EL INCIO.POV RENZO.—¡Tú, tienes la culpa de mi desgracia!Es lo primero que escucho, cuando contesto una llamada de mi hermana menor.—Ahora, ¿Qué hice? —inquiero, sintiéndome confundido antes sus palabras.—Darío me ha pedido matrimonio.—¿Lo lamento?—¡Renzo! —gruñe mi hermana y la escucho hipar como una magdalena.¡Señor!—No entiendo, ¿Es bueno o malo?—Vino a la villa a pedir mi mano y Mamma me dejo claro que no puedo casarme con él, porque tú no estás casado.Me paso la mano por el rostro.—¿No es cierto?—¡Si! —grita histérica—Yo le dije: Mamma. Me voy a quedar a vestir santos, porque tu niño es un idiota que no tiene relaciones serias.—¡Oye!—¡Es cierto! ¿Cuándo fue tu última relación duradera?—No es tu problema.—¡¿Lo ves?! —gimotea más—Darío y yo nos amamos. No es justo que la Mamma me haga pasar por esto para cumplir tradiciones arcaicas.—Es ridículo— susurro.—¡Bien! Díselo a ella.Ni de coña.—Bianca. Sabes que mi trabajo es aquí dirigiendo el negocio. No tengo nada
Avanzo por el pasillo de la casa de reposo y ya es costumbre que me vean recorrerlos.Con un gesto saludo a las enfermeras a cargo del lugar. Las cuales, como siempre, me reciben con una sonrisa amable.Cuando llego a mi destino abro la puerta despacio.La consigo sentada en su silla de ruedas, mirando a través de la ventana con gesto sereno.Voltea hacía a mí cuando escucha que cierro la puerta.—Hola —digo con una sonrisa — ¿Cómo estás?Me acerco hasta estar frente a ella y me pongo de cuclillas.—Muy bien —me dice con una sonrisa.Pero sus ojos no me engañan.— ¿Cuándo podré irme de aquí? —mira detrás de mí — Las enfermeras no me dejan salir cuando quiero—bufa sin dejarme hablar—Sam, sácame de aquí.Retengo las lágrimas cuando escucho sus palabras.Leila es mi hermana menor y está en sillas de ruedas.—Sabes que no puedo sacarte de aquí— susurro—Ellos están cualificados para poder cuidar de ti.Alarga la mano y limpia una lágrima traidora que rueda por mi mejilla.—Lo sé, y me sien
Creo que tengo problemas de audición.No, tal vez estoy en una dimensión desconocida.Él, en realidad, ¿está pidiendo que yo finja ser su esposa?¡Esto es de locos!Da un paso atrás con gesto serio.—Lo que has escuchado. Quiero que finjas ser mi esposa en frente de mi familia —dice sacándome de mi letargo.—Lo siento, pero se ha confundido de Servicio.Dejo el vaso con la bebida en la mesa junto al sofá.—Permiso.—Diez mil dólares —anuncia y me detengo en seco —Diez mil dólares, te voy a pagar si aceptas. Solo para ti. Laura no tendría que enterarse de nuestro negocio.Me doy la vuelta con los ojos entrecerrados.—Nadie da esa cantidad así. Sin más.—Entonces, entiendes que es una emergencia real.— ¿Acaso no puede encontrar a una esposa de manera tradicional? —Mi tono desborda algo de ironía.Se ríe.Una risa vacía, carente de humor.Clava sus ojos en los míos y no me permito amilanarme.—¿Qué te hace suponer que es lo que quiero? —niega —Pero, si no está interesada, puedes irte —s
Llego a mi departamento sin creer lo que ha sucedido esta noche.¿De verdad he firmado un acuerdo con ese mamón insufrible?Sí.Me pongo el pijama y me desmaquillo antes de meterme a la cama.Sé que me voy a meter en una enorme mentira. Pero, qué más da.Renzo es el que debe pensar en su familia.—Idiota —susurro metiéndome a la cama.Lo que tiene de guapo, lo tiene de imbécil.⭐⭐⭐⭐Han pasado tres días desde mi encuentro con Renzo Vitale.Y, esta mañana, aparecieron cinco mil dólares en mi cuenta bancaria. Al principio, creí que estaba alucinando, pero luego de verificar de nuevo. Ahí estaba.Al parecer, Renzo Vitale tiene palabra.Es por eso que. Ahora estoy en la clínica de retiro para pagar ese monto.La mañana siguiente del episodio, en casa de Renzo, recibí la llamada de Laura. Al parecer, el hombre la llamo para decirle lo satisfecho que había quedado con mi compañía.Pendejo.Por lo menos ha cumplido con su parte del trato. Ahora, solo tengo que pagar parte de la deuda.Alison
De pie, en medio de mi habitación, miro alrededor mientras intento pensar que más guardar en la maleta.Se supone que hoy debo ir a la casa de Renzo.Había pasado el domingo con mi hermana y estaba tranquila. Así que, me iría sintiéndome más segura.Esta mañana, cuando me levante, tenía un mensaje de donde me decía que debía estar en su casa antes de mediodía.¡Lo envió a las seis!¿Es que no duerme?Niego.Termino de hacer mi maleta y salgo de mi pequeño departamento, no sin antes asegurarme que todo está en orden.Una vez en la calle, tomo un taxi.—Aquí vamos, Sam —susurro cuando el taxi se incorpora al tráfico de Miami.Le había pedido a Adrián estos días y, me dijo que, si los tomaba, dejaba claro que estaba renunciando al trabajo.Sin embargo, ya había pagado los cinco mil dólares que Renzo me había depositado.Así que, no era como que, tenía que decidir.Otra cosa que sucedió, fue la llamada que recibí de Laura, muy feliz porque Renzo Vitale había pagado por dos semanas más. Al
El tráfico de la ciudad no colabora con los nervios que siento.Sentada en la parte trasera del auto de Renzo, miro a través de la ventanilla y reprimo un bostezo.Había pasado la noche casi en vela.Y, durante el desayuno, el cual, por cierto, tome a solas. No podía dejar de pensar en lo que estamos a punto de hacer.Suspiro.Una mano se posa en mi rodilla encima de mis vaqueros y detiene el movimiento rítmico de la misma.Volteo para encontrarme con Renzo que, tiene la vista en su móvil.— Podrías relajarte— espeta, en tono serio.— Es tan fácil para ti hacer esto, ¿No?Suspira con irritación y baja el móvil.— ¿Crees que es lo que quiero hacer? — murmura.Deja mi rodilla y toma la mano donde descansan los anillos que me pude antes de salir.— Esto, lo hago por mi hermana. — Continúa— Si mi familia se entera de la verdad, estaré perdido. Así que, más te vale fingir muy bien y no cometer ningún error, Sam. Porque si ellos ven una fisura en nuestro matrimonio, seré lo peor que te ha p
Dieciséis horas Después, aterrizamos en el aeropuerto internacional de Palermo.¿Fue un vuelo difícil?Sí. Sobre todo, cuando Renzo se acostó junto a mí, para dormir un poco.Flashback.—¿Qué estás haciendo? — inquiero, sentándome en la cama.Renzo, está acostado junto a mí y tiene los ojos cerrados.—No jodas, Sam. Estoy cansado y quiero dormir un poco.—No jodas, ¡Tú! — siseo.—Tienes dos opciones — dice en voz baja. —Duermes aquí sin preocuparte de que vaya a asaltarte, o te vas al frente y duermes en uno de los asientos del avión. No tengo problema.Resoplo.—Eres un pendejo arrogante ¿Lo sabías?Abre los ojos y me mira con gesto serio.—Tú. Una maldita arpía.Abro la boca indignada.—Duérmete.Con eso, me da la espalda.Resoplo.Desgraciado, insufrible.Miro de la cama a la puerta.¡Mierda!Me acuesto y me cubro con la colcha.Ignoro el hecho de que Renzo está junto a mí y me rindo al sueño.Un par de horas después, abro los ojos con lentitud, solo para encontrarme restringida.
No sé qué encontrare en este lugar. Pero de algo estoy segura.Si son como Renzo no tendré una estadía agradable.Ahora es que empiezo a sentir la presión y una parte de mi quiere correr, desaparecer.«Es un poco tarde para eso.»Mi subconsciente asoma su fea cara.«Lo hacemos por Leila. »Suspiro y continuo.Los nervios me están comiendo viva mientras entramos a la casa donde esperan a Renzo.La mano de este, me da un ligero apretón.Miro su rostro y una máscara de serenidad cubre la misma.Delante de nosotros, Bianca parlotea sobre una noche de chicas y no sé qué otras cosas que, en realidad, no estoy escuchando porque mi mirada se centra al frente del salón donde hay varias personas reunidas.—Buenos días, familia —espeta Renzo en tono animado.En el salón hay tres personas esperando.Un hombre mayor, junto a uno mucho más joven y una mujer.El primero es alto y de aspecto algo atemorizante. Su cabello negro está salpicado de blanco y sus facciones son duras, resaltando sus ojos ma