Se acercan los capítulos finales
Seguían durmiendo en cuartos separados, pero desayunaban juntos, uno que otro día, aunque fuera para la prensa, tomaban la comida juntos, y otra cosa que hacían juntos era la parte favorita de Enrique: ir al médico para los evaluaciones de rutina de Lucia, como ese día que esperaban conocer por fin el sexo del bebé.—¿Estás lista? —preguntó recargado del marco de la puerta de la habitación de Lucia. Ella alzó el rostro y asintió.—Sí, estoy nerviosa —admitió tras sonreir.—¿Quieres saber hoy? ¿Lo dejamos para que sea sorpresa? ¿Quieres que yo sepa?Lucia hizo una mueca de fastidio.—Quiero saber de una vez, si necesitas después podemos fingir una revelación de sexo para la prensa.Emrique se echó a reir.—Has aprendido mucho, coincido, ya quiero saber hoy, realmente quiero lo que tu quieras.Ella sonrió y bajó la cabeza.—Vamonos a la cita con nuestro bebé —dijo.Sentados juntos en la parte de atrás del auto se miraron sin decirse nada, Lucia se había vuelto más abierta con él de nuev
Lucia se cubrió el cuerpo por completo con la sábana echada sobre su cama, lloraba desconsolada mientras su padre le explicaba que su ahijado debía casarse para bien de su campaña política y que ya se había comprometido a casarla con él.—Es mi ahijado, vi crecer a ese muchacho, ni que fuera un extraño.—¿Por qué no tiene novia? —preguntó.—Él es muy particular, solo quiere a alguien que no lo moleste, ya sabes, una esposa de verdad es un compromiso muy grande, sí lo sabré yo, amo a tu santa madre, pero es demandante, Enrique quiere que le tomen su foto de casado, pero no quiere a la esposa.—No quiero hacerlo, papá. Tendré mucha exposición, me juzgarán.—Hija, no, él se ocupará de eso. Con nadie puede hacer este acuerdo, no confía en nadie, confía en mí.Lucia descubrió su rostro y se limpió las lágrimas.—¡Ay!, Papá, no quiero hacerlo, lo siento, que se busque a otra.Su padre suspiró con desesperó y miro al techo con una expresión desencajada en el rostro y se llevó las manos al cab
Lucia se admiró en el espejo, su cabello castaño claro se veía como paja, estaba reseco y sin vida, su cuerpo era demasiado delgado y no tenía ropa bonita que ponerse, suspiró angustiada pensando en qué ponerse, aunque su matrimonio sería falso, ella aspiraba al menos no ser humillada.Tocaron a su puerta, contuvo el aliento.—Pase —dijo en voz baja.La puerta se abrió y vio el rostro adusto de su madrastra, la miró de arriba abajo con asco. Recorrió la habitación con sus ojos y se cruzó de brazos.—Rosalía vendrá por lo de tu compromiso. Ella te prestará algo decente que ponerte.Lucia pasó saliva y afirmo sin responder. Rosalía era la hija de su madrastra Rosa, era una chica un año mayor que ella, esbelta, bonita, inteligente, con una carrera exitosa como modelo, delante de su padre la trataba bien, aunque realidad era cruel con Lucia, la hacía sentir miserable cada vez que podía, pensó que ella habría sido mejor pareja para Enrique Aristegui, pero ya estaba comprometida con un millo
Enrique llegó sobre la hora, odiaba la impuntualidad, pero Rebeca lo retuvo en la cama más tiempo del que él sabía que podía compartirle, era la última vez que la vería, aunque no se lo dijo, ella era caprichosa e impredecible, no sabía cómo le caería su próximo compromiso así que prefirió ahorrarse los detalles.Necesitaba una esposa, y no la buscaría entre las muchas amantes que tenía, entre las que lo seguían como moscas y lo alababan constantemente, prefería alguien a quien ni conociera bien, que no lo conociera y tuviera pretensiones con él, alguien que no tuviera escándalos ni pasado y fuera bien recibida por los electores, no sabía quién podía llenar esas condiciones hasta que su hermano Jaime le recordó a la hija de su padrino.—¿La hija?, No, ¿Rosalía? Estás loco, demasiado llamativa, es modelo, no, para nada, no puede ser ella ni alguien como ella —respondió tajante.—No, esa es la hija de Rosa, hablo de la hija de Mario: no recuerdo como se llama, que no sale nunca, se la pa
Lucia temblaba por completo, Enrique le dijo cosas horribles y ella solo podía pensar en que él la miró como si fuera una loca, le dio órdenes que siguió sin quejarse y sintió vergüenza de ella, cuando él le dijo que ponerse, fue cuando se dio cuenta de lo inapropiado de la ropa que le prestó Rosalía, solo quería humillarla.Los ojos se le querían llenar de lágrimas, pero se quedó tranquila mirando la escena en la que por primera vez un hombre estaba sentado a su lado como su pareja, decía que sería su esposo, además lo encontraba bello, sus cabellos dorados y sus ojos grises junto con su barba bien cuidada le daban un porte elegante, caminaba con gracia y se movía como un rey, mientras ella sentía que ni sabía caminar.—La campaña va bien, aún no quiero anunciar lo del compromiso —dijo su supuesto novio mirando a todos, era un actor excelente, la ignoraba, pero hacia como si la tomara en cuenta, la miraba de reojo y hablaba de ella como si se tuvieran mucha confianza.—Pero entendí qu
Abrió los ojos y vio el rostro angustiado de Gabriel. Este sonrió al verla despertar, aunque no perdió el gesto de preocupado.—¿Te sientes bien?—Sí. —¿Debes ir al médico?—No, solo han sido los nervios. Me voy a casar, al verme en el vestido me vi en la boda con gente mirándome. Fue todo.Él sobó su brazo y besó su mejilla con intensidad, sintió mariposas en el estómago como cuando la besó Enrique.—Debes comer bien, hacerte tus chequeos y bueno, entiendo que estés nerviosa por la boda. Es normal.—No sé sí estoy preparada para la prensa. Tengo un poco de miedo —confesó.—¿Lo hablaste con Enrique?Lucia alzó un hombro y suspiró.—Él se va a ocupar, tendré asesores y esas cosas.—Entonces estarás bien, él sabe lo que hace. Estarás muy cuidada y protegida. Solo déjale saber siempre que te causa ansiedad, él te cuidará.Lucia sonrío deseando que fuera cierto, quizás por el bien de su campaña lo haría.—Gracias, Gabriel, por tu apoyo.—Siempre, Luci. Para ti siempre.Sonó su teléfono,
Dos semanas después.Lucia miraba a Enrique mientras tomaban la comida, él se movía con gracia y sonreía amable a todos a los que se le acercaban, la miraban con curiosidad y ella desviaba la mirada incomoda. Cuando las personas que se habían acercado a él para saludarlo y tomarse fotos se alejaron, él se le quedó mirando con intensidad.—Vaya que hay que hacer mucho trabajo contigo, me gusta un poco que eres como un lienzo en blanco.Ella afirmó avergonzada, sabía que se había comportado como una montuna en la mesa. Batió su cabello y se concentró en la comida.—Tienes lindo rostro —le dijo Enrique sin dejar de mirarla, ella sintió como sus mejillas ardieron y pasó saliva, alzó la mirada para que sus ojos color miel se encontraran con los suyos, él le sonrió con picardía, debió notar el rubor de sus mejillas.—Gracias, supongo.—Con los asesores correctos serás un icono de moda y elegancia en esta ciudad, serás muy distinguida. Elegí bien, aunque sabes, yo no me acordaba de ti, fue m
Como prometió Enrique al día siguiente la pasó a recoger personalmente para llevarla a la fundación, Lucia se detuvo frente al espejo, maquillo sus ojos y labios, se colocó polvo y arregló su cabello como le habían enseñado, se puso una camisa blanca de mangas largas y pantalones de mezclilla, se puso zapatos de tacón blanco, bajó las escaleras de la casa y sintió nervios ante la imagen que comenzaba a proyectar, era ella, pero más sofisticada, su cabello suelto tenía más vida y brillaba como nunca.Enrique la esperaba en la sala, se levantó del sofá al verla, no había nadie más por lo que los besos de apariencias no eran requeridos. Ella le sonrió mientras él se limitó a asentir, caminó hacia la puerta con decisión, y se detuvo para que ella pasara.Caminó a su lado y vio el auto que los esperaba. Un par de hombres esperaban sosteniendo la puerta para ellos, se subieron y cerraron la puerta, el chofer se puso en marcha y el par de hombres se subieron a otro auto.—¿Sabes manejar? —