Abel
No soy de los que se enamoran fácilmente ni mucho menos a ciegas, pero esta vez una desconocida captó mi atención de manera inusual para mí y sin ver su aspecto, pero algo no visto, digamos invisible, envolvió mi pecho y esta extraña sensación es la que siento cada vez que le doy a la tecla de llamada y escucho su voz.
No me imagino el día sin oírla, aunque sea a través de un aparato. Sin embargo, me preocupa el efecto que causa el sonido de su voz.
—Buenos días, hermosa voz —dije nada más contestar la llamada—, espero no haberte despertado, pequeña.
—No, desconocido Pedro — su voz suena ronca —, ya estaba medio, despierta.
—¿Medio despierta?, explícame cómo es eso.
—Pues que mi mente estaba activa, pero el cuerpo seguía inactivo— se ríe.
—¡Ah, ya entiendo!, lo que sería una perezosa que no le gusta madrugar —bromeé.
—Si algo parecido, pero el trabajo me reclama, así que está perezosa, no le queda de otra que madrugar.
—Ciertamente, es que llevamos días hablando y aún no sé a qué te dedicas —soné intrigado.
Se hace el silencio por unos segundos.
—Digamos que suelo hacer magia con mis manos — dice.
—Bueno, se me ocurren muchas cosas mágicas que se pueden hacer con las manos.
—¡Ajá!... —se vuelve a reír—. Pues me dedico a una de esas cosas.
—Mm... no me dirás, ¿verdad?
—Te estoy dando las coordenadas, solo síguelas — me deja confuso.
—Está bien, voy tomando nota, pero créeme que daré contigo.
Suelta una carcajada—. Lo dudo.
—Ya veremos.
—¿Y tú me dirás a qué te dedicas?, aunque tengo la idea de que eres empresario o algo así.
—Estas, en lo cierto, soy un empresario aburrido que se la pasa trabajando.
—Estoy de acuerdo con lo de aburrido, cuéntame más de ti, señor desconocido.
—Te contaré, pero con una condición, tú también me contarás cosas de ti y esta vez no quiero coordenadas— dije.
—Vale.
—Bueno, soy empresario y tengo veintinueve años, tengo un hermano un año mayor que yo y una hermana pequeña, bueno no tan pequeña, tiene veintiséis años y no tengo padre, pero si un padrastro increíble.
—Oh, me imagino que eres el hombre más feliz por tener una familia como la tuya.
—¿Feliz?, ¿qué es para ti la felicidad? — cuestioné.
—Normalmente, la felicidad se centra en las cosas pequeñas, pero tú tienes una familia y no hay cosa más grande que la felicidad de tener a tus seres queridos a tu lado, para mí eso es el significado de la felicidad, pero claro está cada persona la relaciona de manera diferente— aclara dejándome pensativo como de costumbre.
—¿Y tú eres feliz?
—Lo soy, porque también tengo a mis seres queridos, tengo un hermano y un padre, aunque mi madre murió cuando solo tenía seis años, ella sigue viviendo en mi corazón cada día de mi vida y por eso soy feliz.
—Es increíble el efecto que causas en mí, pequeña.
Chloé
Pensamos que ser felices significa vivir en el éxtasis todo el tiempo y obviamente eso es imposible de lograr, sin embargo, cada uno tiene una respuesta para definir lo que sería la felicidad y para mí es mi familia y tener cerca a las personas que amamos.
—Compañera, a las doce el nuevo dueño solicitó la presencia de todo el equipo sanitario para presentarse y hablar sobre el hospital.
Suspiré al oír lo que me decía.
—Vale, gracias por avisar, Luis.
Espero que este Sr. Molina dirija bien el hospital y que lleve sus funciones como es debido y que no vea esto solo como un negocio o hacer solo propaganda.
—¿Si alguien tiene alguna sugerencia o añadir algo más, soy todo oídos? — pregunta Molina después de cuarenta minutos de habladurías sin sentidos.
Miro a los lados a ver si alguien de mis compañeros dice lo que realmente piensan y quieren, pero al parecer este tipo los intimido a todos.
—Yo — alcé la mano, seguidamente me pongo de pie, sintiéndome observada por todos, pero la mirada de él me penetraba en lo más profundo de mi ser.
—Bien, la escucho, Srta. Wilson —al parecer se acordó de mí.
—No sé si sabrá, Sr. Molina, de que los respiradores son bastante viejos y llevo luchando para que estos sean cambiados, pero el antiguo dueño pasaba olímpicamente de nosotros que somos los profesionales.
—¿Funcionan? —pregunta.
—Por el momento, sí, pero ¿quién nos garantiza que estos dejarán de hacerlo en cualquier momento y peor aún conectado a algún paciente? — Digo seriamente.
—No entiendo por qué es usted la única que habla de cambiarlos, como tengo entendido en este hospital hay más de seis cardiólogos y no han dicho nada a excepción de usted.
Bajé la mirada por un instante y después la volví a subir para mirarlo con más seriedad que antes.
—Mire, Sr. Molina, no solo hablo por mí, sino también por todos mis compañeros, los cuales están de acuerdo conmigo, pero a excepción de todo esto digamos que ahora mismo usted está ahí, parado de pie y sano al igual que yo, pero ¿quién nos dice que el día de mañana los que vamos a necesitar estos respiradores seamos usted o yo?
Este se acerca a mí y el director lo sigue.
—¿Y si no estoy de acuerdo en renovar los respiradores? — su aliento choca en mi rostro y su mirada fría y llena de ego me cala hasta los huesos.
—En ese caso daré parte al ministerio de sanidad, y créame que no es una amenaza, esto es algo serio. Tal vez un control refrescará la memoria de muchos— miré al director.
Molina sigue mi mirada y observa al hombre que miraba.
—No se olvide que puede ser despedida ahora mismo —dijo este tipo.
—Hágalo, no me asusta, ya que mañana mismo estaría trabajando en las mejores clínicas privadas de este país —me acerco más a él y le demuestro que no le tengo miedo, que si él puede amenazarme yo también puedo.
—¡¡Vaya!!, mucha seguridad tiene usted, Srta. Wilson— susurra a mi oído mientras los demás nos siguen observando y en ese instante sentí como un escalofrío extraño y a la vez inexplicable me azota, como cuando hablé por primera vez con" Pedro".
—La seguridad es la base fundamental para todo, Sr. Molina.
—Bien, pues demuéstrame por escrito todo lo que me dijo y me lo entregas en mi lugar de trabajo, mientras tanto que tenga un buen día, Srta. Wilson.
ChloéTodo el mundo desarrolla la habilidad de responder bien cuando las emociones exaltan, pero con este hombre mis emociones se confunden y se debilitan, que me llevan a tomar aire primero y responder.—Maldita sea, me desagrada igual o peor que el antiguo dueño— hablé sola.—Chloé— escucho la voz del director llamarme a lo lejos.—Dígame —detengo mis pasos.—No debió de hablarle de esa manera al Sr. Molina.—No me joda, Sr. director, porque usted no sabe la angustia que pasamos los sanitarios al pensar que en cualquier momento perderemos algún paciente porque el respirador dejó de cumplir su función — agregué—. Ahora si me disculpa tengo trabajo por delante, pero que le quede claro que no estoy dispuesta a dejarlo pasar y quedarme callada.Que no se crea que me voy a dejar intimidar, s&e
Abel—Disculpé—murmuré al rozar el codo de una mujer al pasar, ella se gira hacia mí y esa mirada desafiante me hace temblar —. Srta. Wilson no la había reconocido.Ella baja su mirada marrón y no dice nada, como si no tuviera voz.—¿Se encuentra bien? —pregunté.Entonces vuelve a alzar esos ojos que me intimidaron al momento.—A su pequeña no le pasa nada—suelta una carcajada.—¡No...! ¡NO! —grité.Me levanté sudado por la pesadilla que acababa de vivir, estoy perdiendo la cabeza con esta mujer —. Wilson jamás podría compararse con el carácter que tiene mi pequeña, son diferente, lo sé—hablo solo con la respiración agitada. Dejé caer mi cabeza nuevamente sobre la almohada e intenté dormirme de nuevo, pero se me es im
AbelMe dejó lleno de rabia, esta mujer me supera y lo peor de todo es que no es fácil de intimidar.— Vaya, hermano, parece que al fin alguien te deja sin palabras— Mario se ríe.— Por favor, ¿viste como es esa mujer?— La vi y es una chica hermosa de pies a cabeza— aclara cruzando los brazos.— Pues toda tuya.Me vuelvo a sentar en mi silla e intenté tranquilizarme, sé que no debí de haberla dejado esperando tanto tiempo, pero nunca pensé que montaría tal escena.— ¿Qué es lo que quiere? — pregunta Mario.— Ella es cardióloga en el hospital que compré y quiere que cambie los respiradores.—¿Y qué problema hay en eso?, te lo puedes permitir, Abel.— El problema lo tengo con ella, no soporto su actitud hacia mi persona...—
AbelEra difícil describir lo que sentía en este momento, quería creer que no era cierto y que mi mente me estaba jugando una mala pasada por estar mucho tiempo hablando con mi pequeña, pero es imposible haber dos Teddy y dos José y que no sean las mismas personas.—¿Qué dijiste? — cuestiona ella al oírme susurrar ese “pequeña” mientras posa su mano sobre su pecho.Trago saliva y la miré con determinación, realmente tiene un rostro hermoso, pero ¿físicamente era mi tipo? Por supuesto que no, ella es diferente a lo que estoy acostumbrado a dejarme verme en público.— No dije nada— carraspeé.— Bien— añade ella y después mira al tal José—. Me das diez minutos— le pide a su amigo.— Por mí no hay problema, hablaremos en otra ocasi&o
ChloéNadie debería aferrarse a alguien invisible, solo tratamos de dar forma al tiempo desperdiciado, pero sin duda si me llegaran a preguntar. Qué fue lo más lindo que había visto, sin duda diría, no he visto, pero sí he oído lo más hermoso que jamás había escuchado, la voz de él.Decir que solo pasaron días desde que no he vuelto a oír de él, sería como si dijera que fueron años, pero si él decide pasar de mí y desaparecer no voy a insistir, ya que nunca lo he hecho con nadie, pero ganas de hacerlo, no me faltan.Antes de regresar a mi casa, voy a la oficina del director para saber si había noticias sobre los respiradores porque uno empezó a fallar esta mañana.Llamé a la puerta y escuché un adelante.—¡Buenas tardes! — saludé.&mda
— ¿Cómo fui tan tonta? — me repito una y otra vez mientras conducía—. Eran la misma persona.La ignorancia no es pecado, pero cuando este tío se hace el sabio, las ganas de patearle los huevos nuevamente se apoderan de mí.Todos estos días pasando de mí al no contestar las llamadas y los mensajes y todo era porque sabía que su pequeña según él era, yo.—Soy una amiga de Abel Molina, le estoy llamando, pero no me contesta ¿me podía dar su dirección? — le pido al de seguridad que trabaja en su empresa.Duda al principio, pero luego me escribe la ubicación.— ¡Muchas gracias!Se escuchan truenos y destellan los relámpagos, empieza a chispear.— ¡Genial!, lo que faltaba— dije volviendo a entrar en mi auto.Activo la navegación con la dirección del o
AbelLa miré a los ojos mientras me gritaba lo que no quería escuchar, aunque su mirada decía otra cosa, incluso podría notar un ligero brillo en sus ojos.— Uf...— resoplé intentando concentrarme en el trabajo.Ella ocupa mis pensamientos.Han pasado dos días desde que nos encontramos en mi casa, desde entonces me he estado comiendo la cabeza, sus palabras me dejaron marca, tal vez tenga razón y soy yo el que está perdiendo una gran mujer.Ella es diferente, dice las cosas tal cual sin filtros y sobre todo no se deja aplastar por nadie. ¿De verdad que quiero estar con ella?, ¿es eso lo que quiero?— Sr. Molina, los respiradores acaban de ser instalados en el hospital, el director informó de ello— entra Marta.— Gracias, Marta, por cierto, necesito que contrates gente cualificada para una inspección comple
ChloéMe sentía bien junto a Mario, pero a la vez cohibida por ser el hermano del ogro.—Lástima que no fueras tú quien me hubiera llamado por equivocación— habla mi subconsciente mientras lo sentía a mi lado caminando con dirección a la cafetería.—Muchas gracias por el recorrido, Chloé.—No hay nada que agradecer, gracias a ti, por lo que vas a hacer por los niños de este hospital.Me dedicó una hermosa sonrisa y después el camarero tomó nuestras órdenes.—¿Eres así de extraña con otras cosas o solo con el café? —preguntó sorprendido cuando le pedí un café con crema de caramelo y la punta de una cuchara pequeña de sal.No sé por qué, pero amo tomar el café así, y el camarero como ya me conoce, pues no