POV: Aris:El silencio en el último piso del edificio de mi empresa era absoluto, salvo por el murmullo de mi voz al teléfono. La conversación que estaba teniendo era crucial. Mi mente calculaba cada palabra, cada movimiento.De repente, la puerta se abrió de golpe. Marina irrumpió en la oficina con su habitual arrogancia, cargada de bolsas de diseñador. Mi asistente entró detrás de ella, con el rostro preocupado, pero antes de que pudiera disculparse, hice un gesto con la mano, indicándole que se marchara de inmediato. —Marina, esto no es un espacio público —dije con frustración, frotándome el puente de la nariz. Ella no pareció inmutarse, sino que se lanzó hacia mí, cayendo de rodillas, mientras con sus manos acariciaba mis piernas con una familiaridad que ya me resultaba insoportable. —Aris, amado mío —dijo con esa voz que tanto aborrecía—. Llevo semanas intentando verte, pero me rechazas. Últimamente estás distante.Me tocó el cuello, pero no sentí nada. No sentía nada desd
Sentía que mi corazón iba a explotar. Lo último que esperaba era encontrarme con Aris, y mucho menos en la misma empresa donde trabajaba Leonardo. ¿Cómo pudo suceder algo tan improbable?Cuando vi cómo su mirada se detuvo en Gianna y luego en Gael, fue como si el aire se esfumara de mis pulmones. Sentí que moriría en ese instante. No puedo permitir que descubra que son sus hijos. No puedo perderlos.Ahora, la duda me carcomía. No sabía si él había reconocido quién era yo.«Lo dudo», me dije a mí misma con esperanza y temor. «Hay muchas personas que se parecen en este mundo, y estoy segura de que Marina nunca dejaría que él supiera de mi existencia»Mi regreso a este país tenía un único propósito: buscar a mi padre. Lo habían trasladado a otra prisión y no sabía dónde estaba. Claro que sabía que esto era otra jugada de Vittorio y Marina, una trampa para forzarme a aparecer. Pero esta vez no pensaba perder. Estaba decidida a ganar, a pesar de todo. Mi plan era claro: lograr que mi padr
POV: Aris.A cada instante, echaba la cabeza hacia atrás, dejándola caer contra el respaldo de mi sofá, buscando consuelo en el vacío del cuero que me rodeaba, aunque nada lograba calmar mi frustración.No podía creer que me hubieran visto la cara tan tontamente.«¡Maldita imitadora!», pensaba. Levanté el vaso de Ouzo de edición limitada entre mis dedos, como si fuera lo único que me quedaba, y lo llevé a mis labios, tragando el licor como si pudiera ahogar mi furia en su amargura. Pero fui interrumpido por el sonido de mi celular.—Dime, ¿qué has investigado? —respondí de inmediato.—Señor Kourus, la mujer que me pidió seguir, ingresó al hotel Palazzo di Lusso —me informó mi escolta, el mismo al que había enviado tras ella.Fruncí el ceño.—Vaya, en ese lugar solo se hospedan personas adineradas —murmuré, más para mí que para él.—También debo informarle que, además de mí, otra mujer la estaba siguiendo. Incluso le tomó fotografías a escondidas mientras ella entraba al hotel.Las du
Narrador omnisciente.El rostro de Marina cambió en un instante, como si una oscuridad hubiera cruzado por sus facciones. Sus cejas se arrugaron, formando un pliegue profundo entre ellas, y una tos seca escapó de sus labios, ahogada y repentina.«¿Cómo rayos es que Aris sabe sobre la inútil de Maite?», pensó, con un nudo de nervios, apretándole el estómago. «Debo calmarme. Aris es un hombre que utiliza psicología inversa. Tal vez solo me está probando», se dijo internamente, recordando que él siempre había hecho mención de que ese día ella parecía diferente. Pero, a pesar de sus intentos por racionalizar la situación, su mano tembló ligeramente al tomar la copa de vino. Y en su torpe intento por beber, derramó parte del líquido sobre su vestido de diseñador. La mancha se extendió rápidamente, como una herida abierta en la tela, pero ella apenas pareció notarlo. —¿De qué hablas? Ni siquiera entiendo lo que dices —tartamudeó.Aris no se inmutó, sino que con una calma calculada, cas
POV. Maite.Me encontraba en el jacuzzi, disfrutando de un momento de paz con Gianna y Gael. Ambos jugaban con las burbujas, riendo y salpicando agua por todas partes. Yo estaba feliz, realmente feliz. En el último año, me había enfocado tanto en recuperar mi carrera como actriz, que apenas había tenido tiempo para descansar, y mucho menos para disfrutar de mis hijos. Pero ahora, a pesar de todo, había decidido tomar este viaje como unas vacaciones. —Ya es momento de salir, pequeños. Si nos quedamos más tiempo, la piel se nos arrugará demasiado —dije, saliendo del jacuzzi y extendiendo mis brazos para ayudarlos.Gianna, como siempre, se cruzó de brazos y puso su clásico puchero.—Mamá, pero los pecesitos viven dentro del agua, y su piel es brillante y bonita —argumentó, con esa lógica infantil que siempre me sacaba una sonrisa.Rompí a reír. Esta pequeña creía que con sus razonamientos podía derrotar los míos.—Entiendo, cariño —le di la razón, sacándola del agua y comenzando a seca
POV. Maite. Javier sacó su celular, lo revisó y me lo entregó.—Lee, por favor.Cuando vi mi imagen en la pantalla, cerré los ojos con fuerza. Lo que menos quería era que Marina, Vittorio y mi madre supieran dónde me encontraba. Volví a mirar el encabezado de la noticia de farándula publicada: "Captamos a la misteriosa actriz Maya Luz con dos niños agarrados de las manos. ¿Serán suyos?"Ese era mi seudónimo. Nunca había utilizado mi nombre real.—Tenemos que cambiar de hotel. Por esta publicación fue que Leonardo supo dónde estaba. Ahora será más difícil que me dé el divorcio. Él sabe que tengo dinero; no me dejará libre.Hice una pausa.—También porque Marina vendrá a molestar.—No puedes huir, Maite. Si no tuvieras tanto miedo, ya estarías posicionada como la mejor actriz. Basta de temerle a tu familia. Enfréntalos. Yo estoy contigo. Ese hombre no puede obligarte a seguir siendo su banco personal —dijo Javier, tomando mis manos.Esa noche me costó dormir. Me pasé la madrugada mira
Pov. Maite.Mi mañana había comenzado mal. No podía pensar con claridad, como si mi cabeza estuviera sumergida en una neblina espesa de preocupación y rabia. Los nervios se me anudaban en el estómago, apretándome por dentro, y no podía creer que todos mis planes se hubieran desmoronado en cuestión de horas. «¿Por qué me pasaban estas cosas a mí?» A veces sentía que la mala suerte me seguía como una sombra burlona, empeñada en arruinar todo lo que intentaba construir.Se suponía que mi viaje sería sencillo, o al menos eso me había repetido una y otra vez. Investigar dónde tenían a mi padre, para pagar lo que fuera necesario para que lo trasladaran a una prisión estadounidense, lejos de las garras de Vittorio.También tenía que deshacerme de Leonardo, ese apostador enfermo que había convertido mi vida en una pesadilla. Pero nada, absolutamente nada, estaba saliendo como debía.Y ahora, esa llamada. No estaba segura de quién estaba detrás, pero me daba escalofríos, solo pensarlo. Quer
POV. Maite.Vi que el hombre ni siquiera titubeó.—Mi jefe me pidió escoltarla.Mi pecho se apretó.—¿Quién es tu jefe? —exigí, con los dientes apretados. Plantando ambas manos sobre la mesa. Este juego de misterio estaba comenzando a ser irritante, y yo no tenía paciencia para esto.El hombre apenas ladeó la cabeza, con esa expresión impasible que me exasperaba.—No desespere, señora. Esta noche lo sabrá.No me importó quién mirara. No me importó si alguien me reconocía. Con un movimiento rápido, lancé el contenido de mi copa a su cara.El líquido helado resbaló por su piel, empapándole el traje.El murmullo en el bar aumentó. Pero él… él ni siquiera se inmutó.Me incliné sobre la mesa, clavándole los ojos con rabia pura.—Vuelve con ese malnacido y dile que no voy a permitir que se divierta conmigo.Mi voz salió temblorosa, pero no de miedo, sino de indignación.—Sé que esto es un juego macabro del maldito viejo de mi padrastro.Él guardó silencio.No necesitaba responder.Yo ya