Dieciséis horas Después, aterrizamos en el aeropuerto internacional de Palermo.
¿Fue un vuelo difícil?
Sí.
Sobre todo, cuando Renzo se acostó junto a mí, para dormir un poco.
Flashback.
—¿Qué estás haciendo? — inquiero, sentándome en la cama.
Renzo, está acostado junto a mí y tiene los ojos cerrados.
—No jodas, Sam. Estoy cansado y quiero dormir un poco.
—No jodas, ¡Tú! — siseo.
—Tienes dos opciones — dice en voz baja. —Duermes aquí sin preocuparte de que vaya a asaltarte, o te vas al frente y duermes en uno de los asientos del avión. No tengo problema.
Resoplo.
—Eres un pendejo arrogante ¿Lo sabías?
Abre los ojos y me mira con gesto serio.
—Tú. Una m*****a arpía.
Abro la boca indignada.
—Duérmete.
Con eso, me da la espalda.
Resoplo.
Desgraciado, insufrible.
Miro de la cama a la puerta.
¡Mierda!
Me acuesto y me cubro con la colcha.
Ignoro el hecho de que Renzo está junto a mí y me rindo al sueño.
Un par de horas después, abro los ojos con lentitud, solo para encontrarme restringida. Frunzo el ceño y miro un brazo que me sostiene mientras siento una suave respiración en la parte de atrás de mi cuello.
— ¿No es cierto? —murmuro.
Me doy la vuelta entre los brazos de Renzo y este no se inmuta.
Su rostro es una máscara de serenidad y su respiración es profunda. Tiene los labios entreabiertos.
Tiene un aspecto vulnerable y no el del cabrón arrogante que siempre muestra.
Pongo mi mano sobre su brazo e intento salir de su agarre, pero este lo aprieta más y se remueve.
Con lentitud, abre los ojos para encontrarse con los míos.
Frunce el ceño y yo arqueo una de mis cejas.
Ahora falta, que diga que, lo estoy asaltando y me acuse de querer aprovecharme de él.
—Podrías quitarme las manos de encima— susurro.
—Lo siento — dice sin un ápice de culpa.
Pongo los ojos en blanco.
—Sam
—¿Qué?
Niega.
—Nada, discúlpame por incomodarte — espeta en tono bajo y ronco al tiempo que me libera.
—Debemos de estar por aterrizar — anuncia tomando asiento en la cama y calzándose los zapatos— Te dejo por si quieres prepararte.
—Sí. Gracias.
Con eso, sale de la habitación cerrando detrás de sí.
Fin flashback.
Bajo del avión llevando uno de mis atuendos nuevos.
Un vestido ligero, con vuelo, escote halter, de color coral. La verdad es que me había esmerado para verme bien. El mismo, lo combiné con sandalias de finas tiras en dorado y accesorios a juego. Mientras, mi cabello oscuro, le di forma ondulada, dejándolo suelto.
Renzo me espera al pie de las escalinatas y me tiende su mano.
El hombre se había cambiado y vestía vaqueros, una polera blanca y su mirada estaba oculta detrás de unas gafas oscuras.
Sí. El hombre es colirio para los ojos. Pero, es una imbécil cuando quiere. Y le sale muy bien.
Tomo la mano de Renzo sin querer llamar la atención frente al hombre que espera de pie, junto al auto.
Miro su mano y, es cuando, me doy cuenta de que lleva la alianza puesta.
Bueno. Al parecer hemos dado inicio a la farsa.
—Bienvenido a casa, señor Vitale —dice el hombre de mediana edad. Con un acento marcado.
—Gracias, Franco —responde antes de darme una mirada. —Déjame presentarte a Sam, mi esposa.
Los ojos del hombre se abren y la comisión es evidente.
Con mi mejor sonrisa, le tiendo la mano.
—Un gusto conocerte, Franco.
—Lo mismo, señora. —Me da un ligero apretón.
¿Señora?
—Pensé que me iba a jubilar y nunca conocería a la mujer que atrapo a Renzo Vitale — se burla.
—No digas tonterías —se ríe el aludido. —Vamos a la villa.
Cuando partimos, evito mirar mucho a Renzo y me concentro en el camino.
Disfruto viendo el nuevo paisaje.
A mitad de camino, el hombre comienza a hablar en italiano y Renzo ríe entre dientes.
—Lo siento amigo, pero Sam no entiende el italiano.
—Pero lo cambiaremos — dice para que le entienda.
—Gracias — le doy una sonrisa genuina.
De hecho, entiendo algo del idioma. Mi especialidad es el español, pero también he tomado un par de clases de italiano.
Sin embargo, guardo ese detalle.
Luego de un trayecto algo largo, entramos a una propiedad flanqueada por árboles. Al llegar a lo alto del sendero me encuentro con una casa de un tamaño considerable, con aspecto antiguo, de grandes ventanales.
Renzo baja, mientras Franco me abre la puerta.
— ¡Sei già qui! (¡Estás aquí!) — el grito digno de tarzán llega a mis oídos, antes de ver una figura femenina echarse a los brazos de Renzo.
Este la recibe con una carcajada franca.
—Vedo che ti piace vedermi (Veo que te da gusto verme) —espeta quitándose las gafas.
—Sai che ho bisogno di te per combattere (Ya sabes que me haces falta para pelear) — chasquea los labios.
Este pone los ojos en blanco.
—Voglio presentarvi qualcuno (Quiero presentarte a alguien) — susurra con voz enigmática.
Ambos caminan hasta mí y la chica de cabello negó y ojos color ámbar me mira con curiosidad.
—Bianca, te presento a Sam. — habla en mi idioma para que entienda.
Mira a su hermana.
—Mi esposa.
La boca de la chica cae abierta.
Así que, esta es la hermana de Renzo.
Le brindo mi mejor sonrisa y tiendo mi mano.
—Un gusto conocerte, Bianca.
Ella mira a su hermano, antes de lanzarse hacia mí y darme un abrazo.
— ¡No lo puedo creer! — se ríe. Miro a Renzo que me ve divertido ante la reacción de su hermana. — No sabes lo que tu llegada hará a mi vida — susurra.
Se aleja y me mira sonrojada.
—Lo siento — se ríe — Eres la mejor sorpresa que me han podido dar.
—Vas a asustarla— interviene Renzo.
Ella lo ve, antes de rodearlo con su brazo y descansar su cabeza en su hombro.
—Me alegra verte sentando cabeza al fin.
—No seas dramática.
Pone los ojos en blanco y mira de él a mí.
— ¿Sabes lo que significa esto? —susurra.
Renzo Niega haciéndose el desentendido
—Dios, ¡Me voy a casar con Darío! — chilla feliz.
—Lo sé, piccola. Lo sé.
Este, mira hacia la casa y me ve.
—Tenemos que entrar y así presentarte a la familia, dolcezza.
—A mamá le va a dar algo — sonríe Bianca.
—Bien. Solo espero no ocasionar conmoción — susurro, algo nerviosa.
—Lo bueno es que Darío, mi prometido, está dentro y es médico — se ríe Bianca despreocupada — él se encargara de mitigar los daños.
¡Jesús! ¿En qué me metí?
Renzo me sorprende al tomar mi mano y darle un apretón mientras avanzamos al interior de la casa.
Solamente espero no ser la culpable de una disputa.
No sé qué encontrare en este lugar. Pero de algo estoy segura.Si son como Renzo no tendré una estadía agradable.Ahora es que empiezo a sentir la presión y una parte de mi quiere correr, desaparecer.«Es un poco tarde para eso.»Mi subconsciente asoma su fea cara.«Lo hacemos por Leila. »Suspiro y continuo.Los nervios me están comiendo viva mientras entramos a la casa donde esperan a Renzo.La mano de este, me da un ligero apretón.Miro su rostro y una máscara de serenidad cubre la misma.Delante de nosotros, Bianca parlotea sobre una noche de chicas y no sé qué otras cosas que, en realidad, no estoy escuchando porque mi mirada se centra al frente del salón donde hay varias personas reunidas.—Buenos días, familia —espeta Renzo en tono animado.En el salón hay tres personas esperando.Un hombre mayor, junto a uno mucho más joven y una mujer.El primero es alto y de aspecto algo atemorizante. Su cabello negro está salpicado de blanco y sus facciones son duras, resaltando sus ojos ma
POV RENZO.Sabía que esto sería algo difícil.Conozco a mi familia. Pero, esto es una absoluta mierda.En mi mundo, había visualizado que mis padres estarían saltando en un pie, al saber que su descarriado hijo les había dado lo que querían.Me felicitarían y se olvidarían de mí, para darle paso a mi hermana y sus futuras nupcias.No podría estar más lejos de la realidad.—¿De verdad, Renzo? Tú no haces nada a medias —espeta mi madre desde la cama.A su lado, Bianca rueda los ojos y mi padre tiene un gesto serio.Ninguno estaba feliz de que su primogénito había, al fin, a “sentado cabeza” y era un hombre felizmente casado.Si no espabilo, la mujer en la otra habitación me cota el escroto.Es una fiera. Y realmente me divierte nuestros encontronazos que son… entretenidos.Suspiro y me centro en el aquí y ahora.Miro a mi familia.—Es tan difícil entender que, es lo que quería —digo en un tono sereno.El cual está lejos de reflejar lo que siento.Mi madre me clava la mirada y me niego a
Sentada en la mesa junto a la familia de Renzo. Es imposible imaginar que solo unos minutos atrás, estaba pegada a los labios del mismo mientras me movía sobre él en busca de su toque.¿Qué verdad?Se supone que el hombre me parece un ser nefasto.Pero no, ahí estaba yo, encima del hombre y casi rogando para que me tomara.Niego y sorbo de la copa que hay frente a mí.—Cariño.La palabra proveniente de los labios de Renzo me pone en alerta.—¿Sí? —lo miro, regresando los pies a la tierra y alejando el pensamiento de lo ocurrido antes.Sus ojos oscuros me miran.—Mamma, desea saber si no tendrías inconveniente para que nos organice una reunión con amigo antes del cumpleaños de mi padre. —Mira al frente —No queremos restar protagonismo al festejado.Las risas llenan la mesa.El almuerzo ha sido ameno y todo lo que han servido ha estado a la altura.De hecho, antes no había comido una sopa minestrone que supiera tan bien.—¿Sam? — Renzo murmura.Miro a la mujer que se supone es mi suegra
Avanzo por los potreros y escucho a Bianca darme una explicación de todo.El lugar, sin duda, es hermoso y el paisaje que vislumbro, es tentador.Después de mi pelea con Renzo, este desapareció.Me quede en la habitación hasta que Bianca, llego por mí y me insto a cambiarme para montar.Bianca se detiene en una cuadra y se acerca uno de los caballos dentro de su establo.— Esta es lirio —anuncia mientras, acaricia la cabeza de una hermosa yegua blanca.Alargo la mano despacio.— Es preciosa.Bianca sonríe.— Es dócil. Así que, no tendrás problemas con montarla.— Gracias. —Me rio —Tú, ¿Cuál vas a montar?— Andrómeda, es mi bebé — espeta — ven— avanzamos y al pasar frente a uno de ella este resopla.Bianca pone los ojos en blanco.— Este, es diablo — arqueo la ceja ante el nombre — Renzo le puso el nombre— se ríe — Es suyo.— Vale. Las cosas se parecen a su dueño — murmuro.— Mi hermano tiene un temperamento algo especial. Pero, eso ya lo sabes.Me mira de soslayo.Resoplo y ella niega
— No. No. No — canto en tono serio — No voy a tomar tu tarjeta.Renzo me regala una mirada brillante.Está de pie, en medio de la habitación, vistiendo solo los pantalones de pijama y el torso descubierto, mientras me tiende su tarjeta de crédito extendida.— Solo cógela y compra algunas cosas — se lleva la mano y aprieta el puente de su nariz — Mi hermana va a pensar que soy un tacaño. Se supone que eres mi esposa.Resoplo.— No me siento cómoda.— Solo tómala y compra lo que creas conveniente.— Renzo.— No discutamos por esto, es muy temprano.Ruedo los ojos.Por más que quiera discutir, sé que tiene razón. Le quito la tarjeta y la meto en mi bolso.— Eres un insufrible. — Susurro.Lo escucho reírse entre dientes.Lo veo meterse al baño, mientras yo me voy al vestidor para prepararme para el día que me espera justo a Bianca.Me pongo unos vaqueros ajustados, un blusón, largo, sin mangas, color blanco. Y, arreglo mi cabello.Estoy sentada en el banquillo, en medio del vestidor ponié
Estoy agotada.Bianca es una maquina para gastar dinero.Definitivamente ella sabe cómo mantener el dinero en circulación.Son pasadas las cuatro cuando regresamos a la villa.Al final, cedi un poco y compré cosas realmente hermosas.Puedo ser alguien obediente cuando le conviene.La tienda de Aurora tiene mucha variedad de prendas y una, es más divina que la otra. Así que, si Renzo tiene algún problema con eso, puede irse al carajo.Porque fue él, quien me pidió gastar algo de su dinero.La casa está en silencio. Así que, ambas subimos con nuestras bolsas.— Gracias por acompañarme en este paseo.Miro a Bianca con una sonrisa genuina.— Gracias a ti por invitarme —nos detenemos en lo alto de las escaleras —No voy a negar que al principio estaba algo aprensiva ante la idea de ir a comprar, pero me alegra haber ido por estas preciosuras— levanto mis manos.— Que sea una actividad cada que vengas.— Por supuesto— le guiño.Sin embargo, me siento mal, ya que, lo más probable es que desp
Lo que ocurrió en casa de sus padres no puede volver a suceder. Se supone que no me gusta. ¿Cierto? Maldigo mientras vamos de camino al casino. Durante el viaje, Bianca fue una compañía agradable y la excusa para no hablar sobre lo que había sucedido antes de que interrumpiera el momento en que mi cerebro dejo de funcionar y estaba por entregarme a Renzo. Cuando llegamos a Palermo. Bianca se fue al departamento de Arístides y así, alistarse para esta noche. En cambio, Renzo y yo habíamos ido a un departamento que este, tiene a pocas manzanas de distancia del de Arístides. Cuando llegamos, intento hablar conmigo, pero le dije que tenía mucho por delante para esta noche. Respeto con desagrado el corte violento de intenciones hacia mí. Me esmeré en verme bien. Había comprado un vestido rojo, con un escote en V profundo. La falda tenía vuelo y mostraba una gran parte mis piernas. Cuando lo vi en la tienda de Aurora, me enamoré de él. Y por el gesto de Renzo, supongo que acerté.
La noche termina sin otro traspié. Después de que, Renzo dona todo lo que ha ganado en las partidas disputadas, salimos del casino. Nos despedimos de Bianca y Arístides antes de partir al departamento a descansar. Durante el camino, el silencio es el protagonista. Al llegar al departamento de concepto abierto, ubicado en el centro de Palermo, no aguanto más e intento saber qué fue lo que en realidad sucedió entre él y Franco. — ¿Sabes? — comienzo — Tu amigo me causo curiosidad. Este, está dejando sobre el sofá del salón, la chaqueta de su esmoquin y me fulmina con la mirada. —Ese imbécil no es mi amigo. —Bueno, Franco. — Digo, en cambio. Se endereza y me mira desde suposición con las manos en la cintura. — ¿Qué quieres saber? — ¿Quién es Lía? Lo sé, soy una cotilla. — ¿Celosa? — arquea una ceja. —No seas ridículo— respondo de forma rápida. Muy rápida. Resopla. —Lía era una chica que conocí en la universidad. — comienza de manera escueta. Avanzo por el salón y me voy