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Capítulo diecisiete:Conociendo un par de legiones

Gina y Gerald esperaban al capitán y Achecar en la recepción con su respectivo equipaje, debido a la tardanza ambos intentaron hacer plática sobre los eventos ocurridos, así como su futuro, pero no pudieron tener una conversación fluida. Achecar se acercó al poco tiempo viéndolo un poco decepcionado, por lo que Gerald quien era muy extrovertido y humorista empezó.

—¿Qué ha sucedido? Te veo algo triste.

—Más que triste, solo pensativo.

—Eso no lo parece, ¿qué cuentas?

—Nada importante.

Gerald se calmo ante la forma tan fría y desinteresada en que se expresaba, estuvieron en silencio por un rato hasta que Astar se presentó, con una actitud despreocupada;al no haberlo descrito antes, su apariencia es la de un hombre en sus cuarenta, con una altura de un metro ochenta, una vestimenta simple de un pantalón y una camisa de tela de un color rosa traía consigo una pequeña bolsa y su rostro tenía una barba de candado trenzada, al igual que su cabello, ambos de un color café claro con unas canas y ojos negros.

—Bien chicos, es hora de ir a la base. Así que suban al transpote—dijo Astar al momento de aparecer una manta y extenderla en el suelo.

—¿En eso?—dijo Achecar algo dudoso.

—No hay de que preocuparse, si soy yo quien la maneja todo estará bien.

—No tiene una escoba o algo parecido—sugirió Achecar.

—No me hagan esperar, así que suban—agregó Astar con clara molestia.

Los tres chicos subieron y, se sorprendieron al ver cómo está volaba a altas velocidades, y con el peso que está llebaba. En menos de una hora llegaron donde se encontraba la base de Sanber con su estandarte negro con una especie de tejon de escudo. Aquel lugar está cerca de las regiones del sur; la cual se encontraba a unos cinco kilómetros de la ciudad de Lislan.

—No sabía que la base quedara tan lejos de la capital—dijo Achecar sorprendido.

—Así es muchacho, está es la base principal, debido a nuestro número extenso de miembros, algunos duermen en bases menores, mientras que otros viven en las ciudades que custodian.

—Tengo un duda, ¿qué tan lejos están la bases de otras?

—Bueno mi buen Achecar, cada base es diferente y se ubican en lugares estratégicos. Hay quince bases, me parece que siete custodian las fronteras con los otros países, cinco las regiones medianas y tres el centro. Intuyes cuáles son la que están en el centro.

—Es bastante obvio.

—Bueno, debido al gran número a mi cargo me es difícil vigilarlos, por lo que divide a mis tropas en tres, cuatrocientos para mi quienes son reclutas, para entrenarlos y darles indicaciones directas, la teniente Carla a los de rango medio que son trecientos y Aldo los de rango mayor que son doscientos.

—No entiendo entonces el porque tiene grados diferentes si hacen lo mismo.

—No es así muchacho. El vice capitán es mayor que el teniente, no sólo en rango, sino de poder pues la diferencia es enorme y obviamente la mía con la suya, por eso controla a los de rango alto, además que en caso de que se necesite a un capitán puedo mandar al vice capitán y en caso de no a un teniente. Además dentro de cada división hay diferentes rangos devido a mi división decimal. Por lo que cada uno controla a treinta divisiones con nuestros encargados de división. Además al vice capitán le puedo asignar tareas más peligrosas y no tendría que preocuparme, pues todos fueron preparados por mi y están al mando del mejor de los tres. En el caso de la teniente, cuando hay una guerra la división se amplia, pues pasa a ser vice capitán y los encargados de los de rango alto pasan a ser tenietes y, así comandan al resto salvo a los novatos que están bajo mi orden y se quedan en la reserva.

—Sigo sin entender con claridad.

—Ya lo harás.

Astar hizo aterrizar la alfombra en el patio del edificio, cuya arquitectura era la de un castillo medieval, pero con elementos árabes y se mostraba algo descuidado(siendo esta descripción una referencia sin ver con la cultura).

—Esta es su base, no parece haber nadie—dijo Achecar al observar la situación de la base, que se veía bastante solitaria.

—Como te lo dije, es por que tenemos bastantes miembros, además el edificio solo puede mantener al menos unas cincuenta personas, aquí están los miembros nuevos, ustedes se encargarán de la ciudad y las regiones aledañas, pueden vivir aquí, donde no les faltara nada, también les daré su uniforme y matricula para poder laborar.

—Bueno, ¿cuándo iniciaremos los entrenamientos?—preguntó Gina.

—A ti tal vez no—contestó Astar sin tapujos.

—¿Por qué no?—preguntó algo indignada.

—Tu magia es muy peculiar, además de que te acepte solo por petición de Achecar, el ya tiene experiencia así que el te entrenara. Voy a buscar al resto de reclutas, seguramente los que les tocaba irse ya lo hicieron, generalmente aquí viven por un año o más hasta completar la decena, por lo que generalmente tengo a dos generaciones conviviendo por un tiempo, pero esta no generó lazos muy fuertes. Bueno, esperen aquí, son algo ruidosos y no quiero que hagan un desastre.

—Te veo algo molesta—dijo Achecar.

—No, solo que, pensé que sería mejor recibida—contestó Gina algo triste.

—No le hagas caso a ese viejo—dijo Achecar al momento que le tocaba la cabeza—veras como progresas, yo te apoyare sin importar que.

—Gracias Achecar, por darme esta oportunidad.

—¡Ahí les voy!

Grito uno de sus compañeros, que al caer cayó sobre sus pies con suma resistencia, partiendo la piedra y levantando polvo.

—¿Quién eres tú?—dijo Achecar desenfundando su katan.

—Soy el increíble Roberto El Saltador—dijo un chico de una figura esbelta y alto de un metro setenta, con una sonrisa de oreja o oreja, cabello rojo, ojos ruiseños de un color café claro.

—Ya deja de presumir sin ningún propósito—empezó un chico que salía vestido con un traje negro, el cabello negro y corto, ojos negros y un rostro delgado y fino, una altura de un metro sesenta y seis—soy Fred, mi magia de reflejo es la cristalización.

—Hola soy Regina—dijo una chica que lo seguía, con una falda corta y un escote pronunciado, su cabello rubio y esponjado, un rostro risueño y encantador con ojos morados, además de ser más alta que Fred, algo que lo molestaba pues ella media un metro setenta y dos—mi magia de reflejo es la durabilidad.

—Soy Torreon, tengo magia de embestida—dijo un chico de un metro cincuenta con lo que parecía ser un casco, era moreno y con ojos negros, además de vestir con pantalones de mesclilla azules y una camisa corta de color naranja.

–Soy Anaís, tengo magia de flores y aromas—dijo una chica que tenía el cabello verde, unos ojos del mismo color, de un metro cincuenta y pasó arrojando pétalos por el lugar.

—Soy Jesica, tengo magia de aburrimiento—agregó una chica de un metro sesenta, con un rostro marcado con su habilidad, de un cabello lacio negro opaco, ojos de una tes similar y la piel blanca.

Achecar miró con incredulidad, por lo que veían sus ojos hasta que sintió como alguien tiraba de su ropa.

—Yo soy Amelia, puedo hacerme invisible—dijo la última chica con cabello café y enchinado, ojos pequeños y una apariencia casi infantil, de un metro cincuenta, vestía un vestido blanco crema con una cinta negra en el centro, y unos botines de color crema.

—Un gusto—dijo Gina saludando con la mano a cada uno, que le correspondía con cierta incomodidad, salvo Amelia y Jesica.

—Sí, es un placer—dijo Gerald mostrándose alegre.

—Achecar, no dices nada—dijo Astar acercándose al mismo, aunque había visto la presentación desde la puerta en silencio.

—Claro, es grato conocerlos, aunque tengo unas dudas que quiero hablar a solas.

—Bien, en ese caso, pueden pasar chicos, pedí comida a domicilio.

Los chicos llevaron a los nuevos adentro hablando de la suerte que tenían, porque comer sabroso era algo poco común en aquel lugar. Achecar los miró irse y volteo a ver a Astar con una mirada que reflejaba no sólo confusión, sino también enfado.

—La magia de estos chicos, es muy débil y no tan peligrosa.

—Los consideras desechables.

—Considerar a alguien de tal forma no es mi estilo, pero usted estuvo a punto de dejar a Gina fuera.

—Oye, Gina tiene una magia tan abstracta que no se por donde empezar a tratar;hemos tenido malas experiencias con sujetos de su tipo. En tanto a los chicos, es la misma visión que tú, les doy esperanza de mejorar, que dudo puedan hacerlo, pero al menos no vivirán frustrados de por vida, además son buenas personas.

—Eso puedo verlo, pero en un conflicto con sujetos como yo o los que fueron aceptados en las otras legiones, la diferencia es abismal.

—También por eso te traje, quiero que los prepares para enfrentar a enemigos más poderosos.

—De qué hablas, he oído que los movimientos separatistas están disueltos. Los dongos, serinos y demás no son problema para nosotros.

—Verás, Valerona vino a ver a Valerian, y tal parece que tuvo una visión, Run-dai no está tranquila con su derrota, y ha estado usando magia prohibida y peligrosa, este año reclutamos más de lo debido, generalmente a gente fuerte y sagas.

—Por eso no querías que viniera ella.

—Así es. Los capitanes y el general valemos por la mitad del ejército completo, los vicecapitanes y tenientes como los comandantes un cuarto y el resto el otro cuarto.

—Pará qué tenemos ejército si ustedes son así de poderosos.

—Bueno, Valerona también dijo que hay más como nosotros en Run-dai;más que tienen rango de capitán de lo que pensamos, por lo que sabes el encargo que te hago.

—Espera, como que me encargas, si solo soy un recluta nuevo.

—Sí, un recluta que tiene una magia muy poderosa en sus manos. Le daría el encargo a uno de los chicos, pero creo que no tienen tu experiencia. Se que has enfrentando a Rigar de Rosei, al preguntar un poco y corroborarlo me sorprende tu desempeño contra un noble.

—No se si sea de lo que sentirme orgulloso, a fin de cuentas no me mato por ser mejor, sino por mera suerte. Además no se que historias le habrán contado.

—Eso no importa, estás a un nivel que no había precensiado, y sobre todo una madures que nisiquiera yo poseo.

—Eso no se como tomarlo.

Astar lo tomo del hombro con una sonrisa y, se retiró con su alfombra voladora sin dar más explicaciones.

—El capitán se ha ido—dijo Fred en tono autoritario—escuchame extranjero, llevó aquí dos años y aunque el capitán no lo exprese soy tu encargado, me hecho cargo de los nuevos por este tiempo.

—Oí que se quedaba otro grupo debido a que no completaban el número.

—Eso no tiene importancia, yo estoy a cargo, entiendes.

—Si ese es el caso, muéstrame la rutina del lugar.

—Bien, verán la legión es la más numerosa y la que tiene más miembros activos aunque es muy probable que retiremos a varios este año. Pero eso no importa, al ser los nuevos y el equipo recién formado nos levantamos temprano y cubrimos turnos dobles dependiendo de las circunstancias, como ustedes son los nuevos se encargaran de la comida mientras nosotros vigilaremos las primeras horas.

—Y, ¿el entrenamiento?

—El capitán adiestra a los nuevos en ciertos meses, ahora fue por los uniformes y matrículas, acostumbra hacerlo en horas de descanso o días libres, cuando no se patrulle o cocine.

—Ya veo.

—También están prohibidas las relaciones con miembros de una misma legión, sin el consentimiento del capitán o el vice capitán.

—Y, ¿con otras legiones?

—Esta permitido, tienes interés en alguien de otra.

—Más que interés solo quiero despejar una duda, y a juzgar que las legiones están algo alejadas, quiero saber si se pueden hacer visitas.

—Si se puede.

—Bueno, entonces haré eso a primera hora mañana, no puedo extender más esa duda, y hablando de dudas, nuestro cuarto es elegible o ustedes lo asignan.

—Elijan el que gusten.

—Gracias.

Achecar se retiro permitiendo que Regina y Torreon se acercaran.

—He oído que es un monstruo en el combate—dijo Regina.

—Tambien algo temperamental—agregó Torreon.

—¡Maldición!—refunfuño Fred—cuanta envidia me da, pero no importa, tenemos que llevarnos bien.

Por su parte Dren a diferencia de los otros reclutas que fueron bien recibidos, no fue el caso con Reval que para probar a sus reclutas gustaba de hacerlos escarmentar y dejar en claro quien era el que mandaba, pricipalmete lo hacía con aquellos que le renegaban por su edad.

—¡Eso es todo lo que tienes!—grito Reval después de darle una paliza sin despeirnase. Esto debido a su gran poder y su fortaleza física, de un metro ochenta, delgado, con el cabello café corto alborotado, usaba ropas negras con una capa que llevaba el símbolo Silvar que era una especie de serinos deborando una luna, siendo de un color negro de fondo rojo.

—No, ¡no lo tengo!—grito Dren lanzando una lanza que en lugar de ser esquivada fue detenida por Reval con su mano desnuda, sin hacerle un rasguño y quien simplemente la desbarató sin mucho esfuerzo.

—Veo que si, te reclute por pena y por que creo pudiste hacerlo mejor con ese sujeto.

—No tienes por que decír tal estupides, bastardo.

—Mejor calla, que así como te reclute te puedo despedir.

Reval se retiró, su reflejo era uno muy peculiar. Lanzaba una ráfaga de energía ya sea por un arma cortante o sus manos, debido a que es el hijo bastardo de un noble, nació con más magia que otros plebeyos. La cantidad de magia dentro del cuerpo de cada persona es como un recipiente con agua, los Nobles lo tienen lleno, debido a que la gran mayoría no se esmera en fortalecerse o ganar experiencia su cuerpo no posee mejor recistencia que algunos plebeyos si. Los bastardos de Nobles tenían tres cuartos del recipiente y los plebeyos menos de la mitad, salvo ciertas excepciones poseían magia; más poderosa o más débil. En su caso, Reval creció con rechazo y sentido de inferioridad por ser hijo de un Noble y ser un marginado por ambos bandos, por lo que, según se cree, deseaba con creces tener un poder tan grande como para cortar el cielo y así fue. (Solo desapareció las nubes donde pasaba el filo, pero al lanzarlo sobre tierra creaba una gran franja de unos treinta centimetros de ancho y unos cien metros de largo o más).

—Maldito Reval, pero yo seré más poderoso y seré un noble real y no un bastardo—pensó Dren en voz alta, mientras se retiraba la sangre de su boca.

—Vaya, vaya, uno que busca lo mismo que yo.

—¿Quién eres?

—Quién soy, algún día no tendrás que preguntar, solo bastará con mi presencia, pero mientras ese día llega, soy Aldar El Innegable.

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