Capítulo 37

Alimceceg sonrió medianamente cuando entraron a la habitación principal de la mansión, Tuva Eke también le sonrió mientras se quitaba capa oscura de sus hombros y mojada con el agua de la lluvia para arrojarla en el suelo.

Alimceceg se sentó en el lecho y esperó a que Tuva Eke secara su cabello y se pusiera una ropa limpia y seca.

El hombre se quedó de pie frente a ella todavía vestido con las ropas mojadas. Alimceceg frunció el ceño sin entenderlo. Sin embargo, después de un rato supo la razón por la que el tegim no se movía.

—Lo siento, yo… —balbuceó apenada—, ya te traeré la ropa.

Alimceceg cruzó la habitación contigua para buscar una muda de ropa para Tuva Eke, sintió pena en su interior. Había olvidado que él ya no podía valerse por sí mismo, y que el señor Yul no estaba cerca.

Al rato, Alimceceg regresó a la habitación y le puso la ropa en sus manos. A su espalda, escuchó el sonido de las telas deslizarse en la piel del príncipe y sintió

Glenmarts

Nota: he cometido errores en el capítulo. Tuva Eke está ciego, no puede ver. Si hay partes en las que supuestamente ve, obvienlas, por favor. El subconsciente me jugó una mala pasada.

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