Capítulo diez:Abrazándo una nueva vida.

Al despertar, Charlotte vio cómo Achecar se había levantado y se había hecho de más pescado como avivado el fuego, ella se sonrojo al darse cuenta que había dormido con él, pero esa sensación no duró mucho, pues se dio cuenta que el sol estaba casi en medio y Achecar estaba haciendo el trabajo, por lo que se levantó y se dio cuenta que sus pies estaban vendados con tiras de la camisa de Achecar así como el hecho de que le dolían un poco.

—Descuida Char—le dijo Achecar al notar que trataba de caminar—haré el trabajo mientras te repones. Te nacieron algunas ampollas, además de que esta zona está cubierta de pequeñas piedras.

—Veo que ya has asado el pescado.

—Sí, le agregué unos pimientos.

—Yo, te habría... Espera, ¿pimientos?

—Sí, la corriente y la caminata nos trajo a una pequeña villa que posee un mercado, logre capturar unos peces y venderlos. Compre una cobijita.

—Vaya, es muy linda, pero supongo que nos dedicaremos a eso verdad, pescar y venderlos.

—Así es, pregunté por un par de zapatos, pero no sabía tu número de calzado, por lo que te cargare por un rato, para que no te lastimes.

—Espera, ¿por qué me cargaras?

—Recuerda que no sólo nos iremos de viaje, sino que tendremos que escondernos. Ellos seguramente saben que el río nos llevó y por eso mismo saben que sino nos encuentran vivos, lo harán muertos.

—Entonces, ¿nos iremos lejos del río?

—Así es, y no podremos quedarnos mucho tiempo en un lugar, al menos no por ahora.

—Entonces que esperamos, déjame ayudarte.

—No, tan pronto logre comprarte un lindo y fuerte calzado así será, pero por ahora come y seguiremos nuestro rumbo al oeste.

Charlotte hizo un puchero pero acepto, pues no estaba en condiciones de decir que no. Tan pronto comieron Charlotte dobló la cobija y se la cargo así como Achecar hizo lo mismo con ella y cruzando por los campos continuaron su viaje. Charlotte veía con asombro varios lugares que hasta ahora había ignorado, solían evitar los caminos, debido a los mismos caminantes que por ahí se encontrarán y vieran raro que dos niños estuvieran solos. Pará su fortuna no se encontraron con ninguno y solían usar los campos más solitarios para caminar, descansaban una o dos horas y seguían.

En la tarde, una villa un poco más grande que la anterior se hizo presente, Achecar se acercó y le pidió a Charlotte que se escondiera cerca de un tienda y se cubriera el rostro con la cobija, Achecar preguntó por un buen lugar donde dormir a un buen precio y un carnicero le permitió usar un cuarto a cambio de que le ayudará a matar un cerbali, un animal tan grande como un caballo pero era un porcino;este ser se pensaba usar como remplazo de los cerdos comunes pero eran muy hostiles, pero debido a lo difícil de su captura este había aumentado su valor. Cuando Charlotte se presentó sobre Achecar, el carnicero se mostró intrigado que no pudo evitar preguntar.

—¿Quién es esta niña?

—Es algo que no debería importale, ese fue el trato.

—Bueno muchacho, no te enojes, solo pienso que si son huérfanos, lo mejor que podrían hacer es ir a un orfanato.

—No, tuvimos una mala experiencia.

—Del tipo...

—Sí.

—Bueno, tienes suerte, yo no tengo a nadie que le haga daño, además aborresco a esos tipos.

—Por eso lo eligi.

—Bien muchacho, al ponerse el sol, podremos ir tras el cerbali, aparte del cuarto, te daré dos monedas de plata.

—Eso es justo, hasta entonces.

Tran pronto esto pasó, Charlotte y Achecar se instalaron en el pequeño cuarto que contaba con una cama y una pequeña chimenea. Achecar la bajó y al tocar madera, ella se movio libremente por el lugar y sintió que la cama era comoda, así como vio que se podría dar una ducha con agua caliente como también comer una comida mejor preparada.

—Es un bonito lugar, pero ¿donde dormirá él?

—Me dijo que su hijo se volvió un guardián mágico y no ha vuelto en un tiempo, renta este cuarto a viajeros y trovadores, a cambio de noticias u otras cosas.

—Ya veo, que te parece si practicamos tu magia.

—Esta bien.

Achecar concentró su magia en su espada, pero sólo se podían apreciar unos chispazos que no llevaban a nada, Charlotte le menciono que debido a que ella era noble, su magia fluía como un río mientras que la suya era como un lago, y que lo que tenía que hacer era mover las corrientes visualizando eso. Achecar se enredo un poco, pero se concentró lo suficiente hasta que pudo ver como su espada se tornaba negra. Charlotte gritó de alegría pero Achecar la detuvo, pues pudo notar como la espada no sólo aumentaba de peso, sino que se comió una parte del suelo.

—Tu magia es algo aterradora—dijo Charlotte al ver de manera detallada el daño.

—Eso me preocupa, mejor hagamos otra cosa para pasar el rato.

Debido a que no había algo con que entretenerse, ella hizo con su magia un columpio en medio de la habitación, y practicaron unas posiciones de combates que Canras le enseño. Ella podría dominarlo de no ser por su enorme peso y fuerza. Así estuvieron hasta que el carnicero toco la puerta, anunciando que ya estaba todo listo. Antes de irse, el carnicero le dijo a Charlotte que no atendiera por muy importante que fuera y que saliera por la ventana en caso de que algo pasara, Charlotte acato la orden y los dos se marcharon.

—¿Qué es lo que traes?

—Es un katan de madera.

—¿Por qué lo traes? Si es inutil siendo de madera.

—Bueno, es para acostumbrarme.

—No es algo habitual por estos lados, eres un extranjero.

—Algo así, ¿hay algún problema con eso?

—No, estas tierras estaban al servicio de Run-dai, usaban una magia molesta, cuando se inició la invasión hace casi once años, y los de Ajedraz avanzaban, los vimos como salvadores, y nos quedamos aquí. Por lo que se lo que es irte del que supuestamente era tu hogar, y que te traten con extrañesa.

—Entiendo.

En aquel momento, un ruido se escucho por el bosque, el carnicero usaba de reflejo la magia de disparo; con la que podía convertir incluso una gota de agua en un potente proyectil que iba disparado a altas velocidades, sin embargo tenía la desventaja de que su visión empezaba a empeorar, y es por eso que necesitaba ayuda. Achecar se acercó al cerbali y lo distrajo esquivando golpes y ataques de este, el carnicero se coloco a la distancia a modo de francotirador para capturarlo, sin embargo su visión fallo más de lo habitual y no pudo ver que Achecar lo llevó muy cerca, que al disparar el animal se volteo al carnicero a quien fue atacar, sin embargo Achecar grito: Magia Oscura y cubrió su espada de madera con ese color y al dejarlo caer en el animal, su cabeza tuvo un corte muy limpio que la parte del hocico se cayó, el cerbali se movía eufórico hasta que Achecar lo remato enterrando la katan negra en su cabeza, matándolo de inmediato.

—¿Qué fue eso?

—Magia de cubierta, parece ser que usa la oscuridad.

—No muchacho es una magia similar al de oscuridad, pero aún más letal y eso lo se por el simple hecho de que he tenido malas experiencias con esos tipos. Lo mataste con facilidad, seguramente será una magia muy peligrosa, tu serás peligroso.

—Eso, lo aterra.

—Sí, pero promesa es promesa, te daré tres de las cinco monedas de plata, yo fui quien sirvió de carnada.

Los dos acomodaron la bestia y la cargaron en sus hombros, el carnicero se sorprendió que Achecar pudiera levantar un animal tan grande a su edad. Al llegar, el carnicero le agradeció y pagó las monedas que le tocaban. Achecar se fue a la recamara y noto que Charlotte usaba la cobija para cubrirse, pues aparte de ducharse, también lavo su única prenda.

—Mañana comprare más ropa.

—Quieres cenar, prepare un poco de estofado.

—Si eres tan amable.

Ella se levantó de la cama mientras leía un libro que se encontró en un estante, le sirvió y Achecar devoró el plato muy rápido.

—Te gusto.

—Sabe bien, no esperaba que supiera así de rico.

—Supongo que es por que no parece que cocine, pero se hacerlo, aunque no lo hacía muy seguido.

—Supongo que extrañas las comidas que te servían.

—Sí, pero creo que podremos levantarnos, tal vez no sólo podamos comer como antes, sino también vivir en un lugar similar.

—Tal vez, pero es algo prematuro, mañana compraremos unos lindos zapatos, unas mudas y una casa movible.

—¡No puedo esperar! Tan pronto me reponga, te ayudaré mucho más, eso te lo prometo.

—Claro que si Charlotte.

Achecar le quiso contar sobre su magia, pero incluso el se sentía incomodo por lo brutal de su accionar que se lo guardo. La hora de dormir llego, el carnicero les proporcionó cobijas y sabanas, y debido a que la situación lo permitía Achecar pensó en dormir en el suelo, pero Charlotte no lo permitió y así los dos durmieron juntos.

Al día siguiente fueron al mercado donde con las modenas que le dieron, Charlotte compró unas botas para el campo, un trajecito de cazadora; en ambos predominaba el café en dos formas, claro y oscuro. Así como otras mudas tanto para ella como para Achecar, quien consiguió una tienda lo suficiente cómoda como para pasar la noche, como algunos utensilios de cocina y unos libros. Todos los gastos en conjunto abarcaron casi las dos monedas de plata quedándoles una de plata, cinco de bronce y treinta de fierro, los dos cargaron la mochila con las cosas y se marcharon del pueblo despidiéndose del carnicero y caminado con alegría tomados de la mano.

Si bien parecía ser una escena tierna, a la distancia Gigar y el resto de guardianes seguían el rastro de los pequeños, percatandosé de que vivían, pero no sabían con certeza a donde fueron. Pará Aldar el que no supieran nada era una bendición y tanto para Arai como para Ana era obvio que no, mientras que Rigar se encontraba pensativo dentro de su celda, pero en lugar de arrepentirse su rabia sólo amainaba pues no podía aceptar la culpa. Carolina aún seguía en el hospital al cuidado de Segrat y su esposa, como todos los amigos de Achecar esperaban saber noticias siguendo con su vida.

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