Cuando el atacante regresó su atención hacia David, se topó con un rostro golpeado, pero endurecido por la cólera.Los ojos cafés del joven estaban encendidos por la ira y desprendían tantas amenazas que por un instante el sujeto se mostró contrariado.—Atrévete a tocarle un solo cabello y te juro que te arrancaré la piel —masculló David con esfuerzo, aunque aplicando una dosis perfecta de intimidación que obligó al hombre a retroceder un paso.—Mira cómo se pone con esta yegua en particular —se mofó, lo que arrancó risas despreciables en sus compañeros. Volvió a dirigir su atención hacia Jimena, esta vez con más interés y mientras asentía con la cabeza—. Creo que hoy nos ganaremos una buena comisión —expresó y regresó su mirada burlona hacia David, que no dejaba de observarlo con claras advertencias.—¿Buscan dinero? Puedo conseguirles todo el que quieran.—Sí, eso supongo —se burló el hombre—. Aunque eso hará menos emocionante este encuentro, ¿no lo crees, Pocaterra?El cincuentón s
Después de haber sido evaluado por un médico, diagnosticándole solo heridas menores, David salió del centro de salud acompañado por su amigo Gonzalo.Él comprendía que había tenido suerte de que el castigador hubiera sido el cincuentón y no el gorila. De haber sido al revés, quizás en ese momento estuvieran trasladándolo en helicóptero hacia Caracas para ser atendido en un hospital.El humor lo tenía perdido. Minutos antes Jimena le había comunicado que Tomás Reyes no se hallaba en las cercanías del pueblo, por tanto, la conversación con él no se llevaría a cabo hasta que regresara de su viaje.Por otro lado, en uno de los terrenos que trabajaba se habían presentado ciertos inconvenientes que requerían de su presencia. Estaba tan agotado física y mentalmente que actuaba casi por inercia.Al salir a la calle, una brisa fría lo recibió. La lluvia se había detenido, pero aún podían divisarse nubes grises en el cielo y se escuchaban lejanos truenos que auguraban una pronta tormenta.—Habl
—¡Hasta son trending topic en Twitter! —se burló Marcos, el amigo de Jimena, a través del teléfono móvil. Su comentario vino acompañado de una carcajada sonora. A ella se le esfumaron los colores del rostro y bajó la cabeza hacia el suelo completamente avergonzada—. No lo puedo creer Jimena Luna, jamás hubiera imaginado que algún día serías el centro de atención nacional.—¡Cállate! No es gracioso —se quejó ella y tomó la palita con la que removía la tierra.La sostenía como si fuera un puñal, para luego dar golpes en el interior de una jardinera como si se tratara de alguno de los periodistas que hizo correr la noticia del intento de robo.La historia del ataque al reconocido ingeniero David León, ahijado del empresario Leonel Acosta, se convirtió en segundos en un asunto de provecho para la prensa nacional.La Colonia Tovar se llenó de reporteros que ansiaban conocer los detalles del hecho. A su puerta tocaron en infinidad de ocasiones en busca de una entrevista.Malena se autoprocl
—¿Y lo hizo? —exclamó Jimena con rabia—. ¿Y qué esperan? ¿Qué yo se lo diga?—Yo no puedo hacerlo.—¿Por qué?—¡Lucía es mi amiga!—¡Exacto, tú eres la indicada! —alegó antes de continuar con movimientos bruscos su trabajo.—No puedes hacerme esto. Papá me va a odiar y Tamara me echará la culpa.En medio de un gruñido de frustración, Jimena lanzó dentro de la jardinera la palita y se levantó del suelo sacudiendo sus manos para eliminar la tierra que tenía pegada en ellas.—Uno, papá es el único responsable de esto, no tiene derecho a odiar a nadie, somos nosotras las que podemos odiarlo a él por irresponsable —sentenció y enumeró con una mano mientras afincaba una mirada severa en la chica, que pugnaba por no dejar escapar el llanto—. Dos, Tamara no puede echarte a ti la culpa de ese engaño, los problemas de pareja solo incluyen a los dos implicados. Y tercero, este no es nuestro asunto, sino de Lucía y mi padre. Nosotras no tenemos que intervenir. Ellos son quienes deben conversar y
Jimena se cruzó de brazos y alzó el mentón. A Tomás Reyes no se le podía encarar de otra forma, era tan intimidante que si no era tratado de la misma manera, enseguida reducía a su oponente a nada.—¿Qué pretendes? —inició él con una voz potente que reflejaba la cólera que lo embargaba.—No te comprendo.—¡Me diste tu palabra! ¡Aceptaste casarte conmigo a cambio de la propiedad, ¿y ahora vas a cambiar de opinión?!Jimena abrió la boca para emitir su punto de vista, pero Tomás la interrumpió al acercarse a ella con amenaza.Su actitud desafiante alteró sus nervios y le recordó el daño que le había hecho el día en que conversaron en el taller de carpintería.—¿Crees que no te vi anoche escapar de casa para marcharte con el ingeniero? —La acusación sobresaltó a la joven—. No soy un idiota con el que puedes jugar.—No juego contigo —aseguró ella, e hizo un esfuerzo para no amedrentarse por la furia que mostraba el hombre.—¿No? Entonces, ¿cuál es tu plan? ¿Te casarás conmigo y pasarás la
—No tienes buena cara —se burló Elías Hamed al entrar en la cervecería donde se había citado con David al final de la tarde. Lo encontró sentado en la barra—. ¿No es un poco temprano para beber? Ni siquiera has cenado —indicó con una sonrisa y señaló la botella de cerveza que acompañaba a su amigo.—¿No es un poco temprano para los regaños, mamí? —rebatió el aludido mientras Elías ocupaba la banqueta ubicada a su lado y pedía al encargado una cerveza.—Tienes un lindo color en las mejillas, hijito mío —lo fastidió y rió por lo bajo.David negó con la cabeza, pero no pudo evitar sonreír también. En su cara tenía un par de marcas de los golpes recibidos esa mañana. La mayoría de los impactos le habían sido propinados en las costillas y en el estómago, produciéndole algo de dolor cuando se erguía.—Hoy estás muy gracioso.—Práctico todas las noches antes de acostarme. Perfecciono mi talento.Ambos estallaron en risas, lo que aplacó el ambiente hostil en el que David estaba sumergido desd
Jimena salió de su habitación en dirección a la cocina. La cabeza le dolía de tanto que había puesto en funcionamiento el cerebro. Buscaba una solución factible para su situación.Después de la discusión con Tomás, este se marchó de casa sin haber regresado aún. Conversó por teléfono con David, pero prefirió mantener en secreto lo hablado con el hombre para no empeorar las cosas.Él quería enfrentarlo, aunque ella había notado que Tomás no estaba bien. Esa actitud siempre tosca, nerviosa y solitaria, así como su empeño en conservar cada cosa de su madre en el lugar donde se hallaba antes de su muerte y de pensar en ella con la misma intensidad de hacía seis años, no era sano.O estaba en medio de una depresión colosal o de algún otro problema mental más serio. No podía acrecentar su furia, sino hallar una forma de ayudarlo a salir de allí y encontrar paz.Por otro lado, necesitaba que las cosas se calmasen en el pueblo. Aún era desconocido el paradero de los atacantes que esa mañana l
—¿Dónde se trataba? —quiso saber Jimena con preocupación.La condición de Tomás no debía tomarse a la ligera.—En una clínica especializada en la capital, con una doctora muy dulce que en varias oportunidades vino a la Colonia Tovar para hablar con él y persuadirlo de que siguiera el tratamiento. —Goyo se levantó del sillón, con el rostro serio—. Don Tomás es muy terco, hace siempre lo que quiere sin pensar en quienes lo rodean. —Miró a Jimena con determinación, sentía vergüenza por su traición, pero no estaba arrepentido de sus actos—. Lamento mucho su situación, señorita, y espero me entienda. Si a Don Tomás lo llega a afectar una crisis realmente grave, dudo que pueda asumir el trabajo en la propiedad. Todo esto se perderá y Malena y yo terminaremos en la calle. ¿Qué oportunidades hay para nosotros allá afuera?Jimena no pudo aportar soluciones a esa duda. Encontrar trabajo en ese país resultaba una osadía para jóvenes con preparación como ella.Para personas como Malena y Goyo, ma