¿Qué ocurre cuando un día de lo más común recibes la llamada de un desconocido o una simple llamada equivocada y que, después, está cambia el rumbo de tus planes? Pues bien, esta es la historia de Chloé y Abel, que sus corazones se sintieron atraídos con tan solo escuchar la voz de ambos. Ese sonido que emiten nuestras cuerdas vocales al hablar. ¿Puede funcionar una relación sin verse y sin que se conozcan en persona? Para Chloé y Abel, eso fue suficiente, porque ellos no se amaron por el físico, ni siquiera de la mirada, ellos se enamoraron del alma de cada uno y en la distancia a través de una línea telefónica. ¿Hay algo más importante que querer con el alma?; pues no, soy de esas personas que piensa que cuando se quiere con el alma el resto no tiene importancia o al menos eso pensaba Chloé. Después de días, semanas e incluso meses de estar hablando a diario por llamadas, por fin Abel y Chloé se conocieron ¿y qué ocurrió?, pues que todo lo que se imaginó de ella no era lo que vio aquel día. ¿Podrá lo superficial superar lo emocional? Y ella... ¿Podrá aceptar a este tipo de hombre que no mira más allá del físico? Quizás solo se quede en unas llamadas y en días perdidos hablando en estas, o quizás no.
Leer más—Esta es la historia de una princesa muy singular que la vida le había dado un gran don, curar los corazones rotos de los demás y su desconocida voz dio vida a un ser que se sentía perdido en la Tierra, pero que un día una simple llamada cambió el rumbo de ese individuo sin dirección, ESA PRINCESA ERES TÚ, una mujer común para el resto de la humanidad y única para MÍ, mientras conquistaste mi amor con tus disputas, tu mal carácter y tus palabras directas me hacían que mi yo interior renaciera.
AbelSi nos paramos a pensar en la vida hay muchas cosas por agradecer a un nuevo despertar, a una nueva mañana y sobre todo para un nuevo comienzo, siempre se pueden mejorar las cosas.
He estado viviendo una mezcla de sentimientos amargos durante tantas semanas que volver a mi vida de antes cogida de la mano del hombre que amo es algo que siento raro, ya que para mantener nuestro matrimonio unido tuvieron que salir muchas personas de nuestra vida, y entre ellas mi amigo, pero estuve pensando y decidí intentar mantener siempre una sonrisa en mi rostro aunque en el fondo me duela, quiero darle sentido a su muerte y para eso tenía que intentar ser feliz con Abel que no ha habido día que no me hizo reír con sus locuras.—Amor ¿Cómo quieres el café? —pregunté desde la cocina mientras él est
Me sentía sin fuerzas, impotente por no salir detrás de ella y que me diga ¿Qué era lo que le pasaba conmigo?, quiero saber si había sucedido algo más, que no llegaba a acordarme para que ella tuviera esa actitud, pero no podía moverme de aquella cama porque mi pecho ardía a no poder, apenas podía alzar un poco la cabeza.—¿Qué le pasa a Chloé? —pregunto a mi madre que era la única que se había quedado en la habitación donde estaba, ya que Mario salió detrás de ella.—No te preocupes, hijo, ahora tienes que sanarte y todo volverá a la normalidad.¿Sanarme?, pero ¿cómo es posible eso cuando ella es la razón de querer recuperarme?, ella es la que abre mis heridas y las sutura con tan solo una mirada.—Solo llámala, madre necesito de ella—le pido y ella asien
Y aun así era incapaz de creer lo que decían esas letras escritas en aquel papel blanco que sostenían mis manos, mi mente de alguna manera se le hacía difícil asimilar, de que la única persona que me ha amado desde el minuto uno que lo conocí había muerto y la causa de esa muerte era por mi felicidad.Salí corriendo con el alma encogida rumbo al hospital donde podría confirmar que el nombre del donante de corazón de Abel no era José, que todo esto era una broma de mi amigo. El nexo que me une con la criatura que llevo dentro de mí hace que mis planes de salvar a Abel se conviertan en una misión imposible porque ante todo va la vida de nuestro bebé.—Este es el milagro que he estado esperando—dice José después de salir en estado de shock. —Nene, no sabes cómo te extraño—lloro mientras toco el dorso de su mano —. ¿Sabes Abel?, quería agradecerte el haber cumplido tu promesa. Descubriste a las personas responsables que me acusaron injustamente.Suelto un suspiro mirando hacia arriba para evitar que las lágrimas cayeran nuevamente por mi rostro.—Me hubiera gustado oírtCapítulo 44
Capítulo 43
A veces pensamos que una persona inconsciente no siente, que simplemente duerme y que no hay nada más allá, pero no era así, Abel durante su lucha interminable con la muerte, su mente vagaba en un doloroso y profundo sueño.Abel
—No insistas, José, lo tengo decidido, si en dos semanas no aparece un donante para mi esposo, entonces lo seré yo.—¿Y qué hay de tu vida, Chloé?, ¿y de tus seres queridos?, ¿no te importa en absoluto el sufrimiento que nos vas a causar?Sé que mi familia no se lo tomará bien al igual que lo hizo José, pero es mi decisión y no hay nada ni nadie que me haga cambiar de idea.