Capítulo Cuarenta y Uno

Tomo una cucharada de yogur con frutos secos y mi hermana frunce el ceño.

—Vamos, Leila. Solo es yogur.

—Quiero salir —se inclina un poco —Estoy harta de estar aquí.

Hace un par de días sufrió de nuevo otra crisis de ansiedad.

Desearía que Leila superara todo eso y volviera a casa conmigo.

El médico que la vio la última vez esta por decirnos si es viable una operación para intentar hacer que Leila vuelva a caminar.

Es lo que deseo con todo mi corazón.

No me importa cuánto me cueste, si debo continuar con Laura para lograr que mi hermana camine, lo hare.

Sonrío.

—Prometo que saldremos a dar un paseo. — Murmuro —Pero come algo. —Apremio.

Había llegado a visitar a mi hermana, y las enfermeras me informaron que no ha querido comer nada.

Estaba molesta por qué creía que, creía que la teníamos retenida en la habitación.

Había dejado el departamento de Franco más temprano y decidí pasar a ver a mi hermana.

La encontré enojada y renuente a desayunar.

De mala gana abre la boca y come.

Mastic
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