Como prometió Enrique al día siguiente la pasó a recoger personalmente para llevarla a la fundación, Lucia se detuvo frente al espejo, maquillo sus ojos y labios, se colocó polvo y arregló su cabello como le habían enseñado, se puso una camisa blanca de mangas largas y pantalones de mezclilla, se puso zapatos de tacón blanco, bajó las escaleras de la casa y sintió nervios ante la imagen que comenzaba a proyectar, era ella, pero más sofisticada, su cabello suelto tenía más vida y brillaba como nunca.Enrique la esperaba en la sala, se levantó del sofá al verla, no había nadie más por lo que los besos de apariencias no eran requeridos. Ella le sonrió mientras él se limitó a asentir, caminó hacia la puerta con decisión, y se detuvo para que ella pasara.Caminó a su lado y vio el auto que los esperaba. Un par de hombres esperaban sosteniendo la puerta para ellos, se subieron y cerraron la puerta, el chofer se puso en marcha y el par de hombres se subieron a otro auto.—¿Sabes manejar? —p
Lucia no dejaba de mirar la hora y el teléfono, esperaba que Enrique le escribiera, pues no tenía como irse, no acordó con él como hacerlo, no tenía dinero, no sabía pedir un taxi y no conocía las rutas de la ciudad, se odió por torpe y pensó como último recurso llamar a su padre.Experimentó el nerviosismo de no saber qué hacer cuando llegara la hora de salida. Se sintió torpe y desvalida y no era más que su culpa por no comportarse como una adulta funcional, entonces sonó su teléfono, era Enrique.—Paso por ti en quince minutos —dijo.—Perfecto, gracias —respondió aliviada y feliz de que su problema se solucionara. Él no la dejaría allí después de todo, era como su pequeño proyecto y seguramente querría verificar con ella como le fue en el día.Se preparó para esperarlo y cuando fue la hora le llegó un mensaje donde le indicaba que estaba afuera esperándola. Ella se subió al auto y cuando sus miradas se encontraron supo que aún él parecía preocupado por algo.—¿Cómo te fue? —preguntó
Tocaron a su puerta, Lucia seguía echada sobre su cama, sosteniendo su estómago y manteniéndose con los ojos cerrados por el dolor tan intenso que sentía. Estaba nerviosa, sabía que eran los nervios. Se levantó con dificultad y abrió la puerta, su padre, Rosa y Rosalía la miraba con caras de asombro.—Te ves horrible —dijo su madrastra.—Esto no hay como arreglarlo ni con cien mascarillas, estás pálida, ojerosa, no es que seas bonita, pero te ves demasiado fea para casarte con un hombre como Enrique —dijo Rosalía mientras se cruzaba de brazos.Su padre negó reprobando su apariencia.—Pasé la noche vomitando, es que…—No te justifiques, hija, hoy es la cena previa a la boda, el ensayo, la prensa estará hoy, mírate, la cara hinchada, tampoco has cumplido con tus deberes, Enrique está decepcionado —Explicó su padre.Lucia se dio la vuelta por si las lágrimas la traicionaban, ella se decepcionó primero de él, además, sí estaba hinchada y ojerosa porque desde aquella conversación con su pro
Enrique quedó gratamente sorprendido con la apariencia de Lucia, se veía sencilla, pero elegante, muy bonita y la vez sensual, la miró de reojo, ella iba seria y bastante retraída, hacía días que no la veía o sabía de ella, pues se internó su casa y solo iba a trabajar y de regreso a su casa. Supuso que tenía que ver con el adelanto de la boda, debió ponerse nerviosa y él entendía la situación, aunque esperaba que pronto todo volviera a la normalidad.Como pensó, el anuncio de su boda lo disparó en las encuestas, dejando atrás a su contrincante más cercano, nadie en la ciudad e incluso el país hablaba de otra cosa que no fuera sobre la boda de Enrique Marino Aristegui y su discreta y misteriosa prometida.—Todo marcha bien, Lucia —dijo para buscarle conversación a la chica que, aunque no era de mucha conversación, había logrado abrirse con él.—Así vi en el correo, me llegaron los resultados de las encuestas —respondió ella con parquedad sin mirarlo.—Fue buena idea adelantar la boda,
Lucia miró hacia los lados con incomodidad, no quería que la vieran persiguiendo a su futuro marido tras bastidores, esperaba con ansias a que la puerta se abriera.—Voy enseguida —respondió.Ella suspiró y cerró los ojos.«Claro que está encerrado allí con la rubia».Se abrió la puerta y ella sintió como su corazón se aceleró, alzó el mentón y contuvo el aliento, él la miró a los ojos al salir, se veía imperturbable como era siempre, la rubia se adelantó con ademán exagerado mientras mantenía una sonrisa irónica en la cara, se acomodó la ropa, sacudió su cabello y limpió sus labios, Lucia cerró los ojos y desvió la mirada, escuchó como la chica se alejaba sin despedirse.—No es lo que parece —dijo enseguida Enrique con tono seguro.Lucia lo miró a los ojos y aun cuando su cuerpo temblaba, le sostuvo la mirada y se mantuvo entera.—Supongo que es alguna de las chicas con las que te verás de forma muy disimulada para poder mantener esta farsa, está bien, no es mi problema, pero tu famil
Lucia se miraba al espejo mientras las mujeres encima de ella terminaban su maquillaje, se sentía frustrada de no poder hablar con nadie de su situación. Paso toda la mañana recordando la mirada retadora de Enrique, su frialdad por momentos, y lo imponente que se veía, la noche anterior salió como fue planificado, posaron sin parar para las cámaras y para la prensa y entre ellos pareció quedar todo claro, él insistía en dejarle a ella muy declarada la situación: no eran una pareja de verdad.Pero ese era el día de su boda, no podía echarse abajo, recibió los tratamientos de belleza que fueron agendados para ella: pies, manos, spa, masajes, rostro. Su piel se veía más sana y brillante que nunca, así como su cabello y sus labios, el maquillaje que le hacían era profesional. Lucia volvió la cabeza hacia la puerta cuando vio a Gabriel, con un gesto simple le pidió a las mujeres que los dejaran solos un momento.Gabriel pasó a la habitación y se situó detrás de ella, la miró en el espejo mi
Se concentró de tal manera en la ceremonia que el sacerdote debió repetir de nuevo que el novio podía besar a la novia, el corazón de Lucia se mantenía acelerado, ya llevaba en su dedo una alianza, ya el sacerdote los había nombrado marido y mujer, Enrique con delicadeza se acercó a ella y apartó el velo de su rostro, él alzó las cejas y se quedó mirándola a los ojos por fracciones de segundo, repasó todo su rostro y se inclinó sobre ella para dejarle un beso tierno sobre los labios. Ella contuvo el aliento y con los ojos cerrados esperó a que el beso terminara.—Vivan los novios —gritaron al unísono mientras de fondo sonaba una canción barroca.Enrique sonrió con amplitud y apretó su mano con fuerza, la miró y ella le devolvió la mirada como buscando respuesta sobre qué hacer en adelante.—Lo hicimos, está hecho, eres mi esposa —dijo sonriente mientras alzaba su mano y reía en dirección de los asistentes a la boda. Ella se limitó a asentir, dejó de sonreír cuando vio entre los presen
Lucia estaba tensa, no podría dormir hasta que Enrique saliera del baño, respiraba de forma pesada y pensó que él se daría cuenta de su nerviosismo, no quería que se confundiera o siguiera pidiéndole que no se enamorara de él.Escuchó la puerta del baño abrirse, paso saliva y cerró los ojos, aspiró el aire del ambiente, olía a jabón de tocador y a loción para caballeros, contuvo la respiración por un segundo, escuchó como él se movía por la habitación hasta que por fin sintió su peso junto a ella, él suspiró con dramatismo al acostarse.—Buenas noches, esposa —dijo, ella prefirió no responder para hacerse la dormida.Sintió la mano de él sobre su cara, Lucia se sobresaltó por lo fría que esta estaba, Enrique estalló en risas.—Sabía que estabas despierta, ¿por qué no me respondes?—Tengo mucho sueño, Enrique, no seas desconsiderado —respondió avergonzada.—Y madrugaremos mañana para tomar un vuelo. Buenas noches, esposa —repitió.—Buenas noches, Enrique.—Hoy es nuestra noche de bodas