Capítulo Cuarenta y Dos

Definitivamente esto tiene que ser una mala broma.

Ignoro el llamado de Renzo y salgo la terraza. La misma, tienen una puerta que da directamente a la playa.

Así que la abro, y me deshago de mis sandalias en tiempo récord.

Avanzo por la arena.

—No puedes huir de mí eternamente.

—Mira como lo hago —abro los brazos con chulería y sin voltear a verlo.

—Detente —su voz se escucha muy cerca y lo compruebo cuando su mano me toma del brazo dándome la vuelta.

—Suéltame— lo miro a los ojos con rabia.

—No, hasta que hablemos.

—Dejaste todo claro la última vez que estuvimos en un mismo espacio.

—Te fuiste

—Era lo que todos querían.

Lo que tu querías.

Niega y da un paso atrás. Lo cual, me da tiempo de verlo bien.

Tiene el cabello algo largo, sus ojos se ven cansados, y aunque se ve guapo con el polo, color negro, ajustado.

Puedo ver el estrés en él.

—Veo que volviste a tu empleo.

Sus palabras denotan una gran amargura.

Levanto la frente.

—Sí. Volví porque es lo que debo hacer.

—Con Franco —s
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