Cap. 11. El Juego de las gemelas.

Narrador omnisciente.

El rostro de Marina cambió en un instante, como si una oscuridad hubiera cruzado por sus facciones.

Sus cejas se arrugaron, formando un pliegue profundo entre ellas, y una tos seca escapó de sus labios, ahogada y repentina.

«¿Cómo rayos es que Aris sabe sobre la inútil de Maite?», pensó, con un nudo de nervios, apretándole el estómago.

«Debo calmarme. Aris es un hombre que utiliza psicología inversa. Tal vez solo me está probando», se dijo internamente, recordando que él siempre había hecho mención de que ese día ella parecía diferente.

Pero, a pesar de sus intentos por racionalizar la situación, su mano tembló ligeramente al tomar la copa de vino. Y en su torpe intento por beber, derramó parte del líquido sobre su vestido de diseñador.

La mancha se extendió rápidamente, como una herida abierta en la tela, pero ella apenas pareció notarlo.

—¿De qué hablas? Ni siquiera entiendo lo que dices —tartamudeó.

Aris no se inmutó, sino que con una calma calculada, cas
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