POV. MAITE.
Ella, en lugar de enojarse, estalló en una carcajada, como si mi furia le divirtiera más de lo que le molestaba.
—Ay, hermanita, no seas tan dramática. —Se quitó las gafas de sol y me miró con esa sonrisa cínica que siempre lograba desquiciarme—. Lo que quiero de ti es una tontería.
—¿Qué tontería? —pregunté, aún más furiosa.
—Solo necesito una noche —dijo, alzando un dedo en el aire como si estuviera pidiendo algo insignificante—. Una sola noche en la que te hagas pasar por mí.
—¡Eso es imposible! —respondí, cruzándome de brazos y mirándola con incredulidad.
Marina se inclinó hacia mí, con un brillo en los ojos que me puso los pelos de punta.
—¿Imposible? Por favor, Maite. Eres actriz. ¿No se supone que eres la mejor en lo que haces? Esto es un papel. Una gran película, pero en la vida real.
—No voy a hacerlo, Marina. Búscate a otra persona para tus locuras.
—No hay nadie más que pueda hacerlo como tú. Recuérdalo embrión no deseado, solo tú puedes fingir ser yo —respondió, levantándose y caminando hacia mí con un aire confiado—. Además, hermanita, si lo haces, te prometo que te desharás de mí para siempre.
—¿Qué estás diciendo? —pregunté, desconcertada.
—Es simple. —Se encogió de hombros, como si estuviera explicando algo evidente—. Quiero asegurarme un futuro como periodista, y este pequeño favor me abrirá puertas. Solo necesitas hacer esto por mí, y después, no tendrás que preocuparte más por mí ni por mis problemas.
—¿De qué hablas, Marina? —pregunté, sintiendo un escalofrío recorrer mi espalda.
—Debes suplantarme en la fiesta de cumpleaños de la abuela de mi prometido.
Mis ojos se abrieron desmesuradamente, como si quisiera entender si realmente estaba escuchando lo que decía.
—¿Estás delirando? —respondí—. ¡Ni muerta me haré pasar por ti! Somos totalmente diferentes. Yo no voy a hacer eso. ¡Nunca lo haré!
Ella se acercó peligrosamente.
—Si no lo haces, ya viste el video qué pienso publicar.
Mis pasos se detuvieron.
—¡Tú eres la de ese video, no yo!
Con una sonrisa macabra, acercó su rostro a mi oído y susurró algo que me heló la sangre: —Pero el público que te admira no lo sabe, y sobre todo nuestra madre, ella tampoco está enterada de que te disfrazas para trabajar como actriz. Todo lo que hace falta es una llamada.
Respiré hondo, tratando de recuperar el control. Mamá siempre la había creído, ciegamente, como si todo lo que saliera de su boca fuera la verdad absoluta. Yo, en cambio, había sido relegada al rol de la hija problemática, la sombra que únicamente existía para destacar las virtudes de Marina, así que no me interesaba su opinión, solo me importaba mi carrera, mi público.
—¡Eres una m*****a desgraciada!
—Lo sé— admitió antes de hacer un puchero, luego sonrió con malicia, mientras yo sentía cómo mis puños se cerraban con fuerza.
Podía sentir la presión en mis sienes, una mezcla de rabia y frustración que me hacía temblar. Por un momento pensé en marcharme, pero sabía que a Marina no le temblaría el pulso para arruinarme. Todo por lo que había luchado durante años estaba en sus manos.
—¿Cómo esperas que me haga pasar por ti frente a Leonardo? —le pregunté finalmente—. Sabes perfectamente que él puede diferenciarnos.
Marina se encogió de hombros con esa indiferencia que tanto me irritaba.
—Leonardo ya no está en la ecuación, hermanita. Cayó en bancarrota y mi querido papá me consiguió un mejor partido.
Llama orgullosamente "papá" a nuestro padrastro, Vittorio, ese infeliz, que tanto detesto, se aprovechó de su amistad con nuestro padre, y Marina parece haberlo olvidado.
—Así que, tranquila, nadie va a sospechar nada.
Su comentario hizo hervir mi sangre. Leonardo había sido mi prometido, el hombre con quien papá me había comprometido desde niños. Pero, como siempre, Marina había encontrado la forma de arrebatarme incluso eso.
—¿Y por qué no puedes ir tú a esa m*****a fiesta? —disparé, sin contener mi ira. Quería golpearla, tirar de su cabello hasta que no le quedara una sola hebra, pero me contenía. Siempre salía perdiendo. Yo soy la hija desagradable e inútil, mientras que Marina es la virtuosa, la bondadosa y la mejor ante los ojos de todos.
Marina sonrió con malicia.
—Porque, mi querida sombra, he encontrado algo mucho más interesante que hacer. Al parecer, hay un mafioso griego en la ciudad. Alguien muy poderoso. Y un buen amigo mío me consiguió una entrevista con él. Como periodista, esta es la oportunidad de mi vida, y no voy a perderla.
La miré incrédula.
—¿Y qué tiene que ver eso conmigo? Dile a tu prometido que no puedes ir a la dichosa celebración.
Su risa fue como una daga que se clavó en mi pecho.
—Oh, Maite, eres tan ingenua. Resulta que me fascinan los chicos malos, y si este griego resulta ser tan atractivo como lo es mi amado Aris, pienso conquistarlo.
Sentí que la paciencia que me quedaba se desmoronaba.
—Esto es una locura. No voy a hacerme pasar por ti, no después de todo lo que me has hecho. No tienes derecho a pedírmelo.
Marina dio un paso hacia mí, su rostro transformándose en una máscara de seriedad.
—Tienes razón, no tengo derecho. Pero tampoco necesitas aceptar. Eliges: o me ayudas o expongo el video.
El nudo en mi garganta se hizo más grande. Si algo así se filtra, mi carrera estará acabada. Había trabajado demasiado para llegar donde estaba. No podía permitirme un escándalo.
—¿Me prometes que me dejaras en paz?—susurré apretando los puños—. Si esto sale mal, será culpa tuya.
POV. Aris.El coche avanzaba por las intrincadas calles, pero mi mente estaba atrapada en un torbellino de dudas, planes y recuerdos amargos.Había llegado a Italia con un solo objetivo: destruir a ese hombre ruin que vendió a mi padre como si fuera una mercancía. En mis manos, los documentos que el investigador que contraté me había entregado parecían pesar más que el plomo. No los leía; no era necesario. Ya conocía cada palabra, cada detalle. Vittorio, el hombre al que aborrezco con cada fibra de mi ser, era un estratega despiadado. Protegía sus bienes con la precisión de un ajedrecista paranoico, cerrando cada brecha antes de que alguien pudiera siquiera vislumbrarla.Era el dios del engaño, un maestro de las apariencias, y su naturaleza desconfiada lo hacía casi intocable.¿Era justo usar a una chica para mi venganza? La pregunta me carcomía, pero el odio que sentía por Vittorio sofocaba cualquier remordimiento. Al fin y al cabo, ¿no era ella parte del sistema corrupto que él ha
POV. Aris.Nunca tuve la menor intención de conocer a Marina a fondo. Ella no era más que una pieza en mi tablero, un instrumento para alcanzar mis fines. Utilizarla y desecharla era el plan desde el principio. Sin embargo, con su cuerpo temblando entre mis brazos, había algo distinto en ella. Algo que no lograba descifrar.Era Marina, ¿quién más podría ser? Pero esa mirada… había algo en sus ojos que me hacía fruncir el ceño. No entendía qué, pero esa sensación me molestaba, me desafiaba. Entonces, de repente, ella tomó la iniciativa. Nerviosa, pero decidida, unió sus labios con los míos.Acepté su beso sin resistencia, recordándome que esto era solo parte de mi papel como el prometido perfecto, ese hombre amoroso que ella creía que era. Pero mientras sus labios acariciaban los míos, algo no encajaba. El sabor, la textura, incluso su manera de besar… no eran las mismas. Más allá de la confusión, me sorprendí disfrutándolo, mucho más de lo que quería admitir. Pero la inquietud persi
POV: Maite.Mis ojos se abrieron de par en par, mi mente entró en shock. Marina estaba tergiversando todo.—¡¿Qué estás diciendo?! —intenté defenderme—. Marina, ¡eso es mentira!Pero ella, con un gesto calculado de molestia, sacó su teléfono y lo mostró a mi madre.—Mira, mamá. Aris me dijo que tuvo que dejarme sola en la cama porque tenía una reunión, ¡y resulta que la aprovechada que estaba en su cama no era yo, sino Maite! La mirada de mi madre fue como una daga atravesando mi pecho.—¡Eso no es cierto! Marina, estás loca, tú misma me pediste que te sustituyera…Antes de que pudiera terminar, el impacto de otra bofetada me silenció, pero esa no era de Marina, sino de mi madre, ese golpe no solo encendió un ardor abrasador en mi mejilla, sino que también trajo consigo una vergüenza que me llenó el paladar. —¡Eres una desvergonzada! ¿Cómo pudiste hacerle eso a tu hermana?Mis labios saborearon la sangre y, por un momento, el ruido se convirtió en un zumbido ensordecedor. —¡¿Por qu
POV: Maite.Nunca pensé que mi vida se reduciría a esto: un vestido blanco que se sentía como un sudario, unos pasos hacia un altar que más parecía una tumba, y un esposo que no era más que un desconocido con intenciones calculadas. Han pasado solo quince días desde que acepté este matrimonio forzado, pero la sensación de opresión no me ha abandonado. Mientras caminaba hacia el altar, sentí que cada paso arrancaba una parte de mi alma. Mis manos temblaban, aunque intentaba mantener la compostura ante los pocos invitados presentes: algunos familiares de Leonardo y los tres demonios que orquestaron mi caída.Leonardo estaba allí, esperando al final del pasillo con una mirada fría e inescrutable. No entendía cómo él, también víctima de los caprichos de Marina, podía aceptar todo tan rápido. Pero ahí estaba, en pie, esperando como si todo esto tuviera algún sentido.La ceremonia fue breve, casi mecánica, y cuando llegó el momento del brindis, sentí que no podía más. Las palabras de los
POV. Maite.Nada podría salir peor para mí. Mi vida, que antes era un torbellino de emociones y sueños por cumplir, ahora se sentía como un desastre que no dejaba de desmoronarse. Los contratos que tenía como protagonista en películas y series fueron anulados sin piedad, y, como si eso no bastara, tuve que pagar una penalización por incumplimiento. Todo mi esfuerzo, todas esas noches de insomnio soñando con llegar a lo más alto, se habían convertido en cenizas. No pude viajar, no pude escapar. Me sentía atrapada, y lo peor es que Leonardo se había convertido en una sombra constante, un hombre molesto que no dejaba de recordarme cuán mala era mi suerte.Al mes de casados, descubrí algo que hizo que todo se volviera más insoportable: Leonardo era un apostador impulsivo. La casa apestaba a deudas y desesperación. Sin embargo, nada de eso me preocupaba tanto como lo que me tenía al borde del colapso: estaba embarazada. Y, aunque estuviera casada con Leonardo, estaba segura de que ese be
POV: Aris:El silencio en el último piso del edificio de mi empresa era absoluto, salvo por el murmullo de mi voz al teléfono. La conversación que estaba teniendo era crucial. Mi mente calculaba cada palabra, cada movimiento.De repente, la puerta se abrió de golpe. Marina irrumpió en la oficina con su habitual arrogancia, cargada de bolsas de diseñador. Mi asistente entró detrás de ella, con el rostro preocupado, pero antes de que pudiera disculparse, hice un gesto con la mano, indicándole que se marchara de inmediato. —Marina, esto no es un espacio público —dije con frustración, frotándome el puente de la nariz. Ella no pareció inmutarse, sino que se lanzó hacia mí, cayendo de rodillas, mientras con sus manos acariciaba mis piernas con una familiaridad que ya me resultaba insoportable. —Aris, amado mío —dijo con esa voz que tanto aborrecía—. Llevo semanas intentando verte, pero me rechazas. Últimamente estás distante.Me tocó el cuello, pero no sentí nada. No sentía nada desd
Sentía que mi corazón iba a explotar. Lo último que esperaba era encontrarme con Aris, y mucho menos en la misma empresa donde trabajaba Leonardo. ¿Cómo pudo suceder algo tan improbable?Cuando vi cómo su mirada se detuvo en Gianna y luego en Gael, fue como si el aire se esfumara de mis pulmones. Sentí que moriría en ese instante. No puedo permitir que descubra que son sus hijos. No puedo perderlos.Ahora, la duda me carcomía. No sabía si él había reconocido quién era yo.«Lo dudo», me dije a mí misma con esperanza y temor. «Hay muchas personas que se parecen en este mundo, y estoy segura de que Marina nunca dejaría que él supiera de mi existencia»Mi regreso a este país tenía un único propósito: buscar a mi padre. Lo habían trasladado a otra prisión y no sabía dónde estaba. Claro que sabía que esto era otra jugada de Vittorio y Marina, una trampa para forzarme a aparecer. Pero esta vez no pensaba perder. Estaba decidida a ganar, a pesar de todo. Mi plan era claro: lograr que mi padr
POV. MAITELas luces del camerino me cegaban mientras el equipo de maquillaje trabajaba con precisión sobre mi rostro. En ese espejo gigante veía a la mujer que había soñado ser toda mi vida. Estaba a punto de interpretar el papel más importante de mi carrera, el que me llevaría a la cima, al estrellato en Hollywood. Pero en ese momento, mi mente estaba a mil kilómetros de distancia.Un golpe suave en la puerta me hizo girar la cabeza. Una empleada, con una expresión tímida, se asomó.—Señorita Maite, esto es para usted.Con el ceño fruncido, tomé el sobre que me entregaba. Apenas cerró la puerta, lo abrí con curiosidad. Un pendrive cayó sobre mi mano.«¿Qué demonios será esto?», pensé. Sin darle demasiadas vueltas, conecté el dispositivo a mi laptop y lo abrí. Dentro había una sola carpeta con mi nombre. Mi corazón comenzó a latir más rápido.Un video. Al darle clic, la pantalla se llenó de imágenes explícitas. Me quedé sin aliento.—¡Dios mío! ¿Qué es esto? —jadeé, llevándome una ma