Gracias por leer esta hermosa historia de amor. recuerda agregarla a tu biblioteca para que no te pierdas las actualizaciones. comentar me ayuda a crecer como escritor y a hacer mas conocida la novela.
Los rayos del sol se filtraban suavemente a través de mis párpados, y una sonrisa se dibujó en mis labios al recordar lo maravilloso que había sucedido la noche anterior. Me removí un poco, sintiendo el cálido y protector abrazo de Viggo sobre mí.—Buenos días— murmuró él, con la voz ronca.Levanté la vista y lo miré; sus ojos azules brillaban con una luz especial, como estrellas recién nacidas, y sabía que ese destello era solo para mí.—Buenos días— respondí, dejando un beso delicado en sus labios.Me senté y me estiré, pero un dolor punzante atravesó mi cuello, y, de forma instintiva, llevé la mano a tocar el enorme grillete que lo adornaba.—¿Puedes quitarlo?— pregunté. Pero Viggo se quedó en silencio, pensativo.—¿No confías en mí?— insistí, notando cómo sus ojos se clavaban en mí, su mirada oscura y pesada, y por un momento sentí como toda esperanza se desvanecía.Viggo se sentó, apartó mi cabello con ternura, dejándolo caer suavemente a un lado de mi hombro. Con un gesto decidi
Después de caminar por lo que me pareció una eternidad, nos detuvimos. Viggo se alejó de mí y fue con el resto de los hombres. Busqué un lugar donde sentarme y, al encontrarlo, lo hice. Apenas me acomodé, una anciana se sentó a mi lado. Giré la cabeza, la salude y ella respondió con un leve asentimiento.Aparté la mirada y busqué a Viggo, observándolo mientras hablaba con los otros hombres, su presencia imponente pero distante.—Las almas siempre regresan a terminar lo que una vez no pudieron completar —dijo la anciana, su voz baja y quebrada.—Regresan en otro cuerpo, sin sus memorias pasadas, pero jamás podrán cambiar la intensidad de su mirada o lo cálido de su sonrisa —respondí automáticamente, sin saber de dónde venían mis palabras. Me volví hacia ella, sorprendida por lo que había dicho, pero sus ojos no estaban en mí. Ella miraba a Viggo, sus pupilas reflejaban una inquietud inquebrantable.—Ten cuidado, puede ser peligroso estar con aquellas almas que nos hicieron daño en el p
El camino se extendía cada vez más. Cada paso era como si cientos de agujas se incrustaran en mis pies, pero no había opción: teníamos que llegar, teníamos que salvar a todas estas personas. Y si la suerte estaba de nuestro lado, encontraríamos a Eirik y le diríamos la verdad, para que el verdadero culpable pagara con sangre. —¿Falta mucho? —pregunté a Viggo, rogando para que el lugar ya este cerca. Asintió sin mirarme, sus ojos, afilados como cuchillas, estaban fijos en el camino. Había algo en su postura que me puso en alerta; algo estaba pasando. —Nos siguen —murmuró, y la noticia cayó como un enorme bulto sobre mis hombros. El temor me envolvió como un manto húmedo al imaginarme de nuevo atrapada entre las garras de esos hombres otra vez. —¿Estaremos bien? —mi voz tembló, cargada de pánico. —Lo estaremos. Sé dónde están y cuántos son. No te preocupes —respondió con calma. Con un asentimiento, seguí caminando, intentando que la máscara de tranquilidad cubriera mi rostro. De p
Corrí lejos de aquel lugar, dejando tras de mí los tres cuerpos inertes que parecían acusarme en silencio. Me detuve de golpe, el aliento saliendo en jadeos rotos, y bajé la mirada a mis manos ensangrentadas. El sabor metálico aún persistía en mis labios, así que me los limpié con el dorso de la mano, los nervios me estaban matando. ¿Qué le diría a Viggo? No podía decirle la verdad. Limpié mis manos en la camisa, que ahora llevaba manchas carmesíes, y un nudo amargo se formó en mi garganta, sofocando un llanto que amenazaba con desbordarme.—¡Renee! —La voz de Viggo rasgó el aire, y cerré los ojos con fuerza, intentando pensar en una mentira, una excusa, pero mi mente estaba completamente en blanco.Su voz volvió a llamar, más cercana y urgente. Inspiré hondo, tratando de reunir el coraje que se me escapaba, y corrí hacia el sonido de su voz. Cuando lo vi, me lancé a sus brazos, mis dedos aferrándose a su espalda mientras el llanto que había contenido se derramaba sin control.—La mat
Nos detuvimos horas después. Mis pies estaban destrozados, como si hubieran sido aplastados por un coche, y el hambre me estaba matando. Me sentía débil, al borde del abismo; estaba a punto de rendirme, deseando mandar todo al carajo y que el destino hiciera lo que tuviera que hacer. Ya no podía soportar más esta agonía.—Dormiremos aquí —me dijo Viggo.Me dejé caer al suelo, masajeando mis piernas adoloridas, mientras respiraba profundamente. Un nudo se formó en mi garganta, las lágrimas comenzaron a caer y mi corazón empezó a latir con una intensidad desesperante.Observé a Viggo, moviéndose inquieto de un lado a otro, observando el lugar como un depredador. Me limpié las lágrimas con la mano y me levanté.—Iré al baño —le dije, y caminé un par de pasos, pero él me detuvo.—Te acompañaré —insistió.Negué con la cabeza, apartando su mano con suavidad.—Si veo algo extraño, te gritaré —le prometí. Aunque su enojo era notorio, asintió.Me alejé, mis pasos resonando en la soledad del bo
Me levanté de un salto y corrí, buscando alejarme de Viggo. Mi estómago revoloteaba, y, sin poder contenerme más, vomité, dejando salir aquel líquido negro y viscoso que emanaban los monstruos.—¿Renee, estás bien?— preguntó Viggo, podía notar la preocupación en su voz.—¡No te acerques!— grité, la desesperación brotando de mis labios. Mis manos comenzaron a temblar, de manera descontrolada.—Déjame ayudarte— insistió, escuche como se acercaba y el miedo se apodero de mí. si él se daba cuenta de esto, yo no sabría cómo actuar, ni siquiera sabría que decirle.—¡Detente! No quiero que estés cerca de mí, déjame sola, por favor— le supliqué, sintiendo que la angustia me ahogaba.—Está bien, cuando me necesites, solo llama— respondió con un tono apagado.Escuché sus pisadas alejarse y, al asomarme por encima del hombro, vi cómo se marchaba. Con prisa, cubrí aquel líquido repugnante. Respiré hondo, me senté y traté de calmarme, pero la sensación de estar muriendo se adueñaba de mí.—Ya no q
Me quedé allí, mirándola por mucho tiempo, debatiéndome entre irme y dejarla aquí, o acabar con su sufrimiento. Sabía que ella se había convertido en Gytha, y ese conocimiento me desgarraba por dentro. ¿Cómo había sucedido esto?Mis ojos se posaron en el libro que yacía a un lado. Lo levanté y lo observé de nuevo; ahora estaba plagado de runas, muchas de las cuales reconocía y entendía su significado.Miré el cuerpo de Renee, y vi que muchas de esas runas estaban grabadas en su piel. La rabia se apoderó de mí; me había mentido, y por su culpa, ahora era considerado un traidor.Con furia, hice trizas el libro, dejando que sus páginas destrozadas se esparcieran a mis pies. Me levanté, decidido a encontrar a mi padre por mi cuenta. Ella ya no valía la pena. Pero, al mismo tiempo, una parte de mí se inquietaba; si la dejaba aquí, tal vez todo empeoraría.Me detuve, girando para mirarla de nuevo. Me acerqué y la cargué en mis brazos, sintiendo cómo la ira me consumía. Era un completo idiot
Viggo se sentó a mi lado, en ese silencio que gritaba todo lo que las palabras no podían tocar. El aire entre nosotros era tan denso que dolía respirarlo, cargado de verdades no dichas y culpas que nunca dejarían de arder. Lo que había sucedido era más que un desastre; era el principio de una caída interminable.Deslicé la mirada hacia él, sus ojos vacíos enfocados en la nada, como si hubiera algo más allá que solo él pudiera ver. Apoyé mi cabeza en su hombro, buscando un consuelo que sabía que no merecía. Observé en la dirección que él miraba, un abismo que se sentía tan cercano.—Me odias ¿verdad? —murmuré, mi voz apenas un susurro que el viento podía robar. La respuesta no llegó, solo el silencio que se arrastraba, cruel y definitivo. Esbocé una sonrisa rota, una que apenas tenía fuerzas para sostenerse. No necesitaba escuchar nada; el odio era una certeza que pesaba en mi pecho. Tenía derecho a odiarme, después de todo lo que había escondido, de todo lo que había desencadenado.—¿