Cielo:Mis pies duelen como el mismo demonio, odio usar tacones, mas este maldito modelo que además de altos son en punta, muy ejecutivos, pero por Dios, mis dedos son gordos, al igual que mis pies, parecen bollitos de pan, no me quejo, me siento a gusto con mi cuerpo, con lo que no me siento a gust
Gabriel:El dolor de cabeza era insoportable, y aunque no me guste reconocerlo mis padres tienen razón, ya no soy un jovencito que puede pasar la noche bebiendo y follando, odio reconocerlo, detesto saber que siempre seré diferente a mis hermanos, es como si no encajara en ningún lugar, ni siquiera
Cielo:Realmente el día iba como la m****a, estaba segura de que no cambiaría, ¿mente positiva? Por favor, todo tiene un límite y el mío fue casi matar a un hombre, le rompí la nariz con mis tetas, era vergonzoso, si tuviera que ser positiva, tendría que estar pensando en ese pecho duro, que mis man
La mente de Gabriel era un caos, ¿Por qué mentía? Sabia la respuesta, no queria perder de vista a esa mujer, ¿Por qué no podía perderla de vista? Eso era lo que no comprendía, tal vez el golpe si había afectado su cabeza, ¿Por qué otro motivo le entregaría la llaves de su automóvil? Algo grande se e
Gabriel regreso a su departamento, estaba aturdido, no comprendía que había sucedido, bueno, en realidad no lo podía creer, una mujer lo había atacado, eso no lo sorprendió, lo que lo aturdía era la férrea erección que le dificultaba el caminar y esa sensación de perdida que se instalaba en su pecho
Cielo azoto la puerta de su pequeña casa, y paso de su hermano, que tan hábil como siempre, ya había ingresado a la sala incluso antes que ella, aun así, trato de casi no mirarlo, necesitaba un café, y un bocadillo, claro que sí, nada mejor que la comida para hacerla sentir bien.— ¿No quieres poner
— Porque sé de dónde viene, se lo que haces y a quien perteneces. — Sergio tomo con fuerza el brazo de su hermana y la acerco a él, para verla con enfado y advertencia, como cuando era niña.— No le pertenezco a nadie. — la risa burlesca de Cielo le dolió más que la bofetada.— Sí, claro, repítelo h
Gabriel paso el día con su hijo, aunque en su cabeza se filtró en más de una ocasión el rostro de Cielo, provocando que el CEO sonriera a la nada misma, e Ian no podía estar más feliz por ello, esa era un abuena señal, la había visto unos meses atrás en Emilia, la prima de Gabriel, eran indicios de