El tráfico de la ciudad no colabora con los nervios que siento.
Sentada en la parte trasera del auto de Renzo, miro a través de la ventanilla y reprimo un bostezo.
Había pasado la noche casi en vela.
Y, durante el desayuno, el cual, por cierto, tome a solas. No podía dejar de pensar en lo que estamos a punto de hacer.
Suspiro.
Una mano se posa en mi rodilla encima de mis vaqueros y detiene el movimiento rítmico de la misma.
Volteo para encontrarme con Renzo que, tiene la vista en su móvil.
— Podrías relajarte— espeta, en tono serio.
— Es tan fácil para ti hacer esto, ¿No?
Suspira con irritación y baja el móvil.
— ¿Crees que es lo que quiero hacer? — murmura.
Deja mi rodilla y toma la mano donde descansan los anillos que me pude antes de salir.
— Esto, lo hago por mi hermana. — Continúa— Si mi familia se entera de la verdad, estaré perdido. Así que, más te vale fingir muy bien y no cometer ningún error, Sam. Porque si ellos ven una fisura en nuestro matrimonio, seré lo peor que te ha pasado en tu vida y te hundiré en el hoyo más oscuro del que nunca podrás salir.
Alejo mi mano de un manotazo y lo fulmino con la mirada.
—A mí, no me amenaces — siseo — Tenemos un contrato y voy a cumplir con mi parte. Pero que te quede claro que, tus amenazas no las voy a aceptar, ¿Entiendes? — sus ojos se oscurecen mientras demuestro una seguridad que estoy muy lejos de sentir— Así que, decide si quieres pasar las próximas dos semanas durmiendo con un ojo abierto o dormir como un bebé. —Arquea la ceja — No soy tu novia, la loca.
Frunce el ceño.
—Yo no tengo novia.
—Bueno, una mujer que debía varias cuotas en el gimnasio, dijo a gritos que era la novia de Renzo Vitale — sonrío — Bella, se llama — abre los ojos un poco — sin duda, es igual de superficial que tú.
— Primero. No soy superficial — habla — Segundo. Ella y yo no tenemos nada — sonríe con autosuficiencia— ¿Te dieron celos?
—¡Ja! Lo que me dio fue lástima, la pobre infeliz — replico — Y, te repito. No me amaneces porque no me conoces.
Pienso que me va a arrojar algunos de sus comentarios despectivos, pero increíblemente se endereza en su lugar y retoma su actividad en el móvil.
Llegamos al aeropuerto y no me sorprendo cuando entramos a la pista, donde espera un avión.
Por supuesto que, Renzo mamón Vitale no viaja en comercial.
La tripulación es amable y después que estamos en nuestros sitios despegamos.
Bien. Creo que no hay marcha atrás.
Cuando hemos tomado altura y puedo quitarme el cinturón me tomo una copa de vino para calmar los nervios.
—La habitación está al fondo— anuncia Renzo, sentado en frente de una mesa mientras, lo veo tipear en su portátil.
Me da una mirada rápida
—Supongo que la vamos a compartir.
Una sonrisa tira de sus labios.
¡Por supuesto que no!
Me detengo con las manos en las caderas y lo miro lo más tranquila que puedo.
—Este avión es lo suficientemente grande, para que consigas otro lugar — con eso me pongo de pie y avanzo hasta donde me indico para ver el lugar.
Entro a la pequeña habitación, donde predomina una cama de un tamaño decente, con sabanas negras.
Una mesa de noche a un lado y una puerta donde hay un baño funcional.
La puerta se abre y Renzo entra, cerrando detrás.
—Tienes que acostumbrarte a mi presencia, Sam —dice en tono sereno —Si vamos a convivir estas dos semanas, no puedes comportarte de esta manera.
—Pero no pienso que debamos dormir juntos.
—Cristo —pone los ojos en blancos —Solo vamos a dormir —señala la cama —A menos, que quieras hacer las paces y unirte al Mile High Club.
—Eres insufrible —intento pasar a su lado, pero el espacio es reducido entre a puerta y este.
El aroma que este desprende me envuelve y me encuentro cara a cara con él.
Sus ojos van de mis labios a mis ojos y viceversa.
Sus labios llenos me atraen, aunque no quiera.
No vayas por ahí, Sam. Pienso.
—Me permites — digo en voz baja y algo susurrante.
—Por supuesto.
Sin embargo, ninguno de los dos se mueve.
—Sabes, hay algo que no hemos cubierto en este trato.
Frunzo el ceño.
—No sé qué podría faltar. —digo —Me hablaste de tu familia, y de lo que puedo encontrar en la villa familiar. —Levanto mi mano —Llevo los anillos y me proporcionaste un guardarropa que no solicite.
Chasquea lo los labios.
Falto, esto —dice antes de tomarme del cuello y cubrir mi boca con la suya.
Al principio me quedo en shock.
¡¿Qué carajos?!
Protesto contra sus labios, pero eso le da acceso a mi boca y profundiza el mismo. Luego de unos segundos, termino aferrándome a su polera, manga corta, color negro.
Gimo contra su boca y el beso se hace más hambriento.
Renzo Vitale, sabe a deseo y con una pizca de picante y lujuria.
Es un peligro en toda regla.
Mi cuerpo se relaja contra el suyo y respondo a su beso arrancándole un gemido también en el proceso.
Pero, así como empezó el beso. Este lo termina.
Ambos nos miramos a los ojos y nuestra respiración se entrelaza. Mis labios están hinchados y los de él no tienen mejor aspecto.
Sin mediar palabra, lo hago a un lado y salgo de la habitación en estado de shock.
Tomo asiento lo más alejado de su sitio de trabajo.
—¿Qué coño ha pasado? —Susurro.
Ni siquiera me gusta como persona. Es arrogante, estirado y un imbécil.
Es todo lo que odio en una persona.
—¿Entonces? —murmuro con incredulidad.
—¿Desea alguna otra cosa? — levanto la vista para encontrar a la auxiliar de vuelo.
— Otra copa de vino estaría bien— murmuro.
Esta, asiente y se aleja.
Escucho la puerta del fondo y me enderezo en mi lugar. No me atrevo a verle la cara a Renzo.
El mismo pasa a mi lado y ocupa su asiento frente al portátil.
— Aquí tiene— la mujer llega con mi bebida —¿Alguna otra cosa que desee?
¿Un paracaídas?
Sí. Sería lo más sensato en este momento.
Niego.
—No, muchas gracias.
Cuando esta me deja sola, le doy un gran sorbo a mi bebida.
¡Vamos! Ni que hubiese sido un buen beso, pongo los ojos en blanco. Me han besado mejor que eso.
¿En serio?
Mi conciencia sale a relucir.
— Obvio —digo en voz alta.
Bueno, hace un año no tengo una relación.
Will, mi última pareja y yo, no funcionamos. Bueno, encontrarlo teniendo sexo con su jefa fue el detonante final para dar fin a una relación que estaba destinada al fracaso desde el inicio. Acepto que quise salvar algo que estaba perdido desde hace mucho. Pero, el orgullo en mí no me dejaba afrontar que mi relación había fracasado.
Así que, cuando decidí dar por terminada la relación, encontré al hijo de puta dándole a su jefa, sobre la mesa del comedor de su departamento.
Al menos me ahorro las excusas.
¡Desgraciado!
Me armo de valor y miro hasta donde Renzo está y lo encuentro con la vista en la pantalla de su portátil.
Su expresión es ceñuda.
De repente, levanta la vista y me encuentra espiándolo.
No me amilano y le sostengo la misma, antes de sorber de mi bebida.
Sus labios tiran de una sonrisa descarada y me guiña.
—Imbécil — digo en voz baja.
Pero, por su postura, estoy segura de que ha deducido la palabra.
Dieciséis horas Después, aterrizamos en el aeropuerto internacional de Palermo.¿Fue un vuelo difícil?Sí. Sobre todo, cuando Renzo se acostó junto a mí, para dormir un poco.Flashback.—¿Qué estás haciendo? — inquiero, sentándome en la cama.Renzo, está acostado junto a mí y tiene los ojos cerrados.—No jodas, Sam. Estoy cansado y quiero dormir un poco.—No jodas, ¡Tú! — siseo.—Tienes dos opciones — dice en voz baja. —Duermes aquí sin preocuparte de que vaya a asaltarte, o te vas al frente y duermes en uno de los asientos del avión. No tengo problema.Resoplo.—Eres un pendejo arrogante ¿Lo sabías?Abre los ojos y me mira con gesto serio.—Tú. Una maldita arpía.Abro la boca indignada.—Duérmete.Con eso, me da la espalda.Resoplo.Desgraciado, insufrible.Miro de la cama a la puerta.¡Mierda!Me acuesto y me cubro con la colcha.Ignoro el hecho de que Renzo está junto a mí y me rindo al sueño.Un par de horas después, abro los ojos con lentitud, solo para encontrarme restringida.
No sé qué encontrare en este lugar. Pero de algo estoy segura.Si son como Renzo no tendré una estadía agradable.Ahora es que empiezo a sentir la presión y una parte de mi quiere correr, desaparecer.«Es un poco tarde para eso.»Mi subconsciente asoma su fea cara.«Lo hacemos por Leila. »Suspiro y continuo.Los nervios me están comiendo viva mientras entramos a la casa donde esperan a Renzo.La mano de este, me da un ligero apretón.Miro su rostro y una máscara de serenidad cubre la misma.Delante de nosotros, Bianca parlotea sobre una noche de chicas y no sé qué otras cosas que, en realidad, no estoy escuchando porque mi mirada se centra al frente del salón donde hay varias personas reunidas.—Buenos días, familia —espeta Renzo en tono animado.En el salón hay tres personas esperando.Un hombre mayor, junto a uno mucho más joven y una mujer.El primero es alto y de aspecto algo atemorizante. Su cabello negro está salpicado de blanco y sus facciones son duras, resaltando sus ojos ma
POV RENZO.Sabía que esto sería algo difícil.Conozco a mi familia. Pero, esto es una absoluta mierda.En mi mundo, había visualizado que mis padres estarían saltando en un pie, al saber que su descarriado hijo les había dado lo que querían.Me felicitarían y se olvidarían de mí, para darle paso a mi hermana y sus futuras nupcias.No podría estar más lejos de la realidad.—¿De verdad, Renzo? Tú no haces nada a medias —espeta mi madre desde la cama.A su lado, Bianca rueda los ojos y mi padre tiene un gesto serio.Ninguno estaba feliz de que su primogénito había, al fin, a “sentado cabeza” y era un hombre felizmente casado.Si no espabilo, la mujer en la otra habitación me cota el escroto.Es una fiera. Y realmente me divierte nuestros encontronazos que son… entretenidos.Suspiro y me centro en el aquí y ahora.Miro a mi familia.—Es tan difícil entender que, es lo que quería —digo en un tono sereno.El cual está lejos de reflejar lo que siento.Mi madre me clava la mirada y me niego a
Sentada en la mesa junto a la familia de Renzo. Es imposible imaginar que solo unos minutos atrás, estaba pegada a los labios del mismo mientras me movía sobre él en busca de su toque.¿Qué verdad?Se supone que el hombre me parece un ser nefasto.Pero no, ahí estaba yo, encima del hombre y casi rogando para que me tomara.Niego y sorbo de la copa que hay frente a mí.—Cariño.La palabra proveniente de los labios de Renzo me pone en alerta.—¿Sí? —lo miro, regresando los pies a la tierra y alejando el pensamiento de lo ocurrido antes.Sus ojos oscuros me miran.—Mamma, desea saber si no tendrías inconveniente para que nos organice una reunión con amigo antes del cumpleaños de mi padre. —Mira al frente —No queremos restar protagonismo al festejado.Las risas llenan la mesa.El almuerzo ha sido ameno y todo lo que han servido ha estado a la altura.De hecho, antes no había comido una sopa minestrone que supiera tan bien.—¿Sam? — Renzo murmura.Miro a la mujer que se supone es mi suegra
Avanzo por los potreros y escucho a Bianca darme una explicación de todo.El lugar, sin duda, es hermoso y el paisaje que vislumbro, es tentador.Después de mi pelea con Renzo, este desapareció.Me quede en la habitación hasta que Bianca, llego por mí y me insto a cambiarme para montar.Bianca se detiene en una cuadra y se acerca uno de los caballos dentro de su establo.— Esta es lirio —anuncia mientras, acaricia la cabeza de una hermosa yegua blanca.Alargo la mano despacio.— Es preciosa.Bianca sonríe.— Es dócil. Así que, no tendrás problemas con montarla.— Gracias. —Me rio —Tú, ¿Cuál vas a montar?— Andrómeda, es mi bebé — espeta — ven— avanzamos y al pasar frente a uno de ella este resopla.Bianca pone los ojos en blanco.— Este, es diablo — arqueo la ceja ante el nombre — Renzo le puso el nombre— se ríe — Es suyo.— Vale. Las cosas se parecen a su dueño — murmuro.— Mi hermano tiene un temperamento algo especial. Pero, eso ya lo sabes.Me mira de soslayo.Resoplo y ella niega
— No. No. No — canto en tono serio — No voy a tomar tu tarjeta.Renzo me regala una mirada brillante.Está de pie, en medio de la habitación, vistiendo solo los pantalones de pijama y el torso descubierto, mientras me tiende su tarjeta de crédito extendida.— Solo cógela y compra algunas cosas — se lleva la mano y aprieta el puente de su nariz — Mi hermana va a pensar que soy un tacaño. Se supone que eres mi esposa.Resoplo.— No me siento cómoda.— Solo tómala y compra lo que creas conveniente.— Renzo.— No discutamos por esto, es muy temprano.Ruedo los ojos.Por más que quiera discutir, sé que tiene razón. Le quito la tarjeta y la meto en mi bolso.— Eres un insufrible. — Susurro.Lo escucho reírse entre dientes.Lo veo meterse al baño, mientras yo me voy al vestidor para prepararme para el día que me espera justo a Bianca.Me pongo unos vaqueros ajustados, un blusón, largo, sin mangas, color blanco. Y, arreglo mi cabello.Estoy sentada en el banquillo, en medio del vestidor ponié
Estoy agotada.Bianca es una maquina para gastar dinero.Definitivamente ella sabe cómo mantener el dinero en circulación.Son pasadas las cuatro cuando regresamos a la villa.Al final, cedi un poco y compré cosas realmente hermosas.Puedo ser alguien obediente cuando le conviene.La tienda de Aurora tiene mucha variedad de prendas y una, es más divina que la otra. Así que, si Renzo tiene algún problema con eso, puede irse al carajo.Porque fue él, quien me pidió gastar algo de su dinero.La casa está en silencio. Así que, ambas subimos con nuestras bolsas.— Gracias por acompañarme en este paseo.Miro a Bianca con una sonrisa genuina.— Gracias a ti por invitarme —nos detenemos en lo alto de las escaleras —No voy a negar que al principio estaba algo aprensiva ante la idea de ir a comprar, pero me alegra haber ido por estas preciosuras— levanto mis manos.— Que sea una actividad cada que vengas.— Por supuesto— le guiño.Sin embargo, me siento mal, ya que, lo más probable es que desp
Lo que ocurrió en casa de sus padres no puede volver a suceder. Se supone que no me gusta. ¿Cierto? Maldigo mientras vamos de camino al casino. Durante el viaje, Bianca fue una compañía agradable y la excusa para no hablar sobre lo que había sucedido antes de que interrumpiera el momento en que mi cerebro dejo de funcionar y estaba por entregarme a Renzo. Cuando llegamos a Palermo. Bianca se fue al departamento de Arístides y así, alistarse para esta noche. En cambio, Renzo y yo habíamos ido a un departamento que este, tiene a pocas manzanas de distancia del de Arístides. Cuando llegamos, intento hablar conmigo, pero le dije que tenía mucho por delante para esta noche. Respeto con desagrado el corte violento de intenciones hacia mí. Me esmeré en verme bien. Había comprado un vestido rojo, con un escote en V profundo. La falda tenía vuelo y mostraba una gran parte mis piernas. Cuando lo vi en la tienda de Aurora, me enamoré de él. Y por el gesto de Renzo, supongo que acerté.