36

Corrí lejos de aquel lugar, dejando tras de mí los tres cuerpos inertes que parecían acusarme en silencio. Me detuve de golpe, el aliento saliendo en jadeos rotos, y bajé la mirada a mis manos ensangrentadas. El sabor metálico aún persistía en mis labios, así que me los limpié con el dorso de la mano, los nervios me estaban matando. ¿Qué le diría a Viggo? No podía decirle la verdad. Limpié mis manos en la camisa, que ahora llevaba manchas carmesíes, y un nudo amargo se formó en mi garganta, sofocando un llanto que amenazaba con desbordarme.

—¡Renee! —La voz de Viggo rasgó el aire, y cerré los ojos con fuerza, intentando pensar en una mentira, una excusa, pero mi mente estaba completamente en blanco.

Su voz volvió a llamar, más cercana y urgente. Inspiré hondo, tratando de reunir el coraje que se me escapaba, y corrí hacia el sonido de su voz. Cuando lo vi, me lancé a sus brazos, mis dedos aferrándose a su espalda mientras el llanto que había contenido se derramaba sin control.

—La mat
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