Capítulo 43

Lucia apretó la mano de Gabriel, aún no despertaba, sin embargo, dejaron que lo viera, Enrique se mantenía a su lado.

—Ya está fuera de peligro, dijo Rosa.

Enrique se quedó mirándola de forma fija, apretó la otra mano de Lucia, quien volvió a verlo y le sonrió.

—Gracias por esto, gracias por acompañarme.

Él la besó en la mejilla.

—Mi amor, nunca te dejaría sola.

Rosa alzó la vista y le sonrió a Enrique, se limpiaba unas lágrimas.

—Rosa, puede venir un momento, por favor —le pidió para conversar afuera, la mujer aceptó, caminaron hacia al final del pasillo antes de que Enrique le dijera algo, pues él no quería que Lucia escuchara algo, lo último que quería era alterarla en su estado.

—Gracias Enrique, por todo, sin tu ayuda no sabríamos como actuar.

—¿Dónde está Arsenio? ¿Dónde?

La mujer abrió los ojos y se echó hacia atrás, se puso seria, su expresión afligida cambió por una de nerviosismo.

—No lo sé, es decir, sí, pero está haciendo unos negocios en Puerto Rico.

—¿Negocios de qué? No
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