Capítulo 37
Lucia miró alrededor de la casa donde creció, Rosalía bajaba las escaleras sonriéndole, batió su cabello y se dio una vuelta para que admirara su vestido.

—¿Qué tal me veo?

—Preciosa, ¿ese vestido lo hizo Gabriel?

—No, es de una marca con la que estoy colaborando. Amo a mi hermano, pero siento que a veces me quiere vestir feo.

Rosa salió apoyada por un empleado, la sentaron en un sofá con el pie alzado.

—Lamento no saludarte apropiadamente, Lucia.

—No te preocupes, Rosa, ¿Cómo sigues del esguince?

—Me duele, pero pasará.

Rosalía la abrazó, Lucia quedó descolocada.

—Felicidades por tu embarazo, serás una gran madre.

Lucia sonrió con tensión, pasó saliva, la noticia ya era pública.

—Gracias.

—Seré abuela —gritó Rosa —, y aún soy muy joven.

Las tres rieron.

—¿Mi papá? ¿Dónde está?

Rosa dejó de sonreír.

—Trabajando, viajó, vendrá pronto, dijo que te llamaría para felicitarte.

Lucia sintió una punzada en el estómago.

—¿Está en problemas?

—No, bueno, sabes como es. Los negocios a veces falla
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