Capítulo ocho:El conde se entera.

Tras lo ocurrido con los serinos, Rigar se sintió más tranquilo además de que Canras hablaba de los avances de Charlotte de manera optimista, para este punto ya ha pasado casi un año desde que se encontraron desde la primera vez y el día del cumpleaños de Charlotte se acercaba. Rigar se estaba emocionado y mostrando alegre, aunque algo que obviamente inquietaba a su esposa y extrañaban a su hija.

—Papá esta raro, ¿no? Mamá.

—Eso es por que esta feliz, desde la migración de lo serinos y las festividades de la fiesta de primavera, parece que los rumores sobre que haz salido con plebeyos se han apasiguado, además de que él no los cree.

Charlotte se sentía feliz y satisfecha con lo escuchado. Durante este tiempo, Aldar había tratado de mostrar pruebas sobre sus palabras, y de no ser porque no aceptó ningún dinero, Rigar seguía atendiendolo por eso mismo, pero siempre terminaba ofendiendolo y hechandolo de la casa. Ya que todas las supuestas pruebas terminaban en perdidas de tiempo, generalmente por la ayuda de Doroty y del resto de chicos, que apoyaban las salidas de Charlotte y la consideraban una más de los suyos. Durante este tiempo la unión entre estos había sido casi de hermandan y los más pequeños decían que Achecar y ella eran sus padres, era claro que no se tomaron enserio esto, dándoles risa aunque solían seguírles el juego. Las cosas iban bien para ellos, pero no tanto para Arai que durante este tiempo, trató de ser más allegada a Achecar, tratando de ser más cercana a él, tratando de actuar como su edad, pero a él le pareció tan raro que de manera directa le dijo que no debía cambiar su forma de ser por que alguien más se lo diga. Por lo que trato de ser ella, pero el no la vio más que una hermana.

Debido a esto, Arai se sentía mal, pues no podía quitarse ese sentimiento; a pesar de no conocer más chicos que podrían ser buena opción, su capricho era visible por Aldar, como lo que el hacía por la forma descuidada en que llegaba.

—Otra vez trataste de decirle al conde sobre ellos.

—Bien lo sabes, y tu sigues llorando por él.

—¡Cállate!

—Hace casi un año que el está aquí y me parece que no entiendo eso que sientes, por que has de martirizarte por un amor a tu edad.

—¡Tu que sabes! Solo te importa hacerle daño.

—Sí, por que me ofende que el tenga el honor que a mi se me niega.

—No has pensado, que se te trata de tal manera por tu carácter soberbio.

—De qué hablas, mi orgullo es muestra de mi antigua sangre noble.

En ese momento Ana interrumpio.

—¿Qué platican?

—Cosas del mercado Hermana—contestó Arai, sorprendiendo a Aldar.

—Esta bien, saben, mañana Achecar cumple un año más desde el día que llegó aquí.

—Y, ¿eso que tiene que ver?—preguntó Aldar.

—Todos hemos pensado en hacerle una fiesta, pues el se ha ganado el respeto de bastantes personas en todo este tiempo.

—¿Todos están invitados?—preguntó Arai.

—Obviamente no, sólo vendrán aquellos que no lo quieren muerto.

—Entonces, sólo vendrán los mineros y unos cuantos mercaderes—completo Arai, mientras Aldar escuchaba de manera atenta.

—Bueno, también es claro que vendrá Charlotte, aunque se disfrazara, pues sólo los huérfanos sabemos que ella viene, los mineros aún sienten algo de recelo por su padre, y no creo que puedan soportar verla. Supongo que será una buena oportunidad para limar esperesas.

Ana se retiró de donde se encontraban los chicos. Arai volteo a ver a Aldar quien se mostró feliz de lo que escucho.

—Se lo que estas pensando, pero no permitire que lo hagas.

—Es una oportunidad en un millón, y sobre todo para ti, que no entiendes. Si Rigar encuentra a Charlotte se la llevará para siempre.

—Pero le hará daño a él, y es lo que tu quieres.

—No te preocupes, Alfredad y los mineros vendrán, es obvio que lo defenderán.

Dijo Aldar con cierta malicia. Arai se sentía mal, pero sabía que no podía decir nada, ya que ha fin de cuentas ella esparció los rumores junto a Aldar, este último volvió donde el conde para decirle.

—¿Qué dices?—preguntó el conde Rigar.

—Lo que oyo, ella irá mañana seguramente.

—Sí es así, lo comprobare.

Esa noche Achecar volvió a la alcoba de Charlotte, se le había hecho costumbre ir a visitarla en la noche casi a diario, siendo jóvenes uno pensaría mil cosas, pero simplemente se contaban cuentos de terror y ella se dormía en su pecho. Durante este tiempo, nadie sospechaba de estas visitas nocturnas salvo Segrat, pues era muy sigiloso como cuidadoso como siempre, pues no podía compartir algo que muchos veían morboso y casi una falta de respeto a pesar de que eran niños. Achecar no comprendía el por qué, pero la compañía que Charlotte le daba en esos minutos de soledad le traía calma, la miraba no como un hermana sino como una compañera, en este tiempo, solían tener pequeñas peleas pero nada que afectará su amistad. En esta noche los dos jugaron un juego de cartas que consistía en reunir atributos para así obtener puntos que al final se sumaban.

—Ay, otra vez perdi.

—Creo que confundiste el atributo de sol con el de luz.

—Enserio, tienes razón ¿por qué son tan similares?

—Sabes, hace un año, me mirabas con desagrado y ahora estoy en tu cama.

—Tu también, me sorprende que hayas llegado un mes antes de mi cumpleaños.

—¿Qué te gustaría?

—Qué mi maldición se acabe—contestó Charlotte con tristeza—pero creo que tu amistad es un buen regalo.

Achecar sonrió, y tras verla bostezar los dos se acurrucaron para dormir.

—A propósito, ¿en que día naciste?

—Eso no tiene importancia.

Charlotte no pregunto más pues terminó profundamente dormida. Achecar la terminó de abrigar y se retiró.

Al otro día la fiesta estaba repleta de conocidos que convivían de manera alegre y feliz. Alfredad se presentó conviviendo de grata manera con todos, y Charlotte estaba en el lugar mirando con alegría a las personas y pensó que nunca había visto una fiesta tan animada, sin embargo las cosas se tornaron oscuras, Alfredad fue el primero en notarlo, seguido por los presentes que vieron con miedo como Rigar pasaba entre ellos e iba directo a una mesa donde Charlotte estaba.

—Así que esos rumores eran ciertos—dijo Rigar al momento que le quitaba la capucha que cubría su cabello—¡eres una traidora! ¿Por qué te juntas con ellos?

Rigar la tomó bruscamente jalandola de un brazo tirando la silla en la que estaba y provocando que Charlotte girará y llorara de dolor.

—¡Dejela!—grito Achecar quien se abalanzó en su contra, solo para recibir un puñetazo en su rostro que lo hizo chocar contra el muro. Achecar se levantó herido y mareado, vio la sangre que escurria de su cara y, sus ojos se clavaron en Rigar, con tal ferocidad que Arai quien iba a socorrerlo junto a otros chicos se quedaron petrificados.

—El dolor que siento no se compara con el que ella siente, ¡te voy a destrozar!—dijo Achecar tomando su Katan de madera y tomando su capucha con fuerza y se lanzó en su contra de nuevo.

—¡Eres molesto mocoso! ¡No te metas en los asuntos de mi familia!—grito Rigar quien lanzo un ataque que Charlotte quizo detener pero no pudo, no obstante Achecar sería salvado por alguien poco pensado.

—¡Ya basta Rigar!—dijo Alfredad al tiempo que tomó a Achecar en sus brazos quien se mostro sorprendido por la velocidad a la que lo salvo—si tu hija quiere ser amiga de ellos, no debe haber ningún problema.

—¡Callate! Las joyas y la basura no se mezclan.

—No les hables de tal manera.

—Mis tierras generan trabajo, por lo tanto soy dueño de todo lo que hacen y puedo erradicarlos si así lo deseo, incluido tú.

Ante estas palabras, Alfredad empezó a expulsar un aura café y empezó a generar un torbellino de piedras que se formaban a partir de la magia. A su vez Rigar coloco a Charlotte detrás suyo y al igual que su adversario empezó a brillar con un aura blanca. En tanto los presentes salieron lo más rápido que pudieron y el más rápido fue en la búsqueda de un guardián mágico, pues un combate entre Nobles, no es precisamente tranquilo. Habiendo registro de duelos que desgastaron hectáreas y facturaron montañas. Los dos atacaron al tiempo, pero antes de que sus puños chocaran una voz se escucho.

—¡Clamados señores!—dijo el guardia mágico que recibía el nombre de Gigar cuyo reflejo estaba relacionado al mineral, en especial el hierro que lo llevó a tal límite que ahora es acero—vengo de la capital para tomar el cargo a esta ciudad tan tranquila para encontrarme con esto. Saben que las luchas entre Nobles están prohibida así que, diganme el asunto—. Los dos platicaron el asunto dando un resultado que no fue del agrado de Charlotte—oído los eventos y ya que es un asunto importante, no me queda mas que decir que el padre de la chica debe tomar la última palabra.

—Pero no es...

—Señor Alfredad es un asunto familiar, pero es verdad, si usted realiza un acto qué le haga daño nos tendremos que ver en la necesidad de castigarlo. La leyes a favor de los plebeyos no fueron bien recibidas por un sector conservador, por lo que siguen teniendo libertad de mezclarse o no. Además la mayoría de edad es a los quince años.

—No sucedera—dijo Rigar manteniendo la calma y tomando a Charlotte con ternura. Sin embargo llegando a casa.

—¡Eres una estupida!—le dijo Rigar a Carolina con tal furia que la tomó de su ropa sangoloteandola con brusquedad—como permites que tu hija haga tales cosas.

—¡Yo no estuve con ella! ¡No me maltrates por favor!

—Ya lo se, y deviste.

—¡Señor Rigar deje a la señora! —dijo Segrat rompiendo la puerta, pues fue llamado por Canras quien miró con horror la escena.

—¡Cállate! Este es asunto de mi familia. Ahora que lo pienso tu fuiste complice, siempre salías con ella.

—La manera en que trata a su hija, y ahora a su esposa no es la correcta.

—No te metas, largate de mi casa o te matare a ti y a tu familia.

Segrat se retiró junto a Canras que a pesar de ser una mujer dura, sintió miedo de Rigar. En la tarde las defensas se doblaron y Rigar fue a preguntarle a Charlotte el motivo de su comportamiento.

—Charlotte como te atreviste.

—Solo quería más amigos, ¡por favor papá! No les hagas daño, ni a mamá—le dijo Charlotte llorando y suplicando. Rigar se recogía el cabello de rabia cuando vio una flor que le llamó la atención.

—¿Y está rosa?

—¿Me la dio Doroty?—dijo Charlotte porque la rosa significaba muchas cosas que a Rigar le molestaba.

—Mientes, es del extranjero.

—No, enserio.

Rigar la apretó pero está no se destruyó, trató de hacerlo inmensas veces pero no ocurrió nada.

—Puede ser verdad, un plebeyo no habría logrado algo así y una bruja lo habría estafado. Pero eso no importa, te mandare a la capital donde te volverás más poderosa y sobre todo no te distraeras.

Charlotte lloro de manera inmensa tan pronto Rigar salió de su cuarto y, el atardecer se podía observar por la ventana, dando una sensación de melancolía. En tanto Achecar estaba tan enojado que no soporto estar quieto, por más que se lo pidieron, cuando la noche cayó trató de infiltrarse en casa de Charlotte como siempre, pero fue detenido por los guardias que también lo odiaban. Los gritos de la lucha se escucharon por toda la casa, Charlotte se despertó y quizo ayudar, pero una sensación de miedo y necesidad se mezclaron, y tras un rato de dudas, y a sabiendas lo que significaba Charlotte se arrojo por la ventana con su camisón y la rosa en sus manos. Con sus lianas enrollo a los guardias, cuando ambos se vieron un impulso nació de ellos y los dos corrieron no a la ciudad sino lejos de esta. Los guardias los seguían, pero Charlotte con sus lianas los atrapaba y obstaculizaba, pero no por mucho, pues los guardias a pesar de no ser muy fuertes con su magia si podían contra los hechizos simples de una pequeña noble, aunque les sorprendía que esas lianas incluso con magia eran difíciles de romper. Los dos corrían sin mirar atrás, tomados de la mano, jalandose mutuamente apenas viendo en la oscuridad y de repente calleron al río cuya corriente en ese momento era fuerte, se los llevó desapareciendo ante la vista de los guardias, que no sabían a dónde ir.

Rigar había visto todo e iba a interferir, pero Carolina lo detuvo.

—¿Qué haces? ¿Voy a salvar a nuestra hija?

—No, yo soy quien la salvará evitando que la sigas.

—Idiota, morirá por su maldición.

—Dijiste que la maldición se rompería si una persona le roba el corazón el día que se active, tal vez esa persona sea él, y eso es lo que realmente te preocupa, que la persona de la que se enamore sea un plebeyo.

Rigar la golpeó de una manera tan fuerte que Carolina se estrelló en contra del ropero, y ambos empezaron a luchar, la magia de Carolina no era muy útil en batalla pues es magia de seda debido a su delicadeza y finesa, por lo que ella sabía que no podría con su esposo, que desconocía en ese momento. Ambos destruyeron la habitación, Rigar tomó a Carolina en sus brazos pues le había hecho un gran daño, por lo que la llevó al hospital, donde pudieron salvarle la vida y, en vez de arrepentirse, su odio sólo acrecentó y pronunció el nombre de Achecar.

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