Capítulo Cuarenta y Cuatro

Cuando al fin entro a la habitación donde mi hermana esta, es más de medio día.

Avanzo con pasos cortos y algo nerviosos.

Aunque ha superado esta crisis. No está fuera de peligro eso, no debo olvidarlo.

Temo que algo le pase.

Leila necesita de mi apoyo para salir de esta crisis. Una parte de mi quiere sacarla de la línica y la otra me dice que no sería lo correcto, no hasta que los especialistas me lo recomienden.

Sus emociones le juegan malas pasadas. Sobre todo, cuando se trata del accidente de mis padres. Eso la altera y para era sincera. Me genera estrés verla en ese estado.

Me detengo afuera de la habitación, respiro profundo antes de entrar.

—Vamos, Sam. Nunca has ido una cobarde— susurro.

Con un acoplo que estoy lejos de sentir, abro la puerta y entro.

Mi hermana yace sobre una cama y tiene cables en el pecho que están conectados al monitor. Las vendas en sus muñecas me hacen un nudo en la garganta.

En silencio, avanzo hasta su lado y cuando tomo su mano inerte.

Puedo senti
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