Capítulo Treinta y nueve

La estuve siguiendo por un largo tiempo, ella si quiera prestaba atención al camino, dio vueltas por varias manzanas y cruzó la calle en varias ocasiones sin ver a los lados. No sabía muy bien en busca de qué o quién iba, hasta que se paró justo en frente de un pequeño hostal. No intenté acércame a ella durante la caminata por la ciudad, quería que se calmara, pensará con más claridad, y quizá más tarde podría hacerlo.

Vi que se registró y entró en la pequeña casa adoquinada, me di media vuelta era claro que ella no saldría de allí, fui en busca de comida, seguramente ella no habría comido nada en todo el día y aun llevaba la misma ropa que le puse para llevarla al hospital, así que también fui por algo cómodo para que se cambiara, más que preocuparme por ella esperaba que recibiera mi ofrenda y me permitiese al menos hablar. Necesitaba cinco minutos, tan solo cinco para que me escuchase.

Cuando regresé me escabullí al anciano que se había dormido frente a la televisi
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