Capítulo 38

La mansión ardió tras ellos mientras los hombres que provenían de las tierras del norte se acercaban a ellos en una gran caravana. Alimceceg se sentía nerviosa, algo le decía que aquellas personas no venían con buenas intenciones.

Los hombres de la cofradía que vigilaban de cerca de Tuva Eke esperaron en silencio la llegada de la caravana, pero también era cierto que estaban asustados.

—¿Quiénes son ustedes? —gritó el señor Yul cuando estos se apostaron frente a la mansión—. Mi amo es el dueño de este territorio, y somos personas de paz.

Un hombre anciano y de cabellos blancos se bajó del caballo mientras miraba a Tuva Eke.

—¿Este es el hijo del khan Karluk? —preguntó en un susurro muy bajo. Los ojos marrones del hombre se veían húmedos. Parecía que quería llorar.

El se&ntil

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