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Capítulo once: Un cumpleaños y un recuerdo amargo.

La cárcel era lúgubre y fría, pero un malestar lo afligía, Rigar había pasado una semana en prisión sin noticias de su familia, ese día habrían festejado el cumpleaños de Charlotte de no ser por los eventos del pasado. Debido a que Charlotte no se encontraba en Breñas, Doroty obto por irse de ahí y comenzar de nuevo en Armenar. Ana se mostraba afligida como la mayoría de los chicos que se preguntaban constantemente como estaría Achecar, a lo que no podía contestar. Arai se empezaba a resignar de haber perdido a su querido, y Aldar iba y venía con una sonrisa. Carolina había regresado a su casa y se apoyaba en sus trabajadores para llevar a cabo los negocios de su esposo, y a muchos les pareció extraño que no se viera preocupada por la ausencia de su hija.

Por su parte los guardias de rastreo de Gigar no se daban por vencidos y habían seguido el caudal del río sin encontrar cuerpos, por lo que habían llegado a la conclusión de que seguían vivos. Ante esta posibilidad, Gigar ordenó la colocación de carteles por todas las aldeas allegadas a la región y más allá esperando recibir noticias.

Por su parte, Achecar y Charlotte solían pasear por los campos vírgenes solían resolver asuntos de los que se encontraban en el camino, debido a la peculiaridad, los rumores hablaban de los niños guardianes que iban rondando por los campos, a ella la apodaron "la cazadora blanca" y a Achecar le dieron el sobrenombre del "denmanio bueno", pues por estos tiempos Achecar dominaba mejor su magia, pero sus ojos se tornaban de un peculiar color amarillo, por lo que muchos le temían hasta que Charlotte aparecía. Debido a su poco tiempo en las villas, nadie podía indentificarlos.

—La tienda es cada vez más linda no te parece—dijo Charlotte mientras ordenaba la tienda con las cosas que habían comprado, generalmente telas y unos libros.

—Sí, tienes un buen ojo para la comodidad.

—Gracias, mirá hice un osito.

—Es muy lindo, tal vez podamos hacer unos y...

—¿Por qué te detienes? Ibas a decir venderlos.

—Sí, pero tu lo hiciste por tu gusto y, yo trataba de comercializar con eso.

—Pero eso, ¿acaso no es bueno?

—Lo es pero, no me gusta convertir un gusto en un producto mercantil.

—Sabes, se que quieres que viva mi infancia feliz y todo, pero yo también quiero que seas feliz.

—Eso lo se—dijo Achecar tomando el peluche y tras soltar una sonrisa, jugó con la niñerias de Charlotte—¡quieres tu peluche!

—Dámelo, damelo—dijo Charlotte tratando de quitarle el peluche.

Tras jugar un rato con ella y pasar la tarde entrenando, cenaron un pan con café y leche dentro de la tienda cubiertos con unas cobijas.

—¡Es delicioso!—dijo Charlotte al momento de tomar el café—aunque no lo enfríe bien.

—Ten cuidado, a propósito, mañana cumples años.

—Sí, pero no será necesario que compres nada, a fin de cuentas yo arruine el tuyo.

—No lo hiciste, no lo hiciste.

Dijo Achecar dándole un abrazo. Al día siguiente antes de irse le pidió a Charlotte que lo acompañará al mercado de la villa, al recorrer los puestos, Charlotte miró de reojo un vestido azul y floreado, no quiso llamar la atención de Achecar, pero este la vio.

—¿Te gusta?

—No es necesario.

—Char, es algo por tu cumpleaños, deja festejarlo aunque de manera sencilla.

—Me basta con estar contigo.

—Entonces déjame regalarte algo lindo.

Charlotte sonrió y se dirigieron al puesto.

—Buenos días señor, ¿cuanto cuesta el vestido azul floreado?

—¿El vestido?—dijo el vendedor—es una pieza única, está encantado para que su talla cambie con el usuario.

—Eso quiere decir que no es barato—agregó Charlotte—pero no es curioso que un vestido como este se encuentre en un lugar así.

—Puede ser—continuo el vendedor—pero el vestido regresa a mi cuando parece ser que no complace a su portador, por lo que puedo decir que su precio es de dos monedas de plata.

—¿Dos monedas de plata? Debe tener un buen ahorro con eso—dijo Achecar.

—No realmente, solo vuelve a mi de vez en cuando, lo volví a tener después de diez años.

—Achecar, no es neceario.

—Te gusta y parece de tu talla, además nos ha ido bien, por lo que no debería preocuparnos por un pequeño gusto, no te parece.

—Bueno, realmente es lindo.

—Tome entonces.

—Muchas gracias chicos, a proposito son viajeros o algo así, no es común ver a un par de niños rondar solos.

—Nos cuidamos mutuamente y además podemos defendernos, no tiene por qué preocuparse—dijo Achecar.

—Bueno, pero debo informar a los guardias.

Sin embargo miro a un lado y vio que estos se iban, quiso preguntarse del por qué de tal acción, pero no le dio importancia.

Charlotte y Achecar corrieron y llegaron a su tienda donde guardaron todo y se marcharon.

—Es lindo el vestido.

—Eso lo se, realmente te gusta.

—Sí, los colores, el bordado, aún no despierto mi reflejo, pero ves que se relacionara con las rosas, y creo que se verá bien en mí.

—Todo se ve bien en ti.

Charlotte le sonrió y cerca del medio día llegaron a una colina y comtemplaron un largo camino.

—Sabes Charlotte, he aprendido a usar mi magia como también a mejorar mi forma de combate. Tal vez sea momento de buscar la cura a tu maldición.

—Sí.

Los dos ahora iban con una gran determinación. Pasaron los días y pasaron por gran parte de la región de la nación, al tiempo que los guardias mágicos colocaban los carteles y algunas personas los señalaban. La caminata y el viaje los llevó lejos de las regiones sur y se acercaban a las partes centrales. Pará este punto y con los datos que Valerona le dijo a Rigar, sabían que no encontrarían a alguien dentro del reino, pues las hechiceras y brujas no solían permanecer mucho tiempo en un lugar, además de que no sabían los motivos iniciales ni métodos que emplearon en ella. Continuaron por un rato hasta que llegaron a una aldea, que era atacada por un grupo de ladrones que destruían todo a su alrededor.

Charlotte al ver tales acciones, miró a Achecar y con la mirada ambos se dirigieron al lugar. La aldea no poseía un mago con gran poder mientras que los bandidos sí demostraban tenerlo, dominando a los habitantes en segundos, pero debido a esto, Charlotte los soprendio y logró amarrar con sus lianas a cinco de los diez e inutilisarlos.

En tanto Achecar se movía por las sombras buscando al resto, uno estaba a punto de abusar de una niña y su madre, y al ver esto, Achecar puso una mirada furiosa haciendo que sus ojos brillarán de un amarillo intenso y su katan se torno negra, el mago lanzó un conjuro con una frase amenanzante, pero Achecar sólo puso su katan de frente y este se comió el ataque, al ver que se trataba de un niño, el bandido sintió terror y quiso escapar, pero Achecar lo golpeó con la espada con tal fuerza, que lo arrojo con tal poder que rompió un muro y el bandido había quedando paraplejico, debido al peso de la espada que le destroso la espalda, incluso dejándole una marca. El resto de bandidos al escuchar el ruido dicidieron apoyar a su compañero, y al encontrarse con Achecar lo atacaron con todo, pero lo ojos amarillos brillaban en la oscuridad y el se abalanzó sin medir consecuensias, pues los impactos con la espada eran devastadores, uno de ellos reaccionó cubriéndose con uno de sus conjuros que consistía encubrir su brazo de arcilla, pero el impacto fue tan fuerte que se lo rompió con tal facilidad que el otro al ver trató de huir, pero Achecar lanzó la espada que fue desviada por las lianas de Charlotte haciendo que cayera a un lado, al ver el cráter que la espada hizo, el bandido cayó de rodillas en sudor y temblado de miedo. Tan pronto eso ocurrió, Charlotte le grito haciendo que recuperará la cordura.

La gente agradeció el gesto y les sorprendió que fueran niños con tal destreza, la mayoría estaba felicitando y agradeciendo a Charlotte, mientras Achecar se sentó en una escalera pensativo, Charlotte lo vio y quiso explicar, pero uno de los ancianos la detuvo.

—No mal entiendas, estamos agradecidos con el de igual forma, pero sucede que sus acciones...

—Lo se, pero les juro que no así .

—Lo sabemos niña, se nota en su cara, pero hay gente cuya magia lo marca de por vida. Hay magia que cambian a las personas si estas no se controlan y aún así no hay garantía de que sean las mismas.

Charlotte miró a Achecar, pero antes de ir por él, vio como la madre y la niña se acercaron.

—Muchas gracias chico rudo—dijo la niña.

—De nada pequeña.

—Me gustaría agradecerte de una forma especial, pero no sé tu edad—dijo la madre de una forma coqueta.

—He oído de ese tipo de agradecimeinto, pero aunque tuviera la edad no lo aceptaría, y no por ser menos hombre o por que su belleza no cumpla, sino porque no debe ofrecer algo tan valioso como la fuente de la vida así como así, les salve la vida pero no por eso soy su dueño. Pará mí, el mejor agradecimieto es que si vuelvo a verlas, es que esta pequeña tenga una infancia feliz y su madre sonría de alegría y goce de buena salud, de ser lo contrario. Espero ayudar de nuevo.

—No eres un niño, eres más hombre que los hombres.

—No creo ser digno de tal honor.

La mujer le dio la bendición y la niña le dio un pelcuchito, el lo aceptó y le dio a la madre una moneda de plata. Charlotte había estado cerca y cuando la familia se retiró, Charlotte le sugirió quedarse a pasar la noche, pero Achecar dijo que es mejor seguir. Charlotte noto que temblaba por la ansiedad y ambos se retiraron. Cuando el sol se puso, armaron la tienda y prendieron fuego con un tanque de fuego eterno que no se sabía como funcionaba, pues los mercadores los traían de un país más lejano del norte. Achecar miraba con suma tristeza el peluche de la niña y preguntó.

—¿Estas bien?

—Se que ves que no.

—Es por lo que hiciste con esos hombres.

—Sí—empezó Achecar con una voz quebrada y con unas lagrimas que se limpiaba con la mano—parece que mi magia no es agradable, saca lo peor de mi, he hice algo no se por que, pero es como si mis emociones se bloquearan y abrieran mis instintos.

—Ya Achecar—dijo Charlotte abrazándolo.

—Tengo miedo de lastimarte y arruinar tu infancia.

—Oye, no vas a arruinar nada, ahora que lo pienso, siempre me dejas jugar y evitas cosas malas ¿por qué? Te agradezco, pero no se por que te comportas así, se que has perdido tu infancia pero...

—Mi nombre es Yami;que yo sepa es de un origen muy antiguo y se relaciona con la oscuridad, además de que habla de mi pasado, por ese motivo no quería mencionarlo. Perdí mi infancia cuando la guerra llegó a mi país natal, y después de eso, vi como niñas menores que yo y tú, se habían convertido en madres, hijos de hombres mayores como de niños de la misma edad. Una de ellas era mi amiga, era chocante ver como de un día para otro estábamos en la callé jugando y en unos meses cargaba a un bebe. La vida es muy corta para vivir llena de desgracias.

—No te preocupes, gracias por eso, tu me ayudas y yo lo haré.

Achecar le sonrió, mientras se retiraba las lágrimas y los dos se pusieron a bailar alrededor de la fotaga y cantado sin gracia o armonia, pero felices a fin de cuentas.

Mientras que en las regiones centrales, los problemas ajenos a las personas que viven la vida de la mejor manera, un grupo de resentidos se reúnen para desatar un conflicto que no depende de ellos.

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