La visita de Bianca había sido refrescante.También nos habíamos unido. Tanto así que, le hable de mi madre y ella no daba crédito a lo que había pasado los últimos meses con respecto a la salud de mi hermana.Por otra parte. Mi convivencia con Renzo está funcionando. Sí, hay días que discutimos porque somos muy diferentes. Él, es un hombre muy ordenado y meticuloso, yo… no tanto.Eso lo exaspera.Desde que se decidió ir a Sicilia ha trabajado más para sacar lo más importante y de esta manera poder viaje sin preocupaciones. Una parte de mí quiere tenerlo conmigo. Pero sé que lo hace para que ambos podamos pasar tiempo juntos.Hoy, estoy terminando de hacer mi maleta para el viaje.Partimos esta tarde, así que, estoy ultimando los detalles.No voy a negar que los nervios están haciendo mella en mí. Pero, es algo que debo superar. Tengo que afrontar lo que me espera, si quiero tener una relación duradera con Renzo.—Eso es todo —murmuro a nadie.Cierro la maleta y la dejo sobre la cama
POV RENZO.Los últimos años de mi vida habían girado en torno a mi trabajo, y mis relaciones esporádicas.Nunca me preocupe por lo que mis padres podrían pensar de mi manera de vivir.De hecho, ellos nunca me han reprochado.Hasta ahora, lleve una vida desordenada.Jamás me importo tener una relación seria. Menos, enamorarme de una mujer.Pero, en los últimos meses, esa manera de llevar mi vida me golpeo a la cara. La nueva realidad es qué. Estoy enamorado de Samantha. Quiero estar con ella sin importar qué.También, necesito cerrar la brecha que yo mismo cree con mis padres.Es la razón de estar aquí. He volado a Italia con la finalidad de intentar hacer las paces.Por ellos.Por Sam.Por mí.Había dejado a Sam en mi departamento en el centro de Palermo. Porque, estoy conduciendo a casa de mis padres.Cuando entro en el sendero de la villa, después de pasar la seguridad. Los nervios florecen en mí. Sin embargo, no voy a dejar que me dominen.Estaciono y bajo del coche.Avanzo hasta l
Compruebo mi móvil de nuevo por enésima vez.Renzo se fue hace un par de horas, y no ha regresado. Lo que me dice que la reunión salió bien después de todo.Intento concentrarme de nuevo en mi portátil, pero me es imposible.Me levanto del taburete de la cocina en busca de una botella de agua. Cuando llaman a la puerta.Me acerco con curiosidad, y al abrirla me encuentro con Bianca y Darío.—¡Hola! —Los saludo son una sonrisa, que estos no me devuelven.—Necesitas venir con nosotros —espeta Bianca.Ambos pasan hasta el salón.Cierro la puerta.—¿Qué sucede? Renzo Fue a casa de tus padres.Bianca asiente y sus ojos se empañan.—¿Bianca? —doy un paso hasta ella.—Mi mamá me ha llamado hace un raro, y me ha dicho que… —llora.—Que, ¿Qué?Darío niega.—Renzo se accidentó en la carretera.Sus palabras se filtran poco a poco en mi cerebro.Niego y la visión se me empaña.—No es verdad —mi voz sale en un susurro.—Necesitamos llegar al hospital y saber su estado.Asiento y me obligo a no der
Abro los ojos con sobresalto y miro alrededor para respirar más tranquila al ver a Renzo dormido.Me enderezo en el sofá junto a la cama y ahogo un bostezo, me pongo de pie para ir al baño y lavarme el rostro, para de esta manera espantar el sueño.La noche es algo larga debido a las molestias de Renzo. Está huraño, y hastiado de estar en la cama.¡Por Dios! Solo tiene unas horas en ella.Solo acepta quedarse en cama, cuando se pone en pie, y se va a un lado.Es como si estuviera lidiando con un niño.Me ocupo de mis necesidades y salgo del baño para encontrar a Renzo despierto.—¿Cómo te sientes?—Mejor.Lo miro con escepticismo.—Me duele la espalda y la pierna izquierda— gruñe.—Eso está mejor —espeto —Esperemos que el doctor venga a verte y podremos partir.Mi respuesta parece apaciguarlo.Efectivamente, cuando el médico entra a la habitación y valora su estado, le indica a la enfermera que se encargue del alta médica.—Ya escuchaste al doctor. Necesitas descansar— le recuerdo.—E
La llegada al departamento es rápida y Bianca se despide de nosotros.Renzo, tomo una ducha sentado. Sé que no le gusta sentirse de esa forma. Pero, me daba temor que cayera. Él no lo admite, pero puedo ver que se siente un poco débil. No quería ir a la cama, así que se instaló en el mullido sofá con la pierna que le molesta en alto, mientras ve un partido de futbol.Por mi parte, he tomado una ducha rápida y estoy en la cocina, preparando algo para desayunar.Lo que me da la oportunidad de pensar en los acontecimientos de las últimas horas. Y, en la posición que, Renzo está, no debe de ser fácil.—Puedo escuchar las ruedas de tu cabeza desde aquí.Miro hacia el salón y me encuentro con la mirada de Renzo.—No sé de qué hablas.Resopla.—Piensas en la conducta de mis padres hacia ti y en como eso puede afectar neutra relación —arquea la ceja.Entrecierro los ojos y dejo a un lado el cuchillo con el que estoy cortando.—Ahora, ¿Eres adivino? —me burlo.—No me es difícil de adivinar, da
El silencio se instala en el salón y tanto Renzo como esperamos que alguno formule alguna palabra.Gianna titubea.Decido tomar la batuta.—Estoy consciente de que mi presencia les incomoda, dado los últimos acontecimientos —ambos me miran en silencio. —No voy a justificar el porqué hice lo que hice. Sin embargo, debo decir que, la Sam a la que le abrieron las puertas de su casa, siempre fue sincera en su trato.—Renzo nos contó sobre tu hermana—espeta Gianna.—Leila quedo en silla de ruedas luego del accidente, la operación que podría hacerla caminar es muy costosa, a eso le sumo sus episodios de depresión que tiene luego del accidente. Lo que me obligo a recluirla en una casa de reposo por recomendación médica. Ahí, le proporcionan el debido cuidado.—Entendemos que aceptaste la descabellada idea de mi hijo, por ella.Asiento. —También sé que he sido muy dura contigo. Solo que… Me sentí herida por el engaño.—Entiendo.—Soy consciente de lo desagradable que hemos sido. Por eso, qu
Ambas son positivas.Jodidamente, perfecto.Siento como me mareo y las náuseas vienen a mí al ver el resultado.—No es cierto —susurro, y siento que voy a vomitar al ver las dos pruebas.—Esto está mal —señalo y me rio.Una risa nerviosa.¡Joder!—No puedo estar embaraza, Bianca. ¡Tengo un maldito Diu! —exclamo en un susurro, mi voz es casi histérica y estoy respirando con dificultad.—Entonces, debe ser un error —abre sus ojos pálidos.Toma una de las pruebas.—Esta dice que estoy de entre cinco y seis semanas ¡Joder! —Toma la segunda prueba.Esa dice, de dos a tres semanas.Me muerdo los labios.Si ese resultado es real. No sé qué voy a hacer. Renzo y yo no hemos hablado del futuro. Estamos construyendo una relación, y un bebé, en este momento, no creo que lo haga saltar de alegría.—Sam.Niego y las lágrimas me asaltan.—Que se supone que voy a hacer con un bebé —susurro. —Renzo y yo nos conocemos, ¿Qué? Hace cinco minutos —resoplo.Me limpio la mejilla.—Sé que estas asustadas —se
Las piernas me tiemblan y siento que traspiro.¡Joder!Entro al consultorio y una mujer de mediana edad me espera.—Buenos días —dice en perfecto inglés para que le entienda.Lo cual, es genial dada la situación en la que tengo muchas preguntas en ser el caso de que se reafirme mi estado.—Muchas gracias por recibirme, doctora...—Lombardo —espeta —Marisa Lombardo— me estrecha la mano. —Bien, toma asiento y veamos que tenemos hoy.Mira la planilla que llene cuando llegue, antes de mirarme.—A ver. Dice que te has realizado una prueba y ha dado positivo.—Así es. Pero es imposible, ya que tengo un Diu —digo con seguridad.Una que no siento en realidad.Se reclina en su silla y me hace una serie de preguntas. Las cuales respondo. Cuando hemos terminado con las preliminares, me mira atenta.—El dispositivo intrauterino tiene una efectividad del noventa y nueve por ciento de efectividad. Así que, ve por esa puerta y cámbiate, por favor—. Espeta —En un momento estoy contigo.Actuando en mo