—Solo necesito una noche —dijo, mi hermana gemela, alzando un dedo en el aire como si estuviera pidiendo algo insignificante—. Una sola noche en la que te hagas pasar por mí. —¡Eso es imposible! —respondí, cruzándome de brazos y mirándola con incredulidad. Marina se inclinó hacia mí, con un brillo en los ojos que me puso los pelos de punta. —¿Imposible? Por favor, Maite. Eres actriz. ¿No se supone que eres la mejor en lo que haces? Esto es un papel. Una gran película, pero en la vida real. Lo que comenzó como un favor inocente para mi hermana pronto desmoronó mi mundo. Fingir ser Marina frente a su prometido, Aris, no solo puso a prueba mis habilidades como actriz, sino que también destruyó todo lo que creía conocer de mí misma. Esa noche, en los brazos del hombre que jamás debí desear, cometí el mayor error de mi vida. Gracias a este error terminé atrapada en un matrimonio lleno de deudas y mentiras, mientras descubría que estaba embarazada, pero no de mi esposo… sino de Aris. Huir fue mi única opción para proteger a mis hijos. Pero cuando finalmente decidí regresar y enfrentar las consecuencias, caí en un juego oscuro y peligroso orquestado por Aris, quien ya sabía parte de la verdad.
Leer másHabía vuelto a colocar mi antiguo número por costumbre, por lo que no me pareció extraño que el número en el identificador me resultara familiar. Tomé el aparato y, al contestar, reconocí que se trataba de Javier, quien me saludó con un simple: —Hola, ¿cómo estás?Mi cuerpo se tensó de inmediato. Me sentí extraña hablando con él, como si hubiera sido una traidora malagradecida. Una persona que no había sabido valorar a quienes realmente habían estado a su lado y una que los abandonaba a la primera oportunidad.—Maite —su voz sonó seria—, te vi. —¿Qué? —El escándalo de que le has quitado el prometido a tu gemela está en todos los noticieros de chismes. No se habla de otra cosa.Cerré los ojos, sintiendo una punzada en el pecho. Sabía que ese escándalo me afectaría bastante, pero ¿De qué otro modo habría podido darle su merecido a Marina?—Ha sido por estar a su lado que me alejaste de ustedes —continuó con un tono que me dejó helada.Solté el tenedor sobre el plato, sin ganas de segui
POV MaiteNunca había deseado tanto poder leer la mente de alguien como en ese momento. ¿Qué pensaría Aris realmente? ¿Cómo podía decirme qué me quería cuando hacía poco le había dicho a su amigo que solo era un entretenimiento? O al menos, eso había entendido.—Su confesión me confundía, me sacudía, me aterraba.Quería creerle. Una parte de mí anhelaba entregarse sin miedo y sentir sin restricciones. Pero la otra… la otra me gritaba que iba a sufrir. Que no conocía realmente a ese hombre. Que Aris era un enigma, un capullo de secretos y capas que había que deshojar con cuidado, sin saber qué se escondía en su interior.Intenté distraerme jugando a las escondidas con Gianna y Gael. Sus risitas llenaban el aire mientras corrían a esconderse detrás de los muebles y las cortinas.—¡Mamá, escóndete! —me gritó Gael con su vocecita impaciente.Pero yo seguía ahí, de pie, sin moverme.—¡Te vemos! —Gianna apareció corriendo y me dio un pequeño empujón en la pierna—. ¡Tienes que esconderte!—O
Narrador omnisciente.—Lastimosamente, ese informante nunca se presentó, y si supiera quién es tampoco te lo diría —espetó el anciano con una sonrisa torcida—. Pero sí te diré algo, muchacho. Eres un estúpido. Aunque creas que eres el mejor engañando, te falta experiencia. Y eso solo se obtiene con la edad. Me engañaste con tu identidad, pero yo también jugué contigo.Aris estrechó los ojos. Sabía que Vittorio hablaría por su cuenta. No necesitaba insistir con alguien que estaba al borde de la muerte; puesto que la desesperación lo haría escupir todo su veneno antes del final.—¿Piensas que la inútil de Marina metió a Maite en tu cama porque lo planeó por cuenta propia? No, todo fue obra mía.Aris se recostó contra la pared, con los brazos cruzados, dejando que la sombra de la duda lo envolviera. Sin embargo, aguardó en silencio.Vittorio exhaló con cansancio, pero sus ojos brillaban con crueldad.—Cuando viniste a pedir la mano de Marina, le ordené que fingiera ser virgen. Pero la mu
Vittorio disfrutaba de su copa de vino con la confianza de un hombre que creía haber burlado al destino. Se recostó en su viejo sillón reclinable, el mismo que había pertenecido a su difunto padre, mientras contemplaba las llamas en la chimenea con una sonrisa de satisfacción. Había escapado, tenía dos millones de euros en efectivo y un plan para comenzar de nuevo lejos de Italia. Todo estaba bajo control. O al menos, eso pensaba.Ya que un golpe seco en la puerta lo sacó de su ensimismamiento. Frunció el ceño y se incorporó lentamente, pero antes de que pudiera llegar a la puerta, otro impacto brutal hizo ceder la madera, haciendo que la puerta se desplomara estrepitosamente. El aire de la cabaña se llenó de polvo y el ruido de botas resonó en el suelo de madera. Hombres vestidos de negro irrumpieron en el interior como sombras de la muerte. Vittorio se quedó paralizado por un instante, pero cuando sus ojos reconocieron al hombre que lideraba la invasión, escupió el vino con sorp
POV Aris.Nunca en mi vida había temido por algo, nunca me había aferrado a nada ni había dicho algo que no cumpliera, pero esta vez era justo lo que me estaba pasando. Había asegurado con total firmeza que no quería a Maite más que para divertirme, que no significaba nada. Pero la llegada de Yannis me hizo sentir que podría perderla en cualquier momento, y eso me aterraba como no tenía idea. Por primera vez, me descubrí vulnerable, más incluso de lo que jamás me permití ser frente a mi propia madre. Ni siquiera me reconocí cuando le pedí que se quedara a mi lado.Ahora, con Maite sobre mi cama, debajo de mí, sentí su mano empujarme con suavidad por el pecho. Su voz llegó como un murmullo, fría y contenida, en respuesta a mi pregunta:—¿Por qué tendría que estarlo?Se giró dándome la espalda, y yo me acomodé tras ella, rodeándola con mis brazos y hundiendo mi rostro en el hueco de su cuello. Inhalé su aroma, ese que me estaba volviendo adicto, y sonreí contra su piel.—Me gusta sabe
Narrador omnisciente.Maite sintió un nudo en el pecho. ¿Desde cuándo Aris, el hombre imponente y controlador, se mostraba así de vulnerable? Tragó saliva y asintió con un leve suspiro.—Llamaré a la niñera. Se quedó a dormir en la habitación de al lado…No dijo más. No podía. Porque, aunque no quería admitirlo, la súplica en la voz de Aris había tocado algo en su interior que la impulsaba a ceder.Más tarde, cuando el silencio reinaba en la habitación, Aris descansaba con la cabeza en su regazo. Su respiración luchaba por encontrar un ritmo, y su cuerpo aún estaba tenso por el enfrentamiento con Yannis. Mientras Maite deslizaba sus dedos lentamente por su cabello, como si aquel simple gesto pudiera apaciguar la tormenta que lo consumía.—Maite… —murmuró de repente, sin abrir los ojos—. ¿Odias a las personas que hacen cosas ilícitas?Ella parpadeó, sorprendida por la pregunta.—No es que odie a esas personas… —dijo tras unos segundos—. Pero no quisiera a alguien así en mi vida. Asp
Narrador omnisciente.En el momento en que ellos ingresaron a la villa, el sonido de unas risas infantiles los paralizó en seco. Aris y Maite intercambiaron una mirada cargada de desconcierto. Ya que era demasiado tarde para que Gianna y Gael estuvieran despiertos, y más, para que estuvieran en el salón principal.Sin perder tiempo, avanzaron por el pasillo, y al cruzar la entrada, el aire pareció espesarse en un segundo.Maite sintió que el corazón le daba un vuelco al ver a un hombre desconocido sentado con los niños. Pero la reacción de Aris fue aún más inquietante: su cuerpo entero se tensó, como si acabara de encontrarse con un demonio. Y, en cierto modo, así era.Yannis no lo perseguía solo por rivalidad, sino porque buscaba reunir pruebas para exponerlo ante la Orden Negra, la poderosa organización mafiosa griega. Ya que su verdadero objetivo era arrebatarle el liderazgo que Aris poseía y que tanto ansiaba.—¡Niños, vengan! —exclamó Maite con su instinto de protección en a
Narrador omnisciente.En el momento en el que Aris tomó los documentos entre sus manos, Marina sonrió aliviada, suponiendo que lo firmaría, o que al menos le echaría un vistazo, pero no fue así, ya que los lanzó al suelo con desprecio.—Debo, confesarte qué nunca me interesó tu sucia fortuna. No en el sentido que imaginas. El rostro de Vittorio se desencajó. —Entonces, ¿por qué pedías manejar mi…? — preguntaba con desconcierto antes de que Aris lo interrumpiera. —Estás en quiebra—. Aris cambió de tema bruscamente. —¿Por qué no les cuentas a todos que esta fiesta es solo un último intento de mantener las apariencias?El impacto de verse expuesto golpeó a Vittorio como un puñetazo invisible. Su rostro palideció, y su garganta se tensó en un intento de tragar su propia humillación. Su gran jugada había fracasado. Aris, en cambio, sonrió con arrogancia antes de girarse hacia Maite. Sin apartar la mirada de Marina, deslizó una mano por la mejilla de Maite, descendiendo lentamente ha
Narrador omnisciente.A pesar de su enojo, Marina se abrió paso entre los periodistas que rodeaban a Aris y a Maite, quienes eran bombardeados con preguntas y flashes de cámaras. Sin que Maite lo esperara, Marina la abrazó por sorpresa, envolviéndola en un gesto que pretendía parecer cariñoso, pero que en realidad estaba lleno de odio.—¡Querida hermana! —exclamó con una sonrisa que no le llegaba a los ojos—. ¡Qué sorpresa verte aquí!Maite, rígida, sintió el agarre de Marina como el de una serpiente envolviendo a su presa. Sin pensarlo, se zafó con un movimiento brusco, ignorando cualquier pretensión de cortesía.Leonardo, parado a unos metros, sintió un escalofrío al verla allí, como si su peor pesadilla se materializara frente a sus ojos. Su mandíbula se tensó y sus puños se cerraron con fuerza, conteniéndose para no hacer una escena frente a los medios. Ver a Maite tan campante junto a Aris solo avivó su frustración y enojo, especialmente cuando él mismo estaba recibiendo consta