CAPÍTULO 29

ASTRID

Ronan me había pedido que no hablara con Naia, que dejara todo como estaba… pero eso era imposible. Esa mujer vivía bajo el mismo techo que yo, caminaba por los mismos pasillos, respiraba el mismo aire.

Me detuve frente a la puerta de la habitación de Naia. Lila me miró con una mezcla de preocupación y lealtad absoluta.

—Quédate aquí —le pedí—. Si alguien se acerca… avísame.

Lila asintió, aunque sé que no le gustó la idea.

Tomé una bocanada de aire, mi mano tembló un segundo antes de tocar el picaporte. Lo giré.

Naia estaba sentada junto a la ventana, un libro abierto en las manos. Lucía tranquila, incluso serena. No parecía una amenaza. Y sin embargo… lo era.

Levantó la mirada al sentir mi presencia.

—Hola —dijo, con una sonrisa amable.

—Hola —respondí con frialdad mientras cerraba la puerta detrás de mí.

—Tú debes ser Astrid —dijo, cerrando el libro—. La esposa de Ronan.

Asentí, manteniéndome firme. —Así es.

—Entonces eres la que cuida de mis hijos —añadió.

—Yo soy su madre
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