Gabriel Ángel es un empresario de casi 30 años, o al menos eso es lo que el mundo ve, a pesar de los tatuajes que adornan su rostro, es un hombre respetado por su inteligencia, un Ángel reformado, diría su familia, hasta que, al chocar con una morena de grandes curvas, el Ángel en su interior despierta, Cielo, nunca un nombre le pareció tan perfecto, es suya, debe serlo, y pobre de quien la toque, porque todos descubrirán que él, es un Ángel caído, que incluso hasta el diablo le teme. — La cuestión es fácil, o es el cielo para el Ángel, o Gabriel bajara el cielo al mismo infierno. — De cualquier forma, Gabriel se quedará con ese cielo, por las buenas o por las malas y ya me está dando pena los pobres diablos que molestaron a su chica. Su familia lo tenia en claro, la pregunta es… ¿Cielo lo comprenderá?
Leer más— ¿No? Bueno, creo que deberías ver más a la familia, quizás así te des cuenta de que cuando de amor se trata, nada está prohibido, por cierto, felicidades, ya me conto Maca que te han bautizado como el rey de Italia, aunque me resulta curioso. — acotó mostrando una pequeña sonrisa.— ¿Por qué?— Po
— Bueno… ¿recuerdas que cuando conociste a mamá, cambiaste sus pastillas anticonceptivas por píldoras prenatales? — Gabriel afirmó sin un ápice de arrepentimiento. — Bueno, resulta que mamá estaba triste porque me iré a vivir a Chicago, entonces, ante mi ausencia, decidió tener otro bebé.— ¿Cómo?
Fue la última vez que vio a Ian, él ni siquiera se disculpó por decir aquello, quizá porque no tenía por qué disculparse, tal vez lo que dijo era lo que sentía, lo que siempre sintió por ella, una obligación, en fin, Ian solo se marchó a Italia, organizo todo, los días en los que Pamela estuvo con M
Pamela finalizo de alizar su cabello, que ahora, gracias que se había desecho de las ondas, al menos provisoriamente, le llegaba debajo de su culo redondo y firme, los tacones aguja le brindaban los centímetros que le faltaban para que dejaran de llamarla enana, la minifalda milagrosamente, lograba
— Por favor, Cielo, si te colocan la anestesia el dolor se ira… — hacía tres horas que estaban en el hospital, y mientras Cielo estaba feliz que el parto se desarrollara rápido, para Gabriel el ver su frente perlada en sudor y las muecas de dolor en su rostro eran una tortura que ya no podía soporta
— Sí, ya te lo dije, siempre será lo que tu quieras. — juro con solemnidad y Cielo quedo de pie en las escaleras, mientras Gabriel la vio interrogante.— Bueno, de haber sabido que es por eso, no hubiese guardado silencio, te lo diré, pensé que, si es niño, se podria llamar Matt. — el corazón de Gab
Gabriel regreso a trabajar como CEO de Teo&Ely, un asesino reformado, lo llamaba su familia, pero él solo era un hombre feliz, ya no sentía el vacío de meses atrás, el navegar en aguas tempestuosas estaba en el pasado, ahora, subía las escaleras hasta su oficina con gusto, y sin retener la sonrisa q
— ¿Qué? ¿Qué sucede? — indago dando pasos hacia atrás, pues cada mujer se iba sobre ella, se sentía atrapada.— ¿Cómo que ¿qué sucede cariño? Te casas hoy. — Alma lo dijo con confusión y Cielo lanzo una carcajada.— Que buen chiste, no conocía ese lado tuyo. — rebatió sonriendo y entonces el rostro
— ¿Cómo que te casas mañana? Daki, malditamente ven a desatarme. — los gritos de Alma provocaron que Gabriel diera un paso hacia atrás y viera de arriba abajo a su cuñado.— Cochino, ¿acaso no te enseñaron modales? ¿Como sales a medio follar a hablar conmigo? — Daki golpeo su frente con la palma de