Capítulo Cincuenta y Siete

Abro los ojos con sobresalto y miro alrededor para respirar más tranquila al ver a Renzo dormido.

Me enderezo en el sofá junto a la cama y ahogo un bostezo, me pongo de pie para ir al baño y lavarme el rostro, para de esta manera espantar el sueño.

La noche es algo larga debido a las molestias de Renzo. Está huraño, y hastiado de estar en la cama.

¡Por Dios! Solo tiene unas horas en ella.

Solo acepta quedarse en cama, cuando se pone en pie, y se va a un lado.

Es como si estuviera lidiando con un niño.

Me ocupo de mis necesidades y salgo del baño para encontrar a Renzo despierto.

—¿Cómo te sientes?

—Mejor.

Lo miro con escepticismo.

—Me duele la espalda y la pierna izquierda— gruñe.

—Eso está mejor —espeto —Esperemos que el doctor venga a verte y podremos partir.

Mi respuesta parece apaciguarlo.

Efectivamente, cuando el médico entra a la habitación y valora su estado, le indica a la enfermera que se encargue del alta médica.

—Ya escuchaste al doctor. Necesitas descansar— le recuerdo.

—E
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