Capítulo 38. Necesito verte.

Hecha un ovillo sobre la cama de la habitación que había pertenecido a su madre, Jimena intentaba calmar sus emociones. Los conflictos comenzaban a dominarla, estaba ansiosa por salir cuanto antes de ellos y volver de nuevo a la tranquilidad.

El corazón casi se le detuvo de un sobresalto al escuchar el repentino sonido de su teléfono móvil, que retumbaba desde una de las mesitas de noche apostadas a los costados de la cama.

Al observar el número de David marcado en la pantalla, se sentó sobre el colchón para responder sintiendo una poderosa agitación crecer en su pecho.

—¿David?

—Necesito verte —rogó él con una voz ronca y quebrada por la impaciencia.

—¿Dónde estás?

—A pocos metros de tu casa.

Ella se levantó como impulsada por un resorte, se colocó con prontitud los zapatos, tomó su abrigo y las llaves y salió en carrera de la habitación para encontrarse con él.

Divisó el auto aparcado a una distancia prudencial. Se apresuró a alcanzarlo y entrar en el asiento del copiloto antes de q
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