Cap. 2. Ser o no ser (Marina)

 

POV. MAITE.

Ella, en lugar de enojarse, estalló en una carcajada, como si mi furia le divirtiera más de lo que le molestaba.

—Ay, hermanita, no seas tan dramática. —Se quitó las gafas de sol y me miró con esa sonrisa cínica que siempre lograba desquiciarme—. Lo que quiero de ti es una tontería.

—¿Qué tontería? —pregunté, aún más furiosa.

—Solo necesito una noche —dijo, alzando un dedo en el aire como si estuviera pidiendo algo insignificante—. Una sola noche en la que te hagas pasar por mí.

—¡Eso es imposible! —respondí, cruzándome de brazos y mirándola con incredulidad.

Marina se inclinó hacia mí, con un brillo en los ojos que me puso los pelos de punta.

—¿Imposible? Por favor, Maite. Eres actriz. ¿No se supone que eres la mejor en lo que haces? Esto es un papel. Una gran película, pero en la vida real.

—No voy a hacerlo, Marina. Búscate a otra persona para tus locuras.

—No hay nadie más que pueda hacerlo como tú. Recuérdalo embrión no deseado, solo tú puedes fingir ser yo —respondió, levantándose y caminando hacia mí con un aire confiado—. Además, hermanita, si lo haces, te prometo que te desharás de mí para siempre.

—¿Qué estás diciendo? —pregunté, desconcertada.

—Es simple. —Se encogió de hombros, como si estuviera explicando algo evidente—. Quiero asegurarme un futuro como periodista, y este pequeño favor me abrirá puertas. Solo necesitas hacer esto por mí, y después, no tendrás que preocuparte más por mí ni por mis problemas.

—¿De qué hablas, Marina? —pregunté, sintiendo un escalofrío recorrer mi espalda.

—Debes suplantarme en la fiesta de cumpleaños de la abuela de mi prometido. 

Mis ojos se abrieron desmesuradamente, como si quisiera entender si realmente estaba escuchando lo que decía.

—¿Estás delirando? —respondí—. ¡Ni muerta me haré pasar por ti! Somos totalmente diferentes. Yo no voy a hacer eso. ¡Nunca lo haré!

Ella se acercó peligrosamente.

—Si no lo haces, ya viste el video qué pienso publicar.

Mis pasos se detuvieron.

—¡Tú eres la de ese video, no yo!

Con una sonrisa macabra, acercó su rostro a mi oído y susurró algo que me heló la sangre: —Pero el público que te admira no lo sabe, y sobre todo nuestra madre, ella tampoco está enterada de que te disfrazas para trabajar como actriz. Todo lo que hace falta es una llamada.

Respiré hondo, tratando de recuperar el control. Mamá siempre la había creído, ciegamente, como si todo lo que saliera de su boca fuera la verdad absoluta. Yo, en cambio, había sido relegada al rol de la hija problemática, la sombra que únicamente existía para destacar las virtudes de Marina, así que no me interesaba su opinión, solo me importaba mi carrera, mi público.

—¡Eres una m*****a desgraciada!

—Lo sé— admitió antes de hacer un puchero, luego sonrió con malicia, mientras yo sentía cómo mis puños se cerraban con fuerza. 

Podía sentir la presión en mis sienes, una mezcla de rabia y frustración que me hacía temblar. Por un momento pensé en marcharme, pero sabía que a Marina no le temblaría el pulso para arruinarme. Todo por lo que había luchado durante años estaba en sus manos.

—¿Cómo esperas que me haga pasar por ti frente a Leonardo? —le pregunté finalmente—. Sabes perfectamente que él puede diferenciarnos.

Marina se encogió de hombros con esa indiferencia que tanto me irritaba.

—Leonardo ya no está en la ecuación, hermanita. Cayó en bancarrota y mi querido papá me consiguió un mejor partido.

Llama orgullosamente "papá" a nuestro padrastro, Vittorio, ese infeliz, que tanto detesto, se aprovechó de su amistad con nuestro padre, y Marina parece haberlo olvidado.

—Así que, tranquila, nadie va a sospechar nada.

Su comentario hizo hervir mi sangre. Leonardo había sido mi prometido, el hombre con quien papá me había comprometido desde niños. Pero, como siempre, Marina había encontrado la forma de arrebatarme incluso eso.

—¿Y por qué no puedes ir tú a esa m*****a fiesta? —disparé, sin contener mi ira. Quería golpearla, tirar de su cabello hasta que no le quedara una sola hebra, pero me contenía. Siempre salía perdiendo. Yo soy la hija desagradable e inútil, mientras que Marina es la virtuosa, la bondadosa y la mejor ante los ojos de todos.

Marina sonrió con malicia.

—Porque, mi querida sombra, he encontrado algo mucho más interesante que hacer. Al parecer, hay un mafioso griego en la ciudad. Alguien muy poderoso. Y un buen amigo mío me consiguió una entrevista con él. Como periodista, esta es la oportunidad de mi vida, y no voy a perderla.

La miré incrédula.

—¿Y qué tiene que ver eso conmigo? Dile a tu prometido que no puedes ir a la dichosa celebración.

Su risa fue como una daga que se clavó en mi pecho.

—Oh, Maite, eres tan ingenua. Resulta que me fascinan los chicos malos, y si este griego resulta ser tan atractivo como lo es mi amado Aris, pienso conquistarlo.

Sentí que la paciencia que me quedaba se desmoronaba.

—Esto es una locura. No voy a hacerme pasar por ti, no después de todo lo que me has hecho. No tienes derecho a pedírmelo.

Marina dio un paso hacia mí, su rostro transformándose en una máscara de seriedad.

—Tienes razón, no tengo derecho. Pero tampoco necesitas aceptar. Eliges: o me ayudas o expongo el video.

El nudo en mi garganta se hizo más grande. Si algo así se filtra, mi carrera estará acabada. Había trabajado demasiado para llegar donde estaba. No podía permitirme un escándalo.

—¿Me prometes que me dejaras en paz?—susurré apretando los puños—. Si esto sale mal, será culpa tuya.

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