Capítulo Sesenta

Ambas son positivas.

Jodidamente, perfecto.

Siento como me mareo y las náuseas vienen a mí al ver el resultado.

—No es cierto —susurro, y siento que voy a vomitar al ver las dos pruebas.

—Esto está mal —señalo y me rio.

Una risa nerviosa.

¡Joder!

—No puedo estar embaraza, Bianca. ¡Tengo un maldito Diu! —exclamo en un susurro, mi voz es casi histérica y estoy respirando con dificultad.

—Entonces, debe ser un error —abre sus ojos pálidos.

Toma una de las pruebas.

—Esta dice que estoy de entre cinco y seis semanas ¡Joder! —Toma la segunda prueba.

Esa dice, de dos a tres semanas.

Me muerdo los labios.

Si ese resultado es real. No sé qué voy a hacer. Renzo y yo no hemos hablado del futuro. Estamos construyendo una relación, y un bebé, en este momento, no creo que lo haga saltar de alegría.

—Sam.

Niego y las lágrimas me asaltan.

—Que se supone que voy a hacer con un bebé —susurro. —Renzo y yo nos conocemos, ¿Qué? Hace cinco minutos —resoplo.

Me limpio la mejilla.

—Sé que estas asustadas —se
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