Capítulo Cuarenta y Seis

Estoy achispada.

Escucho como estos discuten y ninguno sede.

Franco está a punto de mandar a la mierda al hombre cuando me harto.

—A ver— me enderezó. —¿Qué tiene que perder? —Los cuatro me miran sorprendidos. —Los tres son excelentes profesionales en sus especialidades.

—Es más que eso, señorita —espeta.

—No lo es. Ellos están poniendo en juego su reputación, lo suyo es dinero —me encojo de hombros —El dinero va y viene. Pero, la reputación de una persona no se puede reparar. Cree que Franco —señaló al aludido— Va a echar a perder la oportunidad que tiene enfrente.

—Lo entiendo...

—No.— Lo corto —El hombre es jodidamente bueno en su trabajo, y realiza una labor social loable. Así que, déjese de pendejadas y decida sí, vale la pena invertir en estas manos de obra cualificada o vea desde lejos como pierde una gran inversión.

Henry pasa su mirada entre los presentes y después de lo que parece una eternidad.

Asiente.

—Vaya. Veo que tienes agallas— mira de Franco, hacia dónde está Este
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