Tomo una cucharada de yogur con frutos secos y mi hermana frunce el ceño.—Vamos, Leila. Solo es yogur.—Quiero salir —se inclina un poco —Estoy harta de estar aquí.Hace un par de días sufrió de nuevo otra crisis de ansiedad.Desearía que Leila superara todo eso y volviera a casa conmigo.El médico que la vio la última vez esta por decirnos si es viable una operación para intentar hacer que Leila vuelva a caminar.Es lo que deseo con todo mi corazón.No me importa cuánto me cueste, si debo continuar con Laura para lograr que mi hermana camine, lo hare.Sonrío.—Prometo que saldremos a dar un paseo. — Murmuro —Pero come algo. —Apremio.Había llegado a visitar a mi hermana, y las enfermeras me informaron que no ha querido comer nada. Estaba molesta por qué creía que, creía que la teníamos retenida en la habitación.Había dejado el departamento de Franco más temprano y decidí pasar a ver a mi hermana.La encontré enojada y renuente a desayunar.De mala gana abre la boca y come. Mastic
Definitivamente esto tiene que ser una mala broma.Ignoro el llamado de Renzo y salgo la terraza. La misma, tienen una puerta que da directamente a la playa. Así que la abro, y me deshago de mis sandalias en tiempo récord. Avanzo por la arena.—No puedes huir de mí eternamente.—Mira como lo hago —abro los brazos con chulería y sin voltear a verlo.—Detente —su voz se escucha muy cerca y lo compruebo cuando su mano me toma del brazo dándome la vuelta.—Suéltame— lo miro a los ojos con rabia.—No, hasta que hablemos.—Dejaste todo claro la última vez que estuvimos en un mismo espacio.—Te fuiste —Era lo que todos querían.Lo que tu querías.Niega y da un paso atrás. Lo cual, me da tiempo de verlo bien. Tiene el cabello algo largo, sus ojos se ven cansados, y aunque se ve guapo con el polo, color negro, ajustado.Puedo ver el estrés en él.—Veo que volviste a tu empleo.Sus palabras denotan una gran amargura.Levanto la frente.—Sí. Volví porque es lo que debo hacer. —Con Franco —s
Pasan las horas y el culo se me duerme por la dureza de la silla y no tengo noticias de mi hermana.Me levanto y camino por el pasillo de un lado al otro, suspiro cuando veo abrirse la puerta giratoria.Pero nadie dice nada.¡Joder! Voy a volverme loca.Mi móvil suena y es un mensaje de Franco recordándome que esta noche lo voy a acompañar al club.Marco su número.—¿Te ha llegado mi mensaje?—Sí. Pero no podré estar en tu departamento, menos ir, lo siento.—Es una broma, ¿Cierto?—Franco, se me presento un problema personal.—Sam —su voz me dice que está enojado.—Franco, estoy en el hospital.Guarda silencio unos segundos antes de aclararse la garganta.—¿Qué te ha pasado?—A mí, nada.—¿Entonces? —Parece irritado.Suspiro.—Mi hermana acaba de ser ingresada al hospital—confieso sin alternativa —No puedo dejarla.—¡Joder, Sam! Lo siento—. Suena más calmado —Si necesitas algo.—Gracias, ahora solo estoy esperando noticias. Si todo sale bien, iré esta noche contigo al club.Espeto, co
Cuando al fin entro a la habitación donde mi hermana esta, es más de medio día. Avanzo con pasos cortos y algo nerviosos. Aunque ha superado esta crisis. No está fuera de peligro eso, no debo olvidarlo.Temo que algo le pase. Leila necesita de mi apoyo para salir de esta crisis. Una parte de mi quiere sacarla de la línica y la otra me dice que no sería lo correcto, no hasta que los especialistas me lo recomienden.Sus emociones le juegan malas pasadas. Sobre todo, cuando se trata del accidente de mis padres. Eso la altera y para era sincera. Me genera estrés verla en ese estado.Me detengo afuera de la habitación, respiro profundo antes de entrar. —Vamos, Sam. Nunca has ido una cobarde— susurro.Con un acoplo que estoy lejos de sentir, abro la puerta y entro.Mi hermana yace sobre una cama y tiene cables en el pecho que están conectados al monitor. Las vendas en sus muñecas me hacen un nudo en la garganta.En silencio, avanzo hasta su lado y cuando tomo su mano inerte.Puedo senti
Me esmero en mi apariencia. Franco necesita que luzca lo mejor posible.Así que, me pongo un vestido estilo glitter, manga larga, por encima de mis rodillas, color negro y sandalias de tiras, estilo gladiador. Mi maquillaje es dramático y sensual.Por último, aliso mi cabello y me hago una cola lo más alta que puedo.El look lo completan unos aros medianos. Sin dudas voy vestida como una muñeca de club.Tomo mi pequeño clutch, negro. Dónde meto algo de dinero, mi móvil e identificación.Salgo de la habitación y Franco ya espera. Se ha cambiado y ahora viste de manera informal. Una polera negra, vaqueros y una chaqueta ajustada que le dan un toque sexi al hombre.No voy a negarlo.Sin embargo, no me genera otra cosa que no sea simpatía. Después de todo, no es tan malo como creí. — Definitivamente, eres una mujer hermosa, Samantha — murmura cuando llegó hasta él.— Gracias. Espero que todo salga bien.— Ya verás que sí. Sé que estos días han sido algo difíciles para ti.Asiento.—
Estoy achispada. Escucho como estos discuten y ninguno sede.Franco está a punto de mandar a la mierda al hombre cuando me harto.—A ver— me enderezó. —¿Qué tiene que perder? —Los cuatro me miran sorprendidos. —Los tres son excelentes profesionales en sus especialidades.—Es más que eso, señorita —espeta.—No lo es. Ellos están poniendo en juego su reputación, lo suyo es dinero —me encojo de hombros —El dinero va y viene. Pero, la reputación de una persona no se puede reparar. Cree que Franco —señaló al aludido— Va a echar a perder la oportunidad que tiene enfrente. —Lo entiendo...—No.— Lo corto —El hombre es jodidamente bueno en su trabajo, y realiza una labor social loable. Así que, déjese de pendejadas y decida sí, vale la pena invertir en estas manos de obra cualificada o vea desde lejos como pierde una gran inversión.Henry pasa su mirada entre los presentes y después de lo que parece una eternidad. Asiente.—Vaya. Veo que tienes agallas— mira de Franco, hacia dónde está Este
Después de una reconfortante ducha junto a Renzo. Compruebo que, efectivamente, nada de mis pertenencias que había dejado aquí, han sido removidas.Así que, tomo unos vaqueros, un top, cuello alto, sin mangas y encima, me pongo una ligera chaqueta. Ajusto mis sandalias y salgo de la habitación de Renzo.Bajo y lo encuentro sentado en la mesa del desayuno. Cuando me ve, su sonrisa se expande y no sé, si esto en realidad está sucediendo o es un sueño.—Veo que ya estás listo para la oficina, —comento al verlo con su traje.—Primero, quiero ir contigo al hospital.Me siento junto a él y enciendo el móvil que estaba cargando. Los mensajes llegan e iluminan la pantalla. Pero, los ignoro cuando Brandon sale de la cocina y me mira con una sonrisa titubeante.—Hola, Brandon —espeto.—Es bueno verla después de todo.Me rio.—Sé que extrañaste pelear conmigo —le guiño y este se sonroja.—Me alegro de que esté aquí.—La verás muy seguido —replica, Renzo, antes de alargar su mano y tomar la mía
Es tarde cuando entro al departamento de Franco.Lo encuentro sentado frente a su computador mientras toma un trago.—¡Vaya! Al fin te dignas en aparecer.¿De verdad?—No sabía que era una prisionera —espeto, mirándolo con una expresión irónica.Entrecierra los ojos.—No me digas que Vitale te lavo el cerebro.—No me lo lavo. Hablamos.Tuerce el gesto con diversión.—Puedo imaginarlo, con lo elocuente que es el hombre.Avanzo hasta él.—No seas un llorón tú también —lo fulminó con la mirada. —Bastante tengo con que, Renzo no quiera que seas mi acompañante esta noche.Arquea la ceja.—No me digas que, el cavernícola ese, te ha dejado asistir conmigo a la gala de beneficencia.—En realidad, él está invitado y me estará esperando.—Ya —se ríe entre dientes.—Voy a alistarme para esta noche y no quiero dramas.—No prometo nada —murmura.—Franco —suspiro. —Por cierto, quería decirte que me han llamado de una de mis entrevistas.Su sonrisa aparece y veo que le agradan mis palabras.—Eso es