CAPÍTULO 24

ASTRID

Había papeles por todos lados. Contratos, reportes de patrullas, solicitudes de víveres, informes médicos, mapas de las fronteras, e incluso una nota arrugada que decía "no olvides alimentar a los halcones de vigilancia". Sentada en el escritorio de Ronan, rodeada por el caos administrativo de su manada, me sentía como una impostora.

Una semana sin Ronan y parecía que todo en el reino se tambaleaba, y aunque nadie lo decía, yo lo sentía.

Apoyé los codos sobre el escritorio y dejé caer la frente sobre los papeles, soltando un largo suspiro. Ni siquiera había tenido tiempo para pensar en él... o mejor dicho, en lo que pasó.

—¿Planeas enterrarte bajo esa montaña de papeles o solo estás practicando cómo rendirte con estilo?

Levanté la cabeza y encontré a Elliot apoyado en el marco de la puerta, con los brazos cruzados y esa media sonrisa que siempre le sale cuando intenta aligerar las cosas.

—No es gracioso —le gruñí.

Él entró y cerró la puerta con el pie.

—Te ves mal, Astrid. C
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