Tocaron a su puerta, Lucia seguía echada sobre su cama, sosteniendo su estómago y manteniéndose con los ojos cerrados por el dolor tan intenso que sentía. Estaba nerviosa, sabía que eran los nervios. Se levantó con dificultad y abrió la puerta, su padre, Rosa y Rosalía la miraba con caras de asombro.—Te ves horrible —dijo su madrastra.—Esto no hay como arreglarlo ni con cien mascarillas, estás pálida, ojerosa, no es que seas bonita, pero te ves demasiado fea para casarte con un hombre como Enrique —dijo Rosalía mientras se cruzaba de brazos.Su padre negó reprobando su apariencia.—Pasé la noche vomitando, es que…—No te justifiques, hija, hoy es la cena previa a la boda, el ensayo, la prensa estará hoy, mírate, la cara hinchada, tampoco has cumplido con tus deberes, Enrique está decepcionado —Explicó su padre.Lucia se dio la vuelta por si las lágrimas la traicionaban, ella se decepcionó primero de él, además, sí estaba hinchada y ojerosa porque desde aquella conversación con su pro
Enrique quedó gratamente sorprendido con la apariencia de Lucia, se veía sencilla, pero elegante, muy bonita y la vez sensual, la miró de reojo, ella iba seria y bastante retraída, hacía días que no la veía o sabía de ella, pues se internó su casa y solo iba a trabajar y de regreso a su casa. Supuso que tenía que ver con el adelanto de la boda, debió ponerse nerviosa y él entendía la situación, aunque esperaba que pronto todo volviera a la normalidad.Como pensó, el anuncio de su boda lo disparó en las encuestas, dejando atrás a su contrincante más cercano, nadie en la ciudad e incluso el país hablaba de otra cosa que no fuera sobre la boda de Enrique Marino Aristegui y su discreta y misteriosa prometida.—Todo marcha bien, Lucia —dijo para buscarle conversación a la chica que, aunque no era de mucha conversación, había logrado abrirse con él.—Así vi en el correo, me llegaron los resultados de las encuestas —respondió ella con parquedad sin mirarlo.—Fue buena idea adelantar la boda,
Lucia miró hacia los lados con incomodidad, no quería que la vieran persiguiendo a su futuro marido tras bastidores, esperaba con ansias a que la puerta se abriera.—Voy enseguida —respondió.Ella suspiró y cerró los ojos.«Claro que está encerrado allí con la rubia».Se abrió la puerta y ella sintió como su corazón se aceleró, alzó el mentón y contuvo el aliento, él la miró a los ojos al salir, se veía imperturbable como era siempre, la rubia se adelantó con ademán exagerado mientras mantenía una sonrisa irónica en la cara, se acomodó la ropa, sacudió su cabello y limpió sus labios, Lucia cerró los ojos y desvió la mirada, escuchó como la chica se alejaba sin despedirse.—No es lo que parece —dijo enseguida Enrique con tono seguro.Lucia lo miró a los ojos y aun cuando su cuerpo temblaba, le sostuvo la mirada y se mantuvo entera.—Supongo que es alguna de las chicas con las que te verás de forma muy disimulada para poder mantener esta farsa, está bien, no es mi problema, pero tu famil
Lucia se miraba al espejo mientras las mujeres encima de ella terminaban su maquillaje, se sentía frustrada de no poder hablar con nadie de su situación. Paso toda la mañana recordando la mirada retadora de Enrique, su frialdad por momentos, y lo imponente que se veía, la noche anterior salió como fue planificado, posaron sin parar para las cámaras y para la prensa y entre ellos pareció quedar todo claro, él insistía en dejarle a ella muy declarada la situación: no eran una pareja de verdad.Pero ese era el día de su boda, no podía echarse abajo, recibió los tratamientos de belleza que fueron agendados para ella: pies, manos, spa, masajes, rostro. Su piel se veía más sana y brillante que nunca, así como su cabello y sus labios, el maquillaje que le hacían era profesional. Lucia volvió la cabeza hacia la puerta cuando vio a Gabriel, con un gesto simple le pidió a las mujeres que los dejaran solos un momento.Gabriel pasó a la habitación y se situó detrás de ella, la miró en el espejo mi
Se concentró de tal manera en la ceremonia que el sacerdote debió repetir de nuevo que el novio podía besar a la novia, el corazón de Lucia se mantenía acelerado, ya llevaba en su dedo una alianza, ya el sacerdote los había nombrado marido y mujer, Enrique con delicadeza se acercó a ella y apartó el velo de su rostro, él alzó las cejas y se quedó mirándola a los ojos por fracciones de segundo, repasó todo su rostro y se inclinó sobre ella para dejarle un beso tierno sobre los labios. Ella contuvo el aliento y con los ojos cerrados esperó a que el beso terminara.—Vivan los novios —gritaron al unísono mientras de fondo sonaba una canción barroca.Enrique sonrió con amplitud y apretó su mano con fuerza, la miró y ella le devolvió la mirada como buscando respuesta sobre qué hacer en adelante.—Lo hicimos, está hecho, eres mi esposa —dijo sonriente mientras alzaba su mano y reía en dirección de los asistentes a la boda. Ella se limitó a asentir, dejó de sonreír cuando vio entre los presen
Lucia estaba tensa, no podría dormir hasta que Enrique saliera del baño, respiraba de forma pesada y pensó que él se daría cuenta de su nerviosismo, no quería que se confundiera o siguiera pidiéndole que no se enamorara de él.Escuchó la puerta del baño abrirse, paso saliva y cerró los ojos, aspiró el aire del ambiente, olía a jabón de tocador y a loción para caballeros, contuvo la respiración por un segundo, escuchó como él se movía por la habitación hasta que por fin sintió su peso junto a ella, él suspiró con dramatismo al acostarse.—Buenas noches, esposa —dijo, ella prefirió no responder para hacerse la dormida.Sintió la mano de él sobre su cara, Lucia se sobresaltó por lo fría que esta estaba, Enrique estalló en risas.—Sabía que estabas despierta, ¿por qué no me respondes?—Tengo mucho sueño, Enrique, no seas desconsiderado —respondió avergonzada.—Y madrugaremos mañana para tomar un vuelo. Buenas noches, esposa —repitió.—Buenas noches, Enrique.—Hoy es nuestra noche de bodas
Enrique estaba relajado, dentro de todo eran días que de verdad utilizaría para descansar y la compañía de Lucia le resultaba agradable, no sentía las presiones de las relaciones reales, y podía ser más como era sin cámaras. Sabía que debía de tener cuidado, Lucia era apenas una chica y podía ilusionarse fácilmente con él. No quería complicar las cosas.Ya no negaba que su nueva esposa le atraía físicamente, la encontraba linda y dulce, despertaba en él un instinto por cuidarla y protegerla, pensó que tendría que obligarse a verla como una hermana o una prima, no podía verla de otro modo ni caer en la tentación de seducirla, el encargado del lugar los recibió y les dio un recorrido por la posada en la que se quedarían por su luna de miel, quedaba justo frente a la playa, alejada del resto de las posadas, tenían servicio privado para que no los molestaran, ni la prensa pudiera tomarles fotos.—Tendremos que caminar hacia la parte común y dejarnos fotografiar —dijo a Lucia, quien asintió
Lucia quería llorar, sintió una mezcla de emoción inexplicable por el contacto físico con Enrique y que por momentos se sintió real, nunca antes había besado a alguien, nunca antes la habían besado así, se dejó llevar por el momento, pero su esposo por conveniencia solo le recordó lo obvio: ella no era nadie para él. Contuvo las lágrimas hasta internarse en la cabaña donde había al menos más de una habitación, había acomodado las cosas de ambos en una sola, sin embargo, ella tomó alguna ropa para dormir y se fue a la habitación contigua, era pequeña y suficientemente cómoda para una persona.Vio a Enrique caminar directo hasta el balcón trasero de la posada que daba a las montañas alrededor de la pequeña isla. Se veía serio y molesto, en lo que Lucia pudo encerrarse en la habitación, se dejó llevar por la vergüenza y lloró con amargura sintiéndose tonta, por momentos se dormía, al despertar recordaba el beso y lloraba de nuevo, sintió tanta vergüenza por las palabras de Enrique que jur