Capítulo Treinta y Ocho

POV RENZO.

Sentado en una sé las sillas al fondo del jardín, Veo a Darío intentar animar a mi hermana.

También, puedo sentir los ojos de mis padres sobre Mí. Y, no dejo de mirar la maldita puerta de la casa cada minuto que pasa para verla salir.

Pero no sucede.

Mi familia sabe lo de nuestra farsa.

Estoy a punto de perder todo por el que, he trabajado por años.

Pero, lo que deja un malestar en mi estómago, son las palabras de Sam.

Me enamoré de ti.

Sus ojos reflejaban un dolor que no espere ver. La mujer es una mezcla de dulzura y vitalidad que había irrumpido en mi vida.

Niego.

No estoy enamorado. << ¿De verdad?>>

—¡Por supuesto!

—Tengo una hora viéndote aquí. Solito.

Levanto la mirada y me encuentro con Antonella, enfundada en un vestido que bien podría servir para un show en las Vegas. Sus pechos están desbordando del escote.

Es... tan vulgar.

—Déjame en paz —me terminó mi whisky de un trago.

—¿Dónde está tu adorable esposa? —pregunta en un tono empalagoso y una sonrisa satisfecha.

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