir viendo solo unas
Realmente era una persona de pocos amigos, tenía muchos conocidos y familiares, solo los veía en reuniones y fiestas sociales donde debía asistir como la perfecta esposa y compañera de Warren, pero toda esa gente superficial nunca me interesó. Solo estaban allí por negocios y más dinero, el propósito mayor en su vida era adquirir más dinero, no les era suficiente con el que tenían. Para ellos era importante mantener los juegos de poder, las rivalidades y ver al final quien ostentaba más y quien quedaba más arruinado.Había una que otra mujer interesante, inteligente, empresaria, que realmente merecía la pena estar allí, en la cima del poder, pero eran sobre estimadas por los grupos de “caballeros”, las otras mujeres, las que iban como acompañantes eran huecas, se dejaban deslumbrar por la belleza superficial. Como yo lo había hecho con Warren, yo debía ser una de esas mujeres, siempre a la merced y brazo del hombre, me exhibía como uno de sus objetos, como uno de sus carros l