Capítulo Cuarenta y Tres

Pasan las horas y el culo se me duerme por la dureza de la silla y no tengo noticias de mi hermana.

Me levanto y camino por el pasillo de un lado al otro, suspiro cuando veo abrirse la puerta giratoria.

Pero nadie dice nada.

¡Joder! Voy a volverme loca.

Mi móvil suena y es un mensaje de Franco recordándome que esta noche lo voy a acompañar al club.

Marco su número.

—¿Te ha llegado mi mensaje?

—Sí. Pero no podré estar en tu departamento, menos ir, lo siento.

—Es una broma, ¿Cierto?

—Franco, se me presento un problema personal.

—Sam —su voz me dice que está enojado.

—Franco, estoy en el hospital.

Guarda silencio unos segundos antes de aclararse la garganta.

—¿Qué te ha pasado?

—A mí, nada.

—¿Entonces? —Parece irritado.

Suspiro.

—Mi hermana acaba de ser ingresada al hospital—confieso sin alternativa —No puedo dejarla.

—¡Joder, Sam! Lo siento—. Suena más calmado —Si necesitas algo.

—Gracias, ahora solo estoy esperando noticias. Si todo sale bien, iré esta noche contigo al club.

Espeto, co
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