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La cena con los Smith (V)

Amira Gutiérrez

Sentí como si el tiempo se hubiera detenido por completo. Durante ese breve pero intenso instante, solo existíamos David y yo, frente a frente, como si el resto del mundo hubiera desaparecido. Era una batalla silenciosa, una prueba de fuerza entre dos almas poderosas, midiendo nuestras voluntades como si fuésemos titanes en un campo de batalla invisible. La tensión en el aire era palpable, y mi corazón latía con fuerza mientras intentaba procesar lo que estaba sucediendo.

Y de repente, todo se desvaneció.

Me estoy despertando justo ahora en una cama y en una habitación nueva para mí. Miro todo a mi alrededor, para afirmar lo que ya sé, no es mi habitación. Mi mente trata de encontrar respuestas rápidamente. ¿Qué había pasado? No recuerdo cómo llegué aquí. El pánico me golpeó con fuerza cuando miró mi reloj y veo que son las dos de la mañana. ¿Cómo paso tanto tiempo sin que lo notara?

Con el corazón acelerado, me revise de inmediato, buscando cualquier señal que pudiera explicar lo ocurrido. Para mi alivio, descubrí, que seguía completamente vestida, mi enterizo gris perla intacto, lo que me permitió respirar un poco más tranquila. Pero las preguntas seguían apilándose en mi mente:

¿Qué me pasó?

No recuerdo nada después de ese enfrentamiento silencioso con David en el salón. Es como si todo hubiera sido borrado de mi memoria en un abrir y cerrar de ojos.

¿Cómo llegué aquí?

El último recuerdo claro que tengo es el de estar en el salón rodeada de gente. Y ahora estoy en una habitación que no reconozco. El lugar es elegante, pero distinto al entorno del salón. Es más privado, más íntimo. No había ninguna pista evidente de cómo había llegado hasta aquí.

¿Dónde estoy?

Me levanto de la cama rápidamente y comienzo a examinar la habitación con más atención. Las cortinas pesadas, los muebles de lujo y el diseño clásico me indicaron que seguía en una propiedad opulenta. Todo apuntaba a que seguía en la casa de los Smith, pero en una parte de la mansión que no conozco.

Respiro hondo, tratando de calmarme el pánico se apoderaba de mí. Me siento como si hubiera despertado en medio de un enigma, uno que no entiendo, pero que debo resolver antes de que la ansiedad me consuma. ¿Pasó algo en esa cena que no recuerdo? ¿Por qué estoy en esta habitación sola?

Con las preguntas arremolinándose en su mente, se preparó para buscar respuestas. De pronto alguien tocó la puerta, asustando Amira, esta con recelo y desde la cama preguntó:

 - ¿Quién es?

-Srta. Gutiérrez, soy Vanessa, quiero saber cómo está- dijo Vanesa del otro lado de la puerta.

Amira se levantó y fue abrir la puerta, un poco más tranquila al saber que estaba en la casa de los Smith y que la Sra. Vanessa era quien tocaba.

Vanessa Smith.

- ¿Cómo se siente, le duele la cabeza, tiene mareos? - le preguntó, con una sonriza cálida.

-No, me siento bien, un poco de dolor de cabeza, ahora que lo menciona, pero soportable. -le contestó Amira. -Puede decirme que me sucedió. ¿Por qué estoy en una de las habitaciones de su casa?

Vanessa, la miró con detenimiento, le ofreció una sonrisa genuina, tomó con total confianza su mano y le dijo:

-Te desmayaste de pronto, David alcanzó a sostenerte para que no calleras al suelo, fue él quien te trajo aquí.

Vanessa, se quedó a la expectativa, para ver si sus palabras fueron creídas por Amira, suspiro con confianza cuando está le contestó.

-Debo de estar muy estresada, esta última semana fue muy exigente para mí en la compañía, y luego el viaje aquí a Seattle, el exabrupto de ayer en la tarde con el Sr. Stone, sumado al poco descanso que he tenido, me han cobrado factura. Me disculpo si los preocupé, gracias por cuidar de mí.

Vanessa, volvió a sonreír:

-No fue nada querida, sólo sigue descansando, en la mañana mi chofer te llevará a tú hotel. ¿Sí? – y agrego- Sólo agrédasele a David, él fue quien te salvo de un golpe en el suelo. - Hasta mañana.

Al cerrar la puerta, Vanessa dejó escapar un suspiro de alivio. Su misión estaba cumplida: Amira no sospechaba nada de lo que realmente había sucedido en el salón horas antes. El desmayo no había sido producto del agotamiento, sino de la magia que David había desplegado para proteger su secreto y evitar que Amira recordara lo sucedido. Ahora, su Luna seguía sin tener idea de su verdadero destino, ni de lo que había pasado entre ella y el Alfa.

Al caminar por los pasillos oscuros de la mansión, Vanessa reflexionó sobre lo inevitable. Amira eventualmente descubriría la verdad, y aunque David había sido protector al usar su poder, no podría esconder la realidad por mucho tiempo más.

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